|Capítulo introductorio extra|

496 81 4
                                    

Thiago aún se encontraba fuertemente abrazado al torso de su madre

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Thiago aún se encontraba fuertemente abrazado al torso de su madre.

Sus ojos comenzaban a pesar más de la cuenta, debido a las incontables lágrimas que derramó durante horas seguidas, y su respiración pausada estaba ayudándolo a dejarse vencer por el sueño.

— ¿Se ha dormido ya? —inquirió Camila en un bajo murmullo.

Marla le regaló una pequeña sonrisa, realizando un gesto de negación con su cabeza. Camila, por su parte, asintió con comprensión.

La pequeña cachorra se encontraba sentada sobre el suelo, con sus piernas cruzadas en forma de indio, frente al asiento que Marta estaba ocupando con Thiago sobre ella, en la paciente espera de que el cachorro finalmente se quedase dormido para que así pudiera acercarse a él y, tal vez, tomar su mano.

— ¿Y ahora? —volvió a preguntar.

— Te avisaré cuando se haya dormido, cariño —comentó la mujer con suavidad— ¿Por qué no te sientas en aquella silla? —inquirió, señalando un asiento vacío— Puedes coger frío.

Camila realizó un gesto de negación con su cabeza.

Su instinto protector le impedía mantenerse alejado de su mejor amigo, así que tomar asiento en aquella silla implicaría alejarse mucho de él, por lo que prefería mantenerse sentada sobre el suelo.

Honestamente, ella sólo quería estar con su mejor amigo, pero comprendió que él no quería que estuviera cerca cuando, tras varios intentos por entrelazar sus manos, el cachorro comenzó a alterarse nuevamente, así que simplemente esperaría pacientemente a que se quedara dormido para poder sucumbir ante su instinto. Sin embargo, ello no era impedimento alguno para que preguntara cada poco tiempo si Thiago ya se había dormido, ansiosa por obtener una respuesta afirmativa.

Mientras tanto, su madre Arath, su padre Emmett y William, el padre de Thiago, mantenían una acalorada discusión en el despacho del segundo sobre algún asunto importante que concernía a la manada, o eso es lo que entendió cuando intentaron explicarle que debía quedarse junto a Marla y Thiago en todo momento.

Sin embargo, no le importaba en lo absoluto. Todo lo que le importaba en ese momento era proteger y conseguir el perdón de Thiago.

— Ya se ha quedado dormido, cariño —avisó Marta, comprobando que, efectivamente, su cachorro cayó rendido ante el sueño por el cansancio del incontrolable llanto.

No tuvo que repetirlo una segunda vez para que la pequeña alfa se incorporara con premura y quedara a escasos centímetros del rostro de Thiago para comprobar con sus propios ojos que, efectivamente, estaba dormido.

— Camila —la llamó Marta, tras un buen debate mental consigo misma— ¿Podría pedirte un favor?

La mujer no quería llegar al punto de dejar a un cachorro bajo el cuidado de otra cachorra; no quería llegar al punto de dejar a dos cachorros sin la supervisión de un adulto, pero la situación comenzaba a preocuparle y, aunque sabía que no podía inmiscuirse en una reunión entre la Luna, el Alfa y el Beta de la manada, estaba dispuesta a quebrantar esa norma porque el asunto concernía a su cachorro.

Te regalaré un amor prohibido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora