Camila y Thiago tienen 18 años

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Camila y Thiago tienen 18 años.

Caminar por los pasillos más recónditos del instituto era, sin duda alguna, la mejor opción que cualquier estudiante, o incluso cualquier profesor podía realizar para enterarse de los rumores que acechaban a la manada; unos rumores que no podían ser encontrados en cualquier otro lugar por el simple motivo de que nadie, absolutamente nadie, se atrevía a hablar sobre ellos ante el temor de ser descubiertos, puesto que el castigo que conllevaría para los traidores era un buen incentivo para no hacerlo.

Aquella fría mañana de invierno, se rumoreaba que Camila, la futura sucesora al puesto de Alfa líder, estaba comenzando a caer en los encantos de un humilde omega llamado Logan. ¿Sería él la futura Luna? ¿Sería una relación seria o, por el contrario, sólo estaban creando una bomba de relojería de un encuentro casual que acabaría estallando en consecuencias fatalistas? ¿Sería que la futura Alfa líder de la manada estaba comenzando a sentar la cabeza con tan sólo dieciocho años? O mejor dicho, ¿sería que los lobos comenzaban a preocuparse por el hecho de que a esa edad la gran mayoría ya se encontraban emparejados y ella seguía sin poner un poco de seriedad en su vida? ¿Tendrían estabilidad en un futuro no muy lejano? ¿Era Camila lo suficientemente responsable como para aceptar un reto tan grande, aun cuando también se rumoreaba que escapó de la manada para asistir a una fiesta?

No importaba cuánto se esforzara para mantenerse alejada de la presión que recibía constantemente, o cuánto se esforzara para ocultar las acciones que serían vistas como inapropiadas para una chica que tenía un gran destino que cumplir. Nada importaba porque siempre había alguien que comentaba más de lo debido, o simplemente veía más de lo permitido.

— Buenos días, Thiago —saludó Rosario, la más confidente loba con la que tuvo la gran suerte de entablar una muy agradable amistad y, por supuesto, la mujer que lo mantenía al tanto de todo lo que Camila hacía como pasante de prácticas a las que Emmett la sometió para que comenzara a tratar algunos asuntos muy importantes de la manada— ¿No deberías estar en el instituto?

Sí. Mientras Camila tenía el privilegio, o mejor dicho, la desdicha de faltar a clase tres días a la semana para poder ocuparse de sus asuntos como futura Alfa líder, Thiago tenía la obligación de seguir siendo un adolescente normal debido a que él, a diferencia de su mejor amiga, no era considerado como un adulto ante los ojos de la manada por no haber sufrido su primera transformación todavía.

— Sí, debería estar allí —comentó el chico en respuesta, un tanto malhumorado— ¿Camila se encuentra dónde siempre?

Los labios de Rosario se fruncieron en una casi imperceptible mueca que auguraba diversión. — Pobre Camila —pensó mientras asentía en respuesta.

— Efectivamente, se encuentra donde siempre —comentó, respetuosa— Te diría que puedes pasar cuando quieras, pero eso ya lo sabes.

Aun si no contara con la aprobación de nadie para adentrarse en el despacho asignado a Camila, lo haría igualmente. Especialmente ese día, en el que sus venas parecían transportar lava.

Te regalaré un amor prohibido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora