Camila, Dante y Thiago regresaron a la manada después de que el alfa pudiera digerir un poco lo que iba a suceder cuando llegaran a sus hogares

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Camila, Dante y Thiago regresaron a la manada después de que el alfa pudiera digerir un poco lo que iba a suceder cuando llegaran a sus hogares. Sin embargo, no se sintió para nada preparado cuando todas las miradas se posicionaron sobre ellos gracias al aviso del alfa Emmett y de la Luna Arath sobre el encuentro de las almas gemelas. Todos quisieron comprobar de primera mano que era verdad, y no pudieron evitar mostrarse sorprendidos cuando se percataron de la reciente marca que yacía sobre el cuello del chico.

Camila era su alfa.

Su marca lo dejó muy claro.

Arath y Emmett sonrieron con suma alegría, y no tardaron en unirse en un fuerte abrazo. Marla corrió hacia su hijo y lo abrazó, sintiéndose plena ahora que sabía que sería feliz.

Thiago no podría estar en un lugar mejor, no si no era al lado de Camila.
Lo habían demostrado desde pequeños.

Dante, en cambio, miraba hacia todos los lados con aparente nerviosismo. Olisqueó de forma disimulada para tratar de reconocer a su alma gemela, pero no sintió nada.

— Thiago es mi Luna y Dalia será mi Beta —afirmó Camila, mirando a los allí presentes— ¿Alguien tiene algún problema con ello? —Inquirió— Porque es el momento de desafiarla.

Entonces, un gruñido resonó por el lugar. Dalia se tensó, tomando su posición de lucha, más que dispuesta a enfrentarse a alguien.

Aria logró salir de la multitud a empujones, y lo que más sorprendió a todos es que ignoró a Dalia. Acabó posicionada frente a Dante, y aunque quiso gritarlo a los cuatro vientos, mantuvo su compostura. Le regaló una mirada mordaz y profirió un insulto.

— Eres un gilipollas —gruñó, indignada.

Entonces, se marchó de allí, dejándolos a todos desconcertados.

Sólo Camila y Thiago entendieron lo que estaba pasando. En cambio, Dante se negó a ver la realidad.

— ¿Hay alguien que quiera pelear por el puesto de Dalia? —inquirió Emmett.

Entonces, William alzó su voz para impedir que nadie más lo hiciera.

— No pueden retar a Dalia —aseguró— Porque ese puesto le pertenece por sucesión —añadió a regañadientes— Es mi hija —confesó— Y si alguien se atreviera a intentar quitarle lo que le pertenece por derecho, estaría cometiendo un delito muy grave.

Los jadeos fruto de la sorpresa no tardaron en hacerse presentes.

Entonces, las piezas del rompecabezas comenzaron a encajar.

Dalia, al ser la primera hija de William, se convertía en la sucesora legítima para ser Beta. Gracias a la herencia de su padre, y a las cualidades que poseía, la convertían en la candidata perfecta. Por ese mismo motivo, Camila podía sentir esa conexión con la chica. Por eso se complementaban tan bien cuando estaban juntas, y se comportaban como Alfa y Beta.

Te regalaré un amor prohibido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora