22 | Es mi culpa

129 21 0
                                    

— Te lo dije creí que hacía las cosas bien.

— ¿Mentir es hacer algo bien? — cuestionó.

— No y lo sé pero quería lo mejor para tí, verte feliz para mi es lo mejor si te lo decía no seguirías en la agencia pensando en que te ayudé a lograrlo.

— Es que no me dejas otra cosa que pensar.

— Por eso lo estoy hablando ahora, no quiero que pienses eso.

— Si no querías que lo pensara porque no me lo dijiste antes, lo habría entendido.

— Creí que con tu carácter te negarías a seguir yendo a la academia — se  terminó de vestir.

— ¿A donde vas?

— A mi casa.

— Amor porfavor.

— No me gustan las mentiras —caminó pero la abracé por la espalda.

— Te amo lo siento — Giró para tomar mi rostro entre sus manos y dar un corto beso.

— Te amo pero ahora no te tengo confianza.

— Lo sé es mi culpa — bajé la mirada.

— Debiste decírmelo sé que lo hiciste con la mejor intención pero podía entenderlo.

— No te vayas.

— No quiero mas mentiras.

— No existirán mas mentiras.

— ¿Sabías que Fabiana sería la nueva socia?

— No lo sabía papá no me dijo nada yo he estado en la empresa de Lácteos — guardo silencio y eso no es bueno — No me crees ¿verdad?

— Max me mentiste desde un principio primero diciéndome que trabajabas en una cafetería, luego que eras pediatra, después que eras el padre de Ian y no se que más, ahora esto ¿como quieres que confíe?

— Sabes que fueron bromas pero lo entiendo.

— Vamos a desayunar.

— Vamos — le hice cosquillas y conseguí su sonrisa — lograré que vuelvas a confiar en mí.

— Es lo que mas deseo.

— Sobre Fabiana yo...

— No debes decirme nada, ella no tiene nada que ver con nosotros, ¿verdad?

— Verdad.

— Vamos a desayunar.

— Yo prepararé el desayuno — necesito recuperar su confianza.

— Voy a organizar algunos vestuarios.

— Quiero que estemos bien.

— Lo estaremos.

— Ya regreso.

— Esta bien — Esme fue a organizar algunas cosas de la agencia.

Terminé de preparar unos panqueques al ritmo de la música meneaba mis caderas, disfrutando cocinar para la mujer que amo, gire para pegar un pequeño salto al verla en el marco de la puerta.

— Me asustaste pero todo listo — llevamos los platos hasta el comedor y nos sentamos

— Jalea de fresa porfavor.

— Como ordene la princesa — respondí con una sonrisa.

— No es necesario que me digas así.

— Para mi lo eres — sonrió y estaba algo sonrojada.

Mi Pasado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora