En la cima absoluta del poder, los omegas son la supremacía en el dominio sobre las demás razas.
En un mundo adaptado a la imposición del más dominante, la obediencia y demanda son requisitos en la supervivencia; sin embargo, la excepción puede ser...
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Sus pasos eran cuidadosos porque hasta el momento no podía ver con claridad el camino que estaba siguiendo. Buscó a tientas la pared más cercana, haciendo una mueca cuando sus dedos palparon la humedad que fácilmente coincidía con el hedor que cubría toda la zona.
—No se quede atrás, líder —la voz de uno de sus guardias se dejó escuchar desde algún punto de aquel pasillo interminable.
Park YoonWoo hizo una mueca irritada que quedó cubierta por la oscuridad, los pasos adquirieron rapidez a medida que un pequeño rastro de aromas quedó bailando en el lugar, hasta que al final de todo una pequeña luz naranja alumbró en medio de la penumbra.
—Menuda cueva a la que me has traído, Jung —escupió con irritación.
—Lo siento, señor —escuchó a su segundo al mando, mas no le prestó real atención.
Siguieron un camino recto en completo silencio, el líder encabezando para así poder obtener un poco de luminosidad de la única antorcha que pudieron obtener en aquel mugriento lugar. Los pasos adquirieron rapidez cuando a la lejanía vislumbraron pequeños faroles de luces blancas que rodeaban un amplio salón de concreto.
Los aromas fuertes llegaron hasta las fosas nasales del omega, avisando con ello que se encontraban en el lugar correcto.
La luminosidad atacó sus ojos de manera potente, muchas luces se encendieron a medida que avanzaba hasta encontrarse con un hombre robusto y de aspecto feroz, con una cadena sujeta al cuello que denominaba su puesto dentro de la jerarquía.
Un alfa.
YoonWoo detuvo sus pasos en la entrada del salón, mirando con ojos fríos al gran hombre que tenía ante él, quien no dudó en postrarse de rodillas para presentar su máximo respeto al líder omega.
—¿Cuántos hay? —preguntó, mirando inquisitorio hacia el interior del lugar.
El alfa aún postrado en el suelo respondió: —Cinco alfas, líder Park.
—¿Qué raza? —indagó el omega.
—La que usted eligió, mi señor —habló el hombre, poniéndose de pie cuando su líder se lo permitió—. Aquí están los últimos alfas legendarios que quedan.
—Vamos a verlos —ordenó, e inmediatamente las puertas fueron abiertas para permitir el ingreso del líder y su equipo.
Habían cinco jaulas de gran tamaño, y en cada una se encontraba un alfa, cada uno más grande e intimidante que el otro, con ojos feroces y comportamiento salvaje.