Pestañas escarchadas

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Kakashi parpadeó con ojos extremadamente pesados intentando acostumbrarse a dónde sea que estuviera cautivo, la luz del foco golpeaba su rostro de forma molesta. Intento llevar sus manos a su rostro, pero le resultó imposible. Pestañeo varias veces, intentando acostumbrarse a la incómodes de sus ojos, seguía bastante aturdido por todo lo que había dormido. Quería moverse, pero tampoco podía hacerlo. Observó sus manos las cuales estaban amarradas al igual que sus piernas, al menos su boca no había sido amordazada.

El dolor en su cabeza fue punzante y prolongado, quizás lo tenía de hace horas pero simplemente no era consciente, no lo suficiente. Gime en respuesta, tiene sed y hambre.

Cuando pudo recobrar en su totalidad su visión se quedó perplejo y muy asustado. Habían tantas personas, todo iba desde mujeres a adolescentes, hombres de menos de veintitrés y mujeres que ni alcanzaban los veinticinco, la habitación era tan estrecha que le estaba consumiendo el aire, todos estaban amarrados y amontonados como animales.

Todos y cada uno de ellos eran omegas o unos cuantos eran betas.

Con sus manos atadas comenzó a golpear las paredes de madera, quería que alguien lo escuchará, que pudieran ver que todos estaban allí. Pero a juzgar por el silencio podría apostar que era un lugar incierto, no tenía muchas esperanzas, pero no pensaba darse por vencido.

Gimoteó con fuerza haciendo que su garganta doliera debido a la deshidratación, su cuerpo se sentía pesado como si llevará rocas a los costados, pero ya conocía está sensación, no iba a parar, no ahora que tenía la oportunidad de causar revuelo. Gritó tan alto, como sus pulmones mal heridos se lo permitieron, algunas personas las cuáles ya se encontraban consientes lo observaron horrorizados, con bastante miedo reflejado en sus rostros. Sabía que iba a conseguir la atención que buscaba incluso si era una muy mala.

No importaba, estaba dispuesto a correr el riesgo.

Un hombre atravesó la habitación con expresión estoica, casi imperturbable. Caminó a través de los cuerpos dormidos y abrumados sin importar si los pisaba o les causaba daño. Su estómago se revolvió de forma no grata, y podría jurar que si tendría algo allí lo hubiera terminado vomitando en alguna esquina del cuarto oscuro.

Su cabello plata fue sujetado con fuerza, dejando escapar algunos mechones que caían de forma rebelde como copos de nieve sobre su frente sudorosa.

—Cállate —bramó sombrio.

Kakashi mostró una mueca ilegible dejando ver el dolor a través de sus ojos acero.

Dame un poco de agua... Por favor — gimoteó lagrimeando un poco.

Una mueca asqueada se colocó en el rostro de aquel hombre de nombre desconocido, sacando una pequeña cantimplora que colgaba de su pantalón de tela fina. Con sus dedos callosos sujetó la mandíbula nívea del albino vaciando todo el líquido en su boca sin siquiera darle derecho a respirar.

Kakashi se arqueó jadeante mientras tosía, sentía que el agua se le había ido hasta los pulmones. Las lágrimas se situaron en la comisura de sus ojos, listas para ser derramadas.

¿Podrías hacerme un último favor? —cuestionó con ojos llorosos, su voz salió en un sonido terso, tan suave como la seda.

A pesar de su porte rudo el hombre lo dejo proseguir, encantado con la belleza del omega.

¿Me llevarías al baño? No quiero hacerme pipí encima — pestañeo con aquellas pestañas tan blancas como la escarcha. Eran hipnóticas, imposible decirle que no cuando colocaba aquella expresión.

De un solo tirón aquel hombre lo colocó de pie sintiendo su cabeza revolverse por el mareo del movimiento brusco, ni siquiera por dos segundos logró mantenerse estable pues si aquel azabache no lo sostenía por los hombros habría caído de bruces. Fue tomado como un saco de papas, o su cuerpo era muy ligero o aquel hombre era realmente muy fuerte. Lo había sostenido hábil, casi como si pesara lo mismo que una insignificante pluma.

El omega más codiciado |Obikaka|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora