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Hyunjin llegó casi a la hora de entrada a su salón.

No había podido dormir mucho por el dolor del golpe, que esa mañana había amanecido amoratado y si se podía, aún más hinchado.

Ni hablar de cómo se había hecho el doble de tiempo caminando de su casa a la estación de autobuses porque el maldito dolor lo hacía parar cada tres minutos.

Una vez que había llegado a la escuela, simplemente se enfrentó a un dolor más terrible: subir las escaleras hasta el segundo piso.

Si no fuera porque los demás ya lo estaban viendo demasiado raro al verlo recargarse en la pared cada que subía cuatro escalones, juraba que ya se hubiera soltado a llorar.

Llegó a su salón y alguien estaba en su lugar, estaba terriblemente cansado para empezar a pelear.

—Amigo, ¿podrías quitarte? —dijo dejando su mochila caer al lado de su pupitre.

Cuando el chico volteó, se dió cuenta que era Seungmin.

Seungmin.

Casi había olvidado que Seungmin estaba ahora en su vida.

—Hola —lo saludó como si nada, la cara de confusión que puso Kim casi lo hacía preguntar si tenía algo en la cara.

Cuando el castañito iba a decir algo, llegó la maestra de matemáticas.

—Tú, el nuevo, ve a tu salón que voy a empezar mi clase.

Y sin más, se fue como si nada.

Poco después recordó que tenía clase de gimnasia ese día, ¿cómo carajos iba a hacerlo con el maldito dolor?

Se acercó al profesor de gimnasia antes de que bajaran todos a cambiarse.

—Profesor, hoy no creo que pue–

El señor lo interrumpió sin siquiera voltear a verlo.

—Hyunjin, no empieces y ve con los demás a cambiarte —sin más, salió del salón y lo dejó ahí.

Bien, podría quedarse en los vestidores. No tenía porqué entrar a clase de gimnasia, se quedaría escondido y ya.

Pero no conforme con ello, el profesor se dió cuenta que no estaba y lo había ido a buscar él mismo para llevarlo al patio.

—Retomemos la clase, ¿bien? Hyunjin, ven acá, me vas a ayudar.

Él sabía perfectamente bien que no le caía precisamente bien al señor Baek, pero eso estaba pasando el límite, ese día se traía algo con él.

—Bien, hoy empezamos con las lecciones de básquetbol y haremos tiros libres. Deben flexionar las rodillas de esta manera y poner las palmas de frente, tomando un pequeño impulso.

Lanzó el balón y todos asintieron como si no hubieran hecho lo mismo el año pasado.

Ah, no, sólo había sido él.

El profesor lo llamó al centro del patio para que él hiciera lo que había hecho. Lo hizo sin “tomar impulso” como había dicho, porque cada que siquiera daba un paso le dolía el pie.

—De nuevo, hazlo bien, Hyunjin.

Fue por el balón como pudo y lo repitió, pero el maestro seguía insatisfecho.

—Separa los pies del piso, otra vez.

Más fastidiado porque no se daba cuenta que literalmente no podía caminar, fue hacia el balón dando pisadas fuertes y aguantando el decir todas las malditas groserías que se le cruzaban por la cabeza.

astray - h.hj + k.smDonde viven las historias. Descúbrelo ahora