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En el segundo receso había visto a Jisung, que solamente se asomó por la puerta de su salón antes de gritarle.

—Oh, ¡ya estás aquí! Qué bueno que te recuperaste, espero que vuelvas a tratar con desconocidos malintencionados e ignorar a tu único amigo —le reprochó desde el umbral de la puerta, haciendo que todo el salón se enterara.

Hyunjin no estaba para esas escenas, así que sólo rodó los ojos y le sacó el dedo del medio. Y Han, como el niño con mentalidad de cinco años que era, le sacó la lengua antes de darse la vuelta.

Por la ventana pudo ver cómo Jisung se encontró en el camino con Seungmin, pese al pequeño saludo que quiso darle el castaño a su amigo, este lo ignoró sin siquiera voltear a verlo.

El castañito bajó un poco la mirada, sin embargo, no pasaron ni dos segundos antes de que se enderezara e hizo como si nada, caminando a su salón sin una pizca de la incomodidad que hace un momento tenía.

Presenciar cómo le afectaban los desplantes de Jisung le hacían sentir más culpable de lo que alguna vez lo habían hecho. Tenía que hablar con él sí o sí.

Kim se sentó frente a él, ahora dejando una leche de plátano.

—Si me hubieras dicho que te gustaba antes esta, no hubiera tenido que comprarte dos en el mismo día.

—Nunca dije que me compraras otra, con la de la mañana estaba bien —Hyunjin se la regresó, tomando su mano y dejando la leche en ella—. Además, deberías dejar de comprarme cosas. Te acompañé una vez a tu casa y eso es todo, no tienes por qué seguir comprándome cosas.

Seungmin se sonrojó, aunque Hyunjin pensaba que era sin razón aparente.

—O sea sí, pero yo me sentía mal de comprarte algo que no te gusta y tenía que comprarte una que sí.

Se rió ante la lógica de Seungmin.

—Nunca dije que no me gustaba la de fresa.

—¡Pero te tomaste la de plátano que tenías en el escritorio y guardaste la de fresa! —cruzándose de brazos, le reclamó.

—Fue porque Jeno me la regaló y no quería ser grosero.

De sólo recordar la mirada anhelante con que lo veía Jeno desde la otra esquina del cuarto, se volvía a poner ansioso. Claramente quería ver que tomara la bebida que le regaló y fue hasta que lo hizo, que apartó su mirada con una sonrisa satisfecha en su rostro.

Ahora el chico no estaba ahí, había salido del salón incluso antes de que Jisung hiciera su escena, por lo menos no había arruinado la oportunidad de tener más amistades.

—¿Jeno? ¿Un amigo tuyo? —Seungmin tildó la cabeza y entrecerró los ojos, tratando de recordar si lo había mencionado antes.

—No precisamente, es un compañero de clase, trae una gorra de lado —Hyunjin trató de imitar con un ademán extraño que terminó por hacer reír al otro.

De igual manera, al terminar de reír Seungmin seguía teniendo un mohín en su rostro.

—Pero yo también te regalé la leche y no la tomaste.

Ese niño, cómo amaba hacer pucheros.

Hyunjin rodó los ojos. Pedía paciencia a aquella cosa que estuviera por sobre de ellos, porque Seungmin haciendo berrinche lo ameritaba.

—Sólo la estaba guardando para después, no porque no me gustara.

Y pese a las escenas que hacía, no podía evitar encariñarse. Cada vez más.

Hyunjin se tardó en salir al final de la jornada escolar. Prefería tomar el próximo autobús a su casa antes que pasar por el embotellamiento que había para salir de la escuela. Esos eran los momentos donde odiaba estar en el segundo piso.

astray - h.hj + k.smDonde viven las historias. Descúbrelo ahora