− ¿Cómo le fue a Benigna? − Manolita levantó la vista de la olla que estaba revolviendo en la cocina cuando Luisita entró en su cocina.
− Estuvo bien. − Luisita abrió la puerta del refrigerador. − No hiciste una jarra de té helado por casualidad, ¿verdad?
− Está justo aquí en el mostrador. Dejo que el azúcar se derrita antes de ponerla a enfriar en el refrigerador. Hay mucho hielo. − Luisita dejó caer unos cubitos de hielo en un vaso, luego vertió el té en otro vaso. Manolita la miró por el rabillo del ojo. − ¿Vas a beber ese caliente?
El vaso estaba casi en los labios de Luisita antes de que se diera cuenta de lo que había hecho.
− No prestaba atención, supongo. − Vertió el té en el vaso con hielo. − Benigna te envió un regalo.
− Bendice su corazón. ¿Qué es esta vez, — otro estéreo?
− No, un televisor de pantalla plana que ocupará la mayor parte de la pared de tu sala de estar.− Luisita se sentó cansada en la mesa de la cocina y sonrió cuando su madre dejó caer la cuchara en la salsa de espagueti y salpicó la cocina y la pared.
− Tengo que llamarla esta noche. − Manolita limpió el desastre con un paño. − Tal vez pueda encontrar una manera de decirle que tales regalos no son necesarios. Odio la idea de que ella crea que vamos esperando algo. Ella y su familia ya han sido muy buenos con nosotros.
− Tú fuiste quien me dijo que no discutiera, solo aceptara el regalo con gracia.
Manolita se volvió hacia Luisita.
− Sí, pero fue cuando ella estaba dando cosas como cajas de caramelos o bufandas, no caros aparatos electrónicos.
− Bueno, si hay alguien que puede decirle algo, eres tú. Te deseo suerte. ¿Está Luna en casa de Mary Beth?
− Lo está. Le dije que podía jugar hasta que se encendieran las farolas. − Manolita se sirvió un vaso de té y se unió a Luisita en la mesa.− No vas a creer esto, pero en un momento, Benigna era recatada y de voz suave.
− ¿Cuántos años tenía,—tres o cuatro?
Manolita golpeó juguetonamente a Luisita en el brazo, luego se quedó mirando al espacio, sumida en sus pensamientos.
− Creo que el cambio se produjo en algún momento en sus cuarenta. Era una persona social. Ella e Ira venían al pueblo para todos los festivales. A veces, tu padre y yo desayunábamos con ellos en T−John. Un día, entró a la tienda casi llorando y dijo que escuchó a algunas mujeres hablar de ella. Una de ellas fue Mary Berthalot, hasta ese día, habían sido amigas, pero escuchó a Mary decir que Benigna era una mocosa privilegiada y no sabía nada de la vida real.− Manolita sacudió la cabeza.− Recuerdo que Benigna dijo que no importaba lo que hiciera o lo agradable que fuera con la gente, siempre la apuñalarían por la espalda. Dejó de venir al pueblo y, cuando iba a verla, Benigna se había convertido en la malhumorada y no−toma−prisioneros mujer que conoces hoy.
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Luimelia en - El Secreto de Sta. Clara
FanfictionUn romance alegre, dulce y divertido. Idílica, pintoresca y sacada de un cuadro de Norman Rockwell es Santa Clara, Louisiana, - al menos en el exterior. Debajo de la fachada, es todo menos. Ese es el secreto de Santa Clara. Nacida y criada en Santa...