09 - Chico McCreedy

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Luisita yacía en la cama esa noche con su computadora portátil, asomándose al pasado de Amelia. Leyó cada artículo, pero a lo que le prestó más atención fueron las fotos. Dado que Tyler era menor de edad, no había nada de él, pero sí un montón de Amelia. Si ella no hubiera conocido a Amelia, no habría reconocido la mirada trillada en sus ojos. 


Había bastantes fotos de la morena saliendo de su casa o entrando en lo que parecía ser la clínica veterinaria de su hermano. Luisita pensó que se había visto obligada a volver a su negocio familiar después del estallido del escándalo, algo que Amelia había admitido que no quería hacer.


Una de las cosas que más disgustó a Luisita fue que en casi todos los artículos, entrevistaron a la denunciante, Sarah Harkin, y le mostraron su foto. Luisita tuvo que preguntarse si Sarah estaba aprovechando sus quince minutos de fama a expensas de la reputación de otro. 'Como madre, me sentí obligada a ir a la policía; no querría que mi hijo sufriera en manos de un pedófilo, hombre o mujer'.


Luisita se preguntó si ella se habría manejado de igual forma. ¿Y si hubiera escuchado que alguien supuestamente estaba abusando de uno de los amigos de Luna? Lo informaría, sí, pero ¿querría que su cara salpicara todo el Internet y la televisión? Echó un último vistazo a la imagen de Amelia antes de apagar su computadora. 


Mantendría el secreto de Amelia porque era lo correcto, pero esa no era la única razón, y eso le molestaba. Se atrevía a dejar que su interés por su nueva amiga floreciera.





****




Amelia y Deana meticulosamente reorganizaron su agenda para el día. Deana no preguntó por qué, y la doctora no reveló sus planes; estaba sentada en la misma silla en el porche de Luisita como lo había hecho la noche anterior, esperando a Luna y, con suerte, al niño de McCreedy. 


El sentido común le dijo que debería haberle dicho a Luisita lo que Luna le había dicho, pero su lado caballeroso quería evitar a Luisita la ira de los McCreedy. Ella ya había visto su trabajo en el gato, y eso solo la molestaba.


En la distancia, vio a tres niños que subían por la acera. Dos gorditos pequeños y un alto decentemente construido adolescente en el medio.


− ¿Cuánto quieres apostar a que el grande es el McCreedy? − Se dijo Amelia a sí misma. 


Miró a la derecha hacia el porche de Manolita y dudó que ella la hubiera visto entrar en el camino de entrada de Luisita. Si lo hubiera hecho, Amelia no tenía ninguna duda de que Manolita ya habría salido. 


En la cena de la noche anterior, Manolita había comentado que Luisita era la única que recogía a Luna en el autobús y que Manolita era la que la sacaba. Amelia esperaba que los niños y el autobús llegaran al mismo tiempo y antes de que Manolita los pudiera detectar, para que tuviera la oportunidad de conversar con el acosador.


Amelia escuchó el inconfundible sonido de un autobús y los frenos chillando mientras se detenía a su izquierda. Los niños se bajaron mientras los chicos que había visto corrían por el grupo, el más grande de los tres empujó a un niño pequeño al suelo mientras pasaba y seguía corriendo. Estaba claro que estaban apurados para alcanzar la siguiente parada, y sin duda sería la de Luna. 

Luimelia en - El Secreto de Sta. ClaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora