20 - El plan

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− ¡Mamá! − Gritó Luna mientras corría por la puerta principal con Amelia detrás. − Vi a una perra teniendo cachorros, ¡y salieron de su trasero! − Antes de que Luisita pudiera formular una respuesta, Luna corrió a la cocina y le gritó lo mismo a Manolita.


Luisita aprovechó el breve momento solo y besó a Amelia rápidamente.


¿Dejas que mi hija vea a los cachorros caerse del trasero de una perra?


− ¿Conoces a Tina McCord? − Amelia miró por encima del hombro de Luisita antes de darle un beso.


− ¿Joven madre de 18 niños, parece que la han pasado por el exprimidor?


− Esa es ella.− Amelia sonrió. − Su descripción fue muy amable, uno de sus hijos llevó a un muy esponjosa vagabunda que nadie se dio cuenta de que estaba embarazada. Tina le dijo que había algo que sobresalía de su trasero. Con todo el pelaje, realmente se veía de esa manera. Ella no sabía que la perra estaba en labor de parto.


Luisita frunció los labios.


− Supongo que voy a tener muchas explicaciones que hacer ahora que Luna ha sido testigo del milagro del nacimiento.


− Ajá. Ella tenía mil millones de preguntas que desvié lo mejor que pude. Cariño, también vamos a tener una charla sobre mi papel en la vida de Luna porque en este momento, no estoy segura de dónde pisar.


− Lo sé, amor. − Luisita suspiró. − Esto es todo un territorio desconocido para mí, también. Mamá y yo tuvimos casi la misma discusión de hoy. Ha estado pesando mucho en mi mente. Decirle a mamá parecía el mayor obstáculo, pero Luna y todos los demás son igual de intimidantes.


− Siempre existe la opción de no contar nada.


Luisita no pudo resistir la tentación de tocar a Amelia. Lo hizo sin asegurarse de que la costa estaba despejada y acarició la mejilla de Amelia con amor.


− Aprecio que me hayas tirado ese hueso. Hace unos días, lo habría cogido y corrido con él. Pero mi perspectiva ha dado un giro radical en las últimas veinticuatro horas, y estoy bastante segura de que evitarla no es la respuesta.


Amelia parecía estar aturdida. Abrió la boca para hablar, pero cambió de opinión cuando vio a Luna corriendo hacia la sala de estar.


− Mamá, la señora McCord dijo que podría tener uno o todos los cachorros si te parece bien.


Luisita miró a Amelia y entrecerró los ojos.


− Estoy empezando a repensar mi decisión de dejarla ir a trabajar contigo, aunque ya es un poco tarde − Acarició el cabello de Luna. − Mi vida, ya tenemos Peepers, y él come más que un caballo. Probablemente también odiaría tener que compartir su casa con un perro.

Luimelia en - El Secreto de Sta. ClaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora