Un disfraz de persona.

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- Bueno, continuemos la historia de porque le hice eso a mi esposa.- comentó con una siniestra sonrisa.

- Perdona que te interrumpa, si te comes a los criminales, ¿para qué tienes al lobo?-pregunté con una expresión incómoda.
- No todos los días me apetece ese tipo de carne - respondió con su habitual sonrisa diabólica.

Continuando la historia, al largo de la semana fuimos devorando a mi paciente, o lo que quedaba de él.

Un día fuimos a hacer un picnic, en un parque cerca de la casa. Nadie hubiera dicho que la carne que había en el bocadillo era de un humano.
Un perro se acercó y le di un trozo, lo engullo como si se tratase de un pollo.

Luego fue con su familia y le chupo las manos a la mujer. Que pensaría ella si supiera de donde procedía lo que acababa de ingerir su querida mascota.

Los animales no reflexionan sobre lo que están comiendo, me pregunto si se podrían comer a alguien de su misma especie.

Al volver a casa pusimos las noticias.

- Estamos en el lugar de los hechos, otro bebe ha sido encontrado abandonado en el parque de la ciudadela. Es el segundo desde lo que va de mes. La policía está buscando a sus padres, pero están en paradero desconocido. El lugar donde ha sido encontrado muchas personas consumen marihuana, los agentes teorizan el posible consumo de sus padres- explicaba la reportera

-Justo acabamos de venir de allí, la justicia no castigará al criminal como es debido. Vamos a investigar – le comenté a tu tía.

Allí, fuimos a hablar con tres tipos que estaban claramente colocados.
Fumar hierba en sitios públicos está prohibido, por lo que probablemente la policía hacía la vista gorda.
Por el nauseabundo olor que hace ese tipo de sustancias no me acerque mucho a ellos.
-hola, ¿sabéis algo de los padres del bebe que se encontró por aquí?-
- Ni idea tío. ¿Tú no serás poli?- preguntó con desconfianza.
- No – respondí fríamente
- ¿quieres un porro? Preguntó con una gran sonrisa en su rostro.
-No, gracias-
- oye, me has caído bien. Hoy hacemos una fiesta en mi casa, ¿te vienes?- mientras hablaba tenía la mirada perdida y una sonrisa estúpida.
- claro- Accedí porque era posible averiguar algo en aquel paraje.
Le dije a mi mujer que volviera a casa y me despedí con un beso.
Tuve que abrir la ventana del coche en que íbamos, para oler menos el nauseabundo olor de lo que fumaban. En más de una ocasión pensé que el conductor nos iba a estrellar. Ese día juré que no volvería a subir a un coche en que el conductor fuera fumado.
Al entrar en el piso no daba crédito a lo que estaba viendo, la mayoría de asistentes estaban tirados en el suelo dando vueltas y alucinando.
Uno estaba dándose cabezazos contra la pared, otro riéndose como un loco. También había que esnifaban cocaína en el suelo, en aquel lugar pude ver que tan bajo podía caer el ser humano.
Esperé a que los marihuanos con los que había venido se drogaran y entonces fui a hablar con quién suponía que las vendían.
Un hombre obeso y con la cara vacía de expresión estaba sentado en una silla. A sus dos lados, dos gigantes rapados, lo miraban con dureza.
Antes de que pudiera reaccionar, uno de ellos cayó en el suelo con las costillas rotas.
Ni siquiera con su tamaño aguantaron tres golpes de un experto en karate, el otro le lanzo una patada y sin mayor dificultad la esquivo. Luego de una patada voladora a la cabeza lo tumbo.

- ¿Qué es lo que quieres?- pregunto con una voz temblorosa. La cara inexpresiva del jefe de los matones se había convertido en la del terror absoluto.
- Venía a preguntarte algo. Pero viendo lo que has hecho con esta gente de mente débil, te daré el castigo que mereces- Luego de responderle, lo deje inconsciente de una patada frontal en la cara.
Las únicas tres personas que me hubieran podido evitar castigar a los presentes, ya no podían hacer nada.
Prendí fuego a las cortinas rotas, cogí las llaves de la puerta y al salir la cerré.
La muerte los liberaría del horror de la adicción a esas malignas substancias, corrompidos por los demonios que se las vendieron, harían lo que fuera por obtenerlas.
No estaba de acuerdo con los pensamientos de mi amado. Pero no podemos estarlo en todo.
¿Acaso la pasión que siento hacia él me habrá segado?
Marco continuó la narración:
Cuando estaba saliendo del edificio, oí los desgarradores gritos de aquellos drogadictos y una bonita sensación recorrió todo mi cuerpo. Una que solo se puede experimentar cuando ayudas a los demás. Las llamas purificarían sus cuerpos putrefactos y así encontrarían la paz eterna.
Cuando llegue a casa puse las noticias y estaban hablando del piso que quemé.
Al saber que no había habido supervivientes sentí una inmensa alegría.
Al contarle todo a Laura, ella respondió con una maligna sonrisa:
- Ojalá hubiera ido yo también, nunca he quemado a nadie-

Es curioso que Marco no se dé cuenta de que él también sonríe de una forma siniestra.

- ¿Cuándo fue la primera vez que mataste?- le pregunte a mi esposa
- Fue a los veinte- el rostro se le ensombreció al responderme.
Ella me lo confesó todo y a medida que hablaba empezó a sonreír. Como si se estuviera quitando un peso de encima.
Toda su vida había llevado un disfraz de persona y por primera vez en su vida le estaba mostrando su verdadera forma a alguien.

Desde niña sentía el impulso de acabar con distintos seres vivos. Empecé con hormigas, al pasar los años mutilé a un gato y escondí lo que quedo de él.
Me resultó realmente entretenido ver como sufrió el felino. Los años pasaron y la curiosidad de como sería hacerle lo mismo a un humano se convirtió en obsesión.
A los veinte Cinco años invité a mi habitación a un mendigo, en una bebida le puse un somnífero y lo maté.
Para transportar el muerto lo tuve que cortar en pedazos. Fue más difícil de lo que pensé, ya que no es tan fácil cortar una extremidad.
Aunque los disfruté, tardé aproximadamente dos horas, al fin con gran dificultad pude poner sus trozos en una gran mochila. Al acabar fui en coche hasta un bosque y allí con una pala enterré el cadáver.
- Tendría que haber sabido que ella era malvada y que no podría controlarla. Me di cuenta de ello demasiado tarde- me conmovió ver una expresión tan triste en una persona como él.

Curiosamente, mi tío no se daba cuenta de que sus acciones no eran precisamente bondadosas.

- ¿A pesar de lo que sabes de mí, sigues amándome?- pregunto con voz entrecortada.
- si-

Nos besamos y volvimos a la ciudadela a investigar.

Allí, volvimos a preguntar a unos fumados.
- Recuerdo que una mujer de pelo largo, negro, habló con mis amigos poco antes de desaparecer – dijo con una estúpida sonrisa.
Al mirar hacia mi acompañante, su cara se puso blanca de horror. Él y sus amigos se fueron corriendo, como si hubieran visto el mismísimo diablo.
Entonces recordé una pregunta que me había hecho mi esposa
¿, ya que no puedo tener Hijos, porque no adoptamos uno?
A pesar de haber estado Buscando la culpable, no estaba preparado para saber quien era.






















Se comió a su amante.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora