𝓲𝓭𝓲𝓸𝓶𝓪𝓼

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Es increíble como los hechos se han desencadenado de esta forma; una placentera forma, debe admitir. Una tarde está en el local hablando con el italiano mayor acerca de cualquier banalidad, no la recuerda con exactitud, riendo de las tonterías salidas de su boca, y a la siguiente ya están teniendo una cita por las pobladas calles de Marbella. Ha sido natural, por fin la tensión sexual incitándolos a conseguir más, siempre más como los voraces seres que son.

Caminan uno al lado del otro, chocando los hombros ocasionalmente en una provocación de continuar ese raro juego entre ellos, diciendo entre líneas, vamos, atrévete, aventúrate intrépido a lo desconocido, verás cuán regocijante puede ser.

Sus personalidades colisionando entre sí, una irrefrenable búsqueda constante de dominar, amaestrar, al contrario, reducirlos a una fiel mascota y su comprensible amo; someterse a sus íntimos y perversos placeres cruelmente. Un juego con pintas peligrosas, la estadística arrojando altas probabilidades de un fracaso; de que terminen ardiendo en sus corazones llenos de gasolina. Las amarillentas luces de las farolas iluminan el pavimento de los incautos, otorgan una ambientación de secretismo, cómplices de las plateadas estrellas moteadas en el negruzco y vasto cielo. Los grillos estridulando en algún remoto y furtivo lugar, las extensas alas de sus diminutos cuerpos frotando rítmicamente sus élitros, como un experto violinista al deslizar las ásperas crines de su arco sobre las cuerdas.

Continúan en el tira y afloja, preguntando socarronamente con esas sonrisas quién será el primero en dar el paso, torcer su brazo; es una lucha de egos por ver quién se convertirá en el perdedor y quién el vencedor. Bailan alrededor del otro, atraídos por una invisible e irresistible fuerza, que los empuja a adentrarse en un torbellino de loca pasión. Se cogen de las manos y huyen, bohemios, de la luz de la luna, la única testigo de sus travesuras; las piernas de ambos adultos se mueven en grandes zancadas, veloces y etéreos, una carrera a contra reloj de sus profundos deseos.

No lo soporta más, las manos picando en ansias, el mexicano agarra los anchos hombros de su acompañante, inadvertido, y lo obliga a meterse a un callejón, donde lo empotra en una pared de espaldas con un duro y doloroso golpe, ganándose un jadeo seguido de una risilla, arrogante y descarada.

—È tutto quello che hai, Salinas? (¿Es todo lo que tienes?) —La sensual tonada en esas queditas y soberbias palabras, lo hacen compararlo con el siseo de una serpiente. Entendiendo lo dicho al ser un poliglota nato, esas palabras son estimulantes para su ingle, que se estremece, aceptando el tentativo reto y sin perder el tiempo, acallando esa insolente boca que solo sabe hablar estupideces según su criterio, toma la mandíbula del italiano entre sus dedos, aprieta y fuerza a que la cabeza se incline, conectando miradas, penetrante chocolate contra desafiante cielo.

—A ver, pequeña escoria —escupe soez con la voz que se torna ronca en cada nota, empañada por la lujuria y acto seguido con la mano que tiene libre, mete dos dedos en la cavidad bocal del rubio, sin consideración y sádico, se la folla hasta tocar su campanilla, incesante, haciendo salivar excesivamente al petulante mocoso, acelerando su respiración—. Dirígete a mí con respeto, o no tendré consideración cuando me coja ese espléndido culo que tienes.

Pega sus, animadas a este punto, entrepiernas y ondea las caderas en una certera fricción, castigando al individuo aprisionado en la pared de ladrillos. La maltratada garganta del italiano hace un ruido ahogado, asimilándose a un gemido y Salinas repite la acción, todavía sus largos y esbeltos dedos mancillando la boca del menor; no hay tregua y menos cuando el audaz ser, a pesar de estar siendo doblegado, se carcajea en sus narices. Oh, cómo le desagrada la desobediencia y no porque tenga unas tremendas ganas de follarse al bastardo, perdonará sus acciones, por lo que la mano que sujeta su mandíbula se enreda intolerante y autoritario sobre su garganta, apretando la tráquea lo suficiente para que el oxígeno empiece a escasear y los celestes ojos se nublen por las lágrimas.

𝓹𝓮𝓻 𝓯𝓪𝓿𝓸𝓻𝓮   -  (𝓸𝓷𝓮 𝓼𝓱𝓸𝓽 𝓻𝓸𝓷𝓲 +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora