Capitulo IV

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Todo es tu culpa.

Kiana.

Sin duda alguna mis sobrinos saben burlarse de mi. Allan con sólo tres años supo cómo conseguir que me enojara pero de verdad, y ni hablar de Eimy quien con seis años es bastante cruel a la hora de hacer maldades. Pero esto no se queda así. Ellos querían guerra, ellos comenzaron la guerra, y yo les daré la guerra.

Y es así como terminé aquí, encerrada en el cuarto de mamá mientras busco por internet ideas para hacer bromas. Lo sé soy poco creativa, pero en mi defensa me agarraron desprevenida estos mocosos, y aún estoy aturdida por el golpe que me lleve al entrar en mi cuarto, pues no noté la olla que estaba guindada estratégicamente en la oscuridad de mi habitación. Solo sé que debo tener un enorme chichón en la frente. Pero me voy a vengar, eso es seguro.

Tras estar elaborando mi broma por un buen rato, decido salir al ataque con toda mi artillería.

Uy, pero que dramática te has vuelto.

Niego con la cabeza mientras me dirijo a las escaleras, y pongo pegamento de secado rápido en ellas. Llamo a mis sobrinos para que suban un momento, pero en lugar de subir, ellos se dirigen rápidamente a la puerta de la salida de la casa. Instintivamente corro para alcanzarlos, pero no me percaté del pequeño detalle que había en las escaleras, y ahora ese pequeño detalle se convirtió en un gran detalle. ¿Mencione que el pegamento era de secado rápido? ¿Mencione que iba además con los pies descalzos? Definitivamente hoy no es mi día de suerte. Me percato de que los mocosos no pudieron salir de la casa, y ahora mi reacción me pareció absurda pues yo había cerrado la puerta con seguro. Agh, en este instante me detesto.

—Tía Ki, tía Ki, creo que se te pegaron los pies.

—Wow, creo que con tu aporte de inteligencia construirían una nave espacial, Eimy. ¿Qué sería del mundo sin ti?— ironizo pero es obvio que ella no lo entendió, así que me dedico su más grande sonrisa. Pero luego sin inmutarse añadió:

— Muchas gracias. Pero eso no significa que la guerra terminó— sonríe malévolamente— ¿A que no, Allan?

— No, no, no— dice el pequeño diablillo mientras ríe— tia Ti, hoy deremo dos danadores — no puedo evitarlo y suelto una carcajada. Mi sobrino aún no sabe hablar muy bien. Siempre suelta sus palabras a lo loco.

—Podemos hacer un trato,¿va?— pero ninguno se inmuta ante mis palabras— les prepararé un pastel si me ayudan a salir de aquí. Lo prometo.— digo sabiendo que tengo las de perder.— Llamen a su tío Brendan y díganle que necesito el removedor de pegamento, por favor.—Gracias al cielo que ambos obedecen.

Una hora más tarde y con mis pies enrojecidos, estoy en la cocina, preparando el dichoso pastel. Claro que ya no aguanto el dolor de cabeza, puesto que el chichón ya es bastante notorio, ademas mi frente está levemente amoratada. Sin inmutarme ante eso último me pongo manos a la obra, preparando el dichoso pastel. Lo que mis sobrinos no saben es que todo fue parte de mi plan, y no tienen la menor idea de con quien se metieron. No saben la sorpresa que les espera dentro del pastel.

Allan, Eimy. Sean bienvenidos al programa "con Kiana nadie se mete" presentado por la original, la espléndida, la fascinante, la radiante y la persona más cool de este planeta. Si, si, si, si. Estoy exagerando. Dejémoslo en que lo presenta su humilde servidora Kiama -que por cierto no se queda con nada- bueno en fin, ya tengo mi broma bien planificada. Nada puede salir mal.

Como era de esperarse, los niños no están en la sala, supongo que deben estar elaborando la siguiente broma. Se que son pequeños y pareciera que yo soy la mala, pero no. Mi pobre frente pagó las consecuencias por subestimarlos. Está hinchada por su culpa. Pero esto no se quedará así.

Seis de junio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora