Capitulo XXVI

3 1 0
                                    

Todos somos una melodía sin descanso resonando en el mundo.

31 de diciembre, 2020.

Muy pocas veces me he detenido a pensar en todas las oportunidades que se me han presentado para salir adelante. Oportunidades que no había visto porque no creía en mi, sentía que yo nunca alcanzaría nada y me limitaba a no hacer el ridículo. Durante años oculté mi voz de todos porque sentía que a nadie le gustaría; siempre le buscaba todo lo malo a lo que me rodeaba, jamás cantaría una de mis canciones delante de alguien más; simplemente porque me aterraba que no le gustara a nadie. Y el día de hoy me he dado cuenta de algo. Algo que cambió completamente mi manera de ver las cosas, y es que, ¿a quién le importa si mis canciones no le gustan a todos? ¿Que importa si mi voz es desagradable para alguien? No debería afectarme porque no soy santo para que me prendan vela, ni soy una joya para andar deslumbrando a las personas. Soy Kiana un ser humano que tiene sueños que quiere cumplir, un ser humano capaz de sentir. Que cuando escribe sus canciones y cuando canta, siente que es realmente ella. No necesito la aprobación de otros para querer luchar, no necesito intentar impresionar a nadie. Solo debo hacerme sentir orgullosa a mi misma de lo que haga.

Tantos años intentando que otros miraran que si sirvo para algo, tratando de que dejaran de pensar que yo era una buena para nada, tanto tiempo luchando por no ser eso que ellos veían en mi. Hasta que justo ahora me doy cuenta de que realmente la única opinión que debería importarme es la que yo tenga de mi misma. No tengo porque intentar convencer a todos de que sirvo, de que valgo más de lo que creen, de que no soy una buena para nada. No, basta de minimizar todo el esfuerzo que he hecho hasta el día de hoy. Que aunque otros no lo vean ha sido mucho.

He tenido que lidiar con mi mente durante años, con inseguridades que me atormentan, con sentir que no servía, con las ganas de no continuar nunca más, con la ansiedad carcomiéndome hasta los huesos, con un dolor infinito hundiendo mi pecho, con las ganas de que todo terminase algún día cercano, con el miedo a no ser suficiente para el resto, con el miedo de pensar que soy cobarde, con esconder del mundo mis verdaderos pensamientos, con la cantidad de tiempo que tuve que fingir ser diferente, con mil ganas de gritar que estaba cansada sabiendo que solo me juzgarían porque "no tenía por qué estar cansada si yo no hacía nada", con una pesadumbre en mi pecho que cargaba día tras día, con crisis en las que pensaba que nada bueno saldría de mi, con miedo a que todos a mi alrededor desaparezcan de mi lado, con mil luchas internas. Si, demasiadas cosas con las que he lidiado durante los últimos años de mi vida, y aún así solo me preocupaba la opinión de otros. Cuando solo debía reconocer algo importante.

¡No estoy bien! Y eso no tiene nada de malo. Ósea si, porque repercute en mi vida y me hace daño. Pero esta bien no estar siempre bien. No todos los días son los mejores. El problema está cuando es una carga que llevas contigo cada segundo de vida. Y eso es justamente lo que me ocurre, así que solo debo aprender a pedir ayuda, porque yo Kiana Marie reconozco que no puedo sola, necesito ayuda.

Estaba decidida, y mi meta para este nuevo año sería seguir intentando ser valiente, pero esta vez no lucharía sola. Esta vez iría a terapia, buscaría la ayuda adecuada para lidiar con mi salud mental, porque está más que claro que si no estoy estable, mi vida jamás logrará estabilizarse.

¿Cómo es que había pensado que la felicidad sería algo que alcanzaría aunque no lidiara con toda la basura que tenía en mi mente?

¿Cómo es que creía que mi felicidad dependería solo de aprender a amarme,  si no le sumaba a eso el aprender a sanar viejas heridas?

Dasher tenía razón cuando años atrás me dijo que algún día pegaríamos aquel calendario roto, cuando me dijo que algún día yo estaría bien. Hasta hace poco esto no lo podía creer con seguridad, pero hoy, hoy treinta y uno de diciembre de el año dos mil veinte he quitado una venda de mis ojos. Porque a partir de hoy, no pienso seguir batallando sola, no pienso seguir sin descubrir que es lo que atormenta tanto a mi ser. A partir de hoy voy a salir y ser yo misma, la Kiana que siempre he querido ser.

Seis de junio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora