Namjoon 1/2

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Prov Namjoon 1/2

Tomé el teléfono y cuando este comenzó a sonar lo llevé a mi oreja, dos tonos más y mi madre contestó, le avisé que llevaría a mi novia a conocerlos y se alegró, muy a su manera era lo hizo.

La entiendo, no fue fácil para ella, así como tampoco lo fue para mi. Yo tuve la milicia como escapatoria por lo ocurrido, en cambio ella debió quedarse en el mismo barrio donde se hablaba de que el gran hijo de la familia Kim fue abandonado en el altar por su novia de adolescencia y luego meses después se descubrió que esta tenía una aventura con su maestro de pintura.

Había conocido a Kang Mein cuando teníamos 17, esa linda chica que se mudó al vecindario por el nuevo trabajo de su padre, nos hicimos amigos, tenía claro de que cuando terminara la preparatoria partiría a la milicia y así lo hice, un año después regresé era segundo teniente y mis padres estaban llenos de orgullo.

Le pedí salir y aceptó, luego nos hicimos novios, a distancia claro está. Cada que podía iba a verla. Los entrenamientos eran cada vez más duros, pero los horarios eran mejores.

Comenzamos a planear el casarnos, para esto me pidió dejar la milicia, lo hice.

Dejé todo y regresé para casarnos, trabajaba en la ferretería de mis padres y aveces daba clases de Judo. El día de la boda llegó, nuestros padres estaban emocionados y todo estaba tan perfecto que parecía un sueño.

Ella no llegó.

Me dejó plantado esperándola y cuando su padre llegó apenado a decir que no llegaría mi mundo se derrumbó. Pasé los meses siguientes encerrado, luego se supo lo de su aventura lo cual era la verdadera razón de él porque no se presentó al altar.

Huí

Corrí donde nadie supiera lo que me había pasado y regresar a la milicia me pareció lo más sensato.

Hace dos años llegó al batallón Park Jiun una teniente un poco peculiar. Era bastante baja de estatura, lo que hacía que los demás se burlaran de ella, pero eso no parecía molestarle.

Luego estaba esa personalidad dulce que la caracterizaba, otra razón para que los demás la creyeran poco apta para la milicia, aunque eso cuando esta tomaba un arma es sus manos, la que fuera, grande o pequeña, de alto o bajo alcance, cambiaba ya que era capaz de dar en el blanco sin siquiera tomarse el tiempo de apuntar.

Quedé fascinado cuando la vi tirar, pero aún estaba reacio al amor, así que no intenté acercarme a ella.

Esta muy por el contrario buscaba cualquier oportunidad para acercarse a mi, me hacía preguntas, me pedía ayuda y en algunas ocasiones me pidió ayudarla con su resistencia física.

Me arrepentí de hacerlo al momento que la vi llegar a las 5 de la mañana con un muy pequeño modélico en licra que no dejaba absolutamente nada a la imaginación.

Los primeros 5 minutos de recorrido los pasé preguntándome si llevaba ropa interior o no, al día siguiente llegó con otro igual pero en color blanco, si llevaba.

Se había puesto una tanga para correr y levantar pesas.

Tomaba tantas respiraciones para calmar los deseos que su cuerpo provocaba en el mío que acabé más exhausto que de costumbre.

Dejé de aceptar sus invitaciones o sus pedidos de ayuda desde ahí, pero esta siguió insistiendo.

Cuando fui nombrado capitán esta vino a mi oficina con un pastel que le había encargado traer a su mamá, quería compartirlo conmigo, así que vi ese momento adecuado para aclarar los puntos.

Yo no estaría con ella, exactamente eso le dije y vi como la sonrisa que siempre llevaba se desvaneció de su hermoso y tierno rostro.

Se marchó dejando todo el pastel para mi y excusándose sobre que tenía algo que hacer, desde ahí cada vez que nos encontrábamos esta dirigía su mirada a algún otro lugar o persona, solo me saludaba por ser su superior y comenzó a alejarse de los grupos ya que mayormente en estos me encontraba yo.

Cuando pedía a algún teniente para asistirme con mi equipo esta quien siempre se ofrecía entre sus compañeros dejó de hacerlo, la extrañaba.

Extrañaba su tierno rostro puchereando cuando apuntaba el arma y su sonrisa cuando daba en el blanco, sus atenciones hacia mí y lo dulce de su olor.

La poca indiferencia que me quedaba se fue cuando esta pidió una semana por enfermedad, estaba tan preocupado por ella que me vi buscando su información para contactar con sus familiares.

Resulta que no era ella la enferma, era su madre.

Murió esa semana, no creí correcto ir cuando la había tratado tan mal, pero tenía intenciones de decirle lo mucho que lo sentía cuando regresara.

Lo hizo 15 días después, estaba cambiada, no físicamente sino su forma de ser, su mirada era más dura y comenzó a cambiar de actitud cuando los demás hacían algún comentario sobre ella, ya no sonreía como antes y no me permitía acercarme.

Pasé un año tratando de acercarme a ella nuevamente como su amigo, esta estaba tosca y reacia a mi cercanía, cuando tenía práctica de tiro con mis subordinados esta evitaba a cualquier costa ser quien supervisará la acción.

Harto de todo la llamé a mi oficina, debía hablar con ella, no fue.

Me molesté bastante y fui a su cuarto, toqué varias veces y cuando la puerta fue abierta esta estaba envuelta en una sábana, había enfermado y ni siquiera lo había comunicado, así que cuando le pedí ir a la enfermería se negó a ser acompañada, fue sola pasando por mi lado e ignorando mi presencia.

Discutimos mucho ese día, me arrojó las medicinas a la cara y luego comenzó a llorar porque le dolía el cuerpo.

La cargué sobre mi hombro y la llevé a mi cuarto, no era muy cómodo pero si más que el suyo, luego fue una tortura tratar de ganarme su confianza ya que estaba recentina por haber sido rechazada tan cruelmente.

He de admitir que decirle a alguien que guste de ti "yo no estaría contigo" y no agregar nada más fue un poco cruel.

Así que me vi 5 meses rogando por un poco de su atención hasta que me dio el si.




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Dí Gracias (2ª)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora