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- edades: Iván 17 / Rodrigo 17
___________________________________________[Viernes 00:00am]
Pov'Iván
El sudor que recorría nuestro cuerpo se enfriaba al chocar contras las frías ondas de viento, provocando escalofríos en la piel.
Veía sus ojos brillantes y sus labios agitados, sus mejillas estaban rojas y su cabello desordenado.
Mi vista no se atrevía a mirarlo por completo, a penas mis ojos podían verlo disimuladamente y aún así no se dejaba de manifestar ese odioso sentimiento.
Sus manos pasearon por sus piernas, inclinándose sobre estás para recuperar su respiración.
Eche mi cabeza para atrás buscando lo mismo.
El azul de aquel cielo se fue oscureciendo a medida que la respiración de Rodrigo se iba tranquilizando. Y aquella luz brillante se comenzaba a esconder por mi izquierda. Llevándose a las nubes con ella y trayendo al fuerte viento junto una cálida luna.
"Es mejor ir volviendo a casa"
Con ya la voz adecuada Rodrigo musito tales palabras, asentí a él y sentí como iba acomodando su ropa a medida que se levantaba del asiento.
Cerré mis ojos tratando de tomar el control de mis pensamientos, en verdad deseaba quedarme un momento más así... Con él.
Descansando nuestros cuerpos, disfrutar nuestro silencio pero compartir hasta el último segundo de este.
Aún no estaba preparado, necesitaba repasar las oraciones frente el espejo una vez más, me vería como un ridículo diciendolas, serían correctas.
Cómo haría para mantener el nerviosismo, como debía actuar ante esos resplandecientes ojos ante esos juzgadores labios ante ese semblante de tensión que me provoca su mirada...
El miedo se aferraba a mis acciones sin ganas de irse de ahí, no podía dejar de imaginar cada escenario posible eso me estaba matando y lo venía haciendo desde hace más de dos años.
"Vamos?"
Aquellos minutos desaparecieron espontáneamente como si no hubieran sucedido, dejando solo más confusión.
Accedí a su propuesta levantándome con precaución de chocar con su visión.Tome mis cosas e iniciamos la caminata hasta su hogar.
[...]
Escucharlo era como una melodía, aquellas cosas tan ocurrentes y divertidas que salían de su boca dibujaba una leve mueca en la mía. Divirtiéndome con las traviesas anécdotas que relataba.
La luz se iba disminuyendo a medida que nos alejabamos de la plaza central, la cual era la única zona iluminada por faros. Para luego dar con la solitaria estación.
De repente su voz se callo y sus pasos se frenaron, frenando los míos, salí de mis pensamientos y con curiosidad subí mis ojos para verlo...
Cómo odiar a este tipo.
"Puedo esperar el colectivo solo, no hay problema"