Capítulo Uno

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No sabía cómo recogerme el pelo. Si hacerme una trenza, una cola de caballo o un recogido. Pero la verdad mi pelo era muy difícil de recoger. Se alborotaba constantemente. Y con estos 38 grados en pleno julio en la ciudad; lo único que me apetecía era cambiar de look. Pero la caprichosa de mi madre no quería que me cortara mi largo pelo castaño.
Antes de salir de mi habitación a desayunar, me puse mis gafas de contacto y cogí mis cosas. Llegaba con tiempo a trabajar. Menos mal que alquilé un apartamento para tener privacidad y tener paz. La loca de mi madre me estaría dando voces para que bajara a desayunar porque llegaba tarde. Sin embargo, desde que me hice independiente de mis padres, todo me ha ido genial. Incluso llevo la zona más importante de la empresa de mi padre. Quien no me trata como una niña.
Cuando fui hasta la cocina, comencé a hacerme dos tostadas con un zumo de naranja. Tenía tiempo a llegar al trabajo, por lo que no me preocupaba para nada comer más despacio.
El sonido de mis mensajes comenzó a sonar y pensé que sería mi atolondrado amigo Rafael. Sin embargo, en la pantalla vi que era un mensaje de mi ex.
Lo abrí y antes de leerlo, pensé que aquello era un acoso. Ya que hacía poco menos de dos semanas que lo habíamos dejado. Y sabía que, si le contaba a mi padre lo que me estaba pasando con Oscar, tomaría medidas para una orden de alejamiento. Lo menos que quería es involucrar a mis padres en algo que yo misma rompí porque ya no había amor.
Tenemos que definir cómo vamos a repartir lo que hemos ganado en estos meses que hemos estado viviendo juntos. Escríbeme.
Olvidé nombrar que antes de estar en mi nuevo departamento, viví con Oscar durante varios meses en su departamento.
Puedes hacer lo que quieras. Salvo que mi parte es mía. No me hagas tener que llamar a mi abogado para que tome cartas en este asunto. Mellea. Posdata: olvídate de mí de una vez Oscar. Es lo mejor para todos.
Esperaba que después de este mensaje de texto le hubiera quedado claro de lo que sería capaz de hacer si volvía a molestarme. Tras nuestra ruptura, hemos estado hablando como amigos. Pero tras enterarme que me fue infiel con otra mujer, comencé a odiarlo. Oscar había pasado de ser alguien importante a alguien secundario.
Cuando terminé de desayunar, fregué los platos que había cogido para ello y los puse en su sitio.
Un poco más tarde, cogí mi teléfono móvil y mi bolso. Marchándome después hasta la oficina.
Mientras que conducía con mi coche por las calles de la ciudad, mi teléfono móvil sonó en el coche. Al ver que era Rafael lo cogí enseguida.
―¿Que ocurre Rafa? ―le dije.
―Tienes esperando aquí a un hombre. Según dice, quiere hablar contigo en vez de con tu padre.
―Dile que me espere. No tardaré mucho si el tráfico está tranquilo.
―Vale. Pero dice que tiene algo de prisa.
―Pues dile que estoy de camino. Si no quiere esperar, le entenderé. Pero ahora mismo acabo de salir del departamento y no quiero tener un accidente por que el señor quiera que llegue temprano para hablar con él de lo que desee hablar conmigo.
Me extrañaba que un hombre que apenas me conocía de nada, quería verme a mí en vez de a mi padre. Estoy segura que está buscando algo que no suelo llevar yo. Pero veré que quiere y si puedo ayudarle.
Le metí mucha caña al coche. No quería hacer esperar a ese hombre que quería verme. Y mientras que conducía, iba escuchando el estribillo de la canción de Mala Cara de Lola Índigo.
Fuerte que le pique, reviente, se siente. Ya llegó pa' que se mueve mi gente que te queme con el beat, sigue Pam-pam-pam-pam.
Llegué a la empresa de mi padre con apenas un poco de tráfico.
Entre en la empresa a toda prisa. Ya que sabía el motivo de ello. Un hombre que desconocía me estaba esperando y también desconocía el motivo de ello.
Al llegar a mi ala, no vi a nadie. Solo a Rafael. Que estaba sentado un poco preocupado.
―Buenos días Mellea.
―¿Y ese hombre? ―le pregunté directamente con curiosidad sin darle mis buenos días.
―Se ha ido.
―¿Como que se ha ido?
―Sí. Lo ha hecho hace quince minutos.
Rafa hizo una pequeña pausa.
―Al principio me dio su tarjeta y la he guardado. Después de tanto esperar, se ha marchado.
―¿Desde cuándo llevaba aquí?
―Casi cuarenta y cinco minutos.
―¿Y por qué me tardaste en llamar tanto Rafael? A lo mejor era algo importante.
―Tu padre me mandó a por unos informes para darte y no pude avisarte con tiempo.
―Vale. ¿Aun tienes la tarjeta de ese tipo?
―Sí. Te la he dejado encima de tu escritorio.
―Perfecto. Ahora veré quien es ese tipo.
Entré en mi despacho en pocos minutos y me organicé toda la mañana.
Me pregunté quién sería el hombre que vendría a buscarme a mí en vez de a mi padre.
Encontré encima del escritorio la tarjeta del tipo.
Me sorprendí al ver el nombre Adriel Giuliani en la tarjeta y me quedé un poco pensativa. Sin embargo, ni siquiera me paré a pensar en buscar información suya en internet.
Cogí el teléfono de la empresa y marqué el teléfono del señor Giuliani. Quería saber que quería este tipo de mí que no ha querido trabajar con mi padre.
El tono de llamada comenzó a sonar. Tanto que me olvidé de los mensajes que me había mandado con Oscar.
―Dígame ―dijo una voz masculina demasiado sexy al otro lado del teléfono.
―Señor Giuliani, soy Mellea Campbell.
―No estoy interesado en hablar con usted señorita Campbell. Deberíamos de haber hablado cuando estaba en su oficina.
―Señor Giuliani me pilló un poco el tráfico. Así que, le pido disculpas.
―Ya le he dicho señorita que
―Señor la más interesada en saber que quería usted era yo, así que, usted me dirá cuando podemos reunirnos de nuevo.
―Vale. En ese caso, la reunión será en mi casa.
―¿Y no podría ser en mi despacho?
―No. Si usted está interesada en saber qué es lo que yo quería, vendrá a mi casa esta tarde.
Se hizo el silencio entre los dos y no supe que contestarle. Si se trataba de un negocio importante, mi padre jamás me lo perdonaría.
―Le mandaré la dirección de mi casa a su dirección de correo electrónico, señorita Campbell.
―Está bien. ¿A qué hora quiere que vaya señor Giuliani?
―A las siete de la tarde.
―Vale. Pues espero su dirección y estaré allí puntual.
―Eso espero. Porque la próxima vez no habrá otra oportunidad.
El tipo colgó y me dije por lo bajo que ese hombre era un poco engreído.
Después me puse a ver el informe que me había dado mi padre. Ya que tenía que distraerme para olvidar que tenía que verme con ese hombre en su casa.
Mi teléfono móvil sonó y se encendió la pantalla al mismo tiempo.
Vi que era el correo electrónico y lo abrí enseguida.
Al entrar ahí, vi que el remitente era Adriel Giuliani y con el asunto dirección.
Estuve chequeando la dirección y me percaté que eso está a la otra punta de la ciudad. Un poco lejos de mi departamento. Entonces me dio por pensar en los psicópatas que se habían presentado en la ciudad últimamente.
La puerta de mi despacho sonó y al levantar la cabeza de mi teléfono móvil, vi que quien entraba era mi padre.
―Buenos días hija ―me dijo mientras que se acercaba a mí.
―Buenos días papá ―le respondí con un poco de alegría y después le sonreí.
Él a mi lado, me dio un beso en la mejilla y yo se lo devolví encantada de la vida. Ya que quería mucho a mi padre y no dejaría que nada malo le ocurriese.
―Veo que estas con el informe.
―Así es. Quería revisarlo antes de mi reunión a la siete de la tarde.
―¿Qué reunión?
―Un tal Adriel Giuliani ha venido a verme y se marchó. Le he llamado por que no sabía si era importante y me ha citado en su casa.
―Sí, ahora le recuerdo hija. El señor Giuliani quiere abrir un club de golf y quiere que promocione lo mejor que se pueda.
―Pero, ¿por qué ha querido que yo vaya a esa reunión? Quien tiene que ver en ella es usted padre.
―Lo sé. Sin embargo, el señor Giuliani pidió la opinión de una mujer en vez de un hombre. Y pensé en ti cuando vi tu foto en mi escritorio junto a tu madre.
―¡Maldito engreído! ―exclamé.
Mi padre me miró y me preguntó de pronto:
―¿Qué es lo que te ocurre hoy hija?
Bajé mi mirada y no quería decirle que seguía pensando en lo que nos pasó a Oscar y a mí a pesar de que este tipo quería verme a mí a solas.
―Es Oscar papá.
―Ya entiendo. ¿Qué ocurre con él ahora?
―Me ha escrito un mensaje para decirme que quería definir como íbamos a repartirnos lo que habíamos ganado juntos en estos meses cuando hemos estado viviendo juntos.
―Tendré que tomar medidas ―dijo.
―Tranquilo papá. Se cómo arreglármelas para que Oscar no me moleste más.
―Vale.
Mi padre se movió a la salida y antes de salir, se giró y me dijo:
―Que te vaya bien en esa reunión con el señor Giuliani.
―Gracias papá.
Mi padre terminó por marcharse de mi despacho y me quedé a solas con mis pensamientos. Ya que me seguía matando la curiosidad quien era ese hombre.
Después puse de nuevo mis pensamientos en orden y me puse a trabajar. Ya que quería olvidarme de esa estúpida reunión.

Enséñame a Ser Tuya (Pasos De Acero #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora