Un mes más tarde, todo había tornado tranquilo. No había sabido nada de Axel y de sus intenciones desde que me enteré que había salido de la cárcel.
En ese largo mes, Adriel y yo nos estuvimos entregando a ese placer que nos envolvía. Pero jamás le pedía que me hiciera suya. Ya que mi orgullo seguía manteniéndose en pie.
Óscar en cambio, me puso vigilancia a lo lejos para que Axel no se acercase a mí y a mi familia.
Aquella mañana de agosto, me levanté en mi departamento y me fui a dar una ducha.
Al salir al cabo de diez minutos, fui a la habitación. Donde recordé que tenía una cita con Adriel en mi despacho para hablar del proyecto.
Fui hasta mi armario y busqué algo sexy para ponerme ese día. Y sabía que no era una orden, si no, algo más. Algo que provocaba a Adriel y le hacía poseerme.
Al terminar de vestirme, me fui a desayunar.
Terminé una hora después y me dispuse a irme a trabajar.
Mientras que conducía, puse algo de música para relajarme.
Llegué a mi despacho y a mi sorpresa, Adriel no se había adelantado a esa reunión.
Me organicé un poco con lo que tenía por la mañana y también para esa reunión.
La puerta de mi despacho sonó y eso me hizo tragar un poco de saliva.
―Buenos días hija ―escuché.
Me giré y vi a mi padre.
―Buenos días papá.
Él llegó ante mí y me dio un beso.
―Te traído trabajo ―me dijo.
―¿Para cuándo lo necesitas?
―Para la próxima semana.
―Vale. En ese caso, me pondré después de la reunión de trabajo que tengo.
―¿Qué reunión?
―La que tengo con Adriel Giuliani.
―Al final has aceptado su proyecto.
―Me insistió en volver a hablar. Así que debo escucharle.
―Vale. Pero yo que tu aceptaría ese proyecto.
―Ya veré papá.
―Te dejo esto ―me dijo―. Tengo que salir de urgencias de la empresa. Óscar quiere que vaya allí.
―¿Ha sabido algo de Axel?
―No. Eso es algo que voy a averiguar.
Asentí.
Después nos dimos nuevamente un beso y mi padre se marchó.
En breve, me senté y me puse a ver la carpeta que me había llevado mi padre.―El señor Giuliani está aquí Mellie ―escuché por el telefonillo.
Miré la hora y vi que eran las 11:52 am. Había llegado con un poco de retraso. Algo que me extrañó.
―Hágale pasar, Rafael.
―Vale nena.
Tragué saliva y después pensé en actuar con normalidad como hacia siempre cuando estaba ante él.
La puerta de mi despacho se abrió y cuando Adriel entró, solo me levanté detrás del escritorio.
―Buenos días señorita Campbell ―dijo.
―Buenos días señor Giuliani ―le respondí.
Adriel cerró la puerta y fue hasta mi escritorio.
Le indiqué que se sentase, mientras que yo iba al cajón del mueble derecho y sacaba sus papeles.
De pronto, lo sentí detrás de mí y fue su mano rozando mis caderas lo que me hizo distraerme.
―Llevo tres días deseando de verte ―me dijo en un susurro―. Quiero que volvamos a estar a solas.
―Sabes que tengo trabajo Adriel ―le susurré.
―Me da igual Mellie ―me dijo.
Después bajó su mano hasta mi sexo y hay me giró para que nos mirásemos a los ojos.
―Quiero que cenemos juntos esta noche ―me volvió a decir mientras que acariciaba con mucha suavidad mi clítoris.
―Vale. Pero vamos a hablar sobre el anuncio. Que es por lo que te he citado.
Sin embargo, Adriel me ignoró y girándome, me besó por sorpresa.
Él me llevó hasta el sofá que tenía al lado derecho aun con ese beso.
En segundos, me tumbó ahí y continuó besándome y envolviéndome para conseguir su propósito.
Después soltó mis labios y bajó por mi cuello.
En breve, noté su mano sobre mi trasero y lo tocó sin parar.
―Adriel por favor... ah... ―gemí por lo bajo―. Vamos a ceñirnos a la reunión.
―La única reunión que deseo es a ti con unas cuerdas ―me respondió.
La puerta de mi despachó sonó y Adriel se quitó de encima de mí.
En breve, se sentó y yo me senté colocándome un poco el pelo.
―Adelante ―dije.
La persona entró y vi que era Rafael. Que entraba con unas carpetas.
―Perdón por interrumpir, pero aquí tienes unos documentos.
―Rafa, me los hubieras dado cuando acabase mi reunión con el señor Giuliani.
―Lo siento.
―Vete ―le dije―. Luego me los das.
―Vale Mellie.
Y Rafael se marchó.
―Mierda ―dijo Adriel―. Ahora que hago con esto ―me señaló su erección.
Me encogí de hombros.
―Después de la cena, quiero desquitarme.
Sin embargo, no le dije nada.
Después, empezamos aquella reunión.
Tras terminarla, Adriel se levantó y fue hasta la puerta.
―Le espero a las nueve en el restaurante que está a cuatro manzanas de su departamento señorita Campbell ―me dijo.
―De acuerdo, señor Giuliani.
Después abrió la puerta y Adriel terminó por marcharse.
En segundos, Rafael entró y le miré:
―¿Estás bien? ―me preguntó.
―Si.
―Puedo saber qué es lo que hacías con Giuliani.
―Nada que te interese. Dame esos informes y déjame trabajar.
―Sí, señorita Campbell. O debería de decir señora Giuliani.
―Cállate.
Le miré y Rafael estaba sonriendo.
Después se marchó y me quedé a solas estudiando esos informes.Llegué a las 20:53 pm al restaurante que Adriel me había dicho.
Vi que él estaba esperando en la entrada. Donde no tardó en sonreírme.
En breve, el recepcionista nos llevó a la mesa. Donde el camarero nos sirvió rápidamente una botella de vino.
Ambos nos quedamos a solas y Adriel me miró diciéndome:
―No te lo dije esta mañana por que estaba envuelto en la pasión, pero estas maravillosa Mellie.
―Gracias ―le respondí.
―Eso sin contar lo hermosa que te pones cuando voy a poseerte.
―Donde casi me posees ―le corregí.
―Cierto.
Hicimos una breve pausa.
―Brindemos por nosotros ―dijo de nuevo.
Y alzamos nuestras copas. Donde bebimos en breve.
Dejamos las copas encima de la mesa y me preguntó:
―¿Cómo va nuestro proyecto?
―Bien. En unos días vendrá mi amigo desde los estados unidos y comenzaremos a grabar.
―Perfecto. Pero deseo que estés tú en él.
―Adriel no voy a exhibirme para público que le gusta el porno. Ya sabes el motivo.
―Vale.
Mi teléfono móvil sonó y vi que era un número que desconocía.
Lo descolgué y dije:
―Dígame.
―Hola nena.
La voz me dejó helada. Donde me disculpé con Adriel y fui un momento al cuarto de aseo.
Cuando llegué, me puse a dar vueltas como una loca sin saber que decir.
―Me echabas de menos ―dijo de nuevo.
―¿Cómo demonios has conseguido mi nuevo número Axel? ―pregunté.
―Tengo mis contactos.
El silencio se hizo un poco incómodo, hasta que él dijo de nuevo.
―Estás muy sexy con ese vestido que llevas puesto. El tipo que te acompaña es un hombre con suerte. Es una pena que pronto vaya a buscarte para estar juntos de nuevo.
―Estás loco si piensas que voy a irme contigo.
―Lo harás. Y ya sabes cómo hago yo las cosas.
Después colgó el teléfono y me quedé parada sin saber que hacer.
En breve, salí del cuarto de aseo y fui hasta la mesa.
Cuando estuve ante Adriel, cogí mis cosas y le dije:
―Debo irme.
―¿Qué ocurre?
―Algo familiar. Mi madre se puso enferma.
―Espera, voy contigo.
―No. Come la cena. Prometo que te recompensaré por mi marcha.
Me marché finalmente en segundos de su lado. Ya que tenía un poco de miedo a que Adriel supiera de la existencia de Axel.Al llegar a mi departamento, eché la puerta con llave y busqué mi teléfono móvil con mucho nerviosismo.
Busqué rápidamente el número de teléfono de Óscar y lo marqué.
Mientras que esperaba a que me cogiera, pensé en el pasado. Fue como un puñal que se clavaba por mi espalda.
―Hola Mellie.
―Óscar, ¿podrías ir mañana a la oficina?
―¿Ha ocurrido algo? ―me preguntó.
―Sí. Pero es algo que tienes que oír en persona.
―Vale. Iré sobre las doce.
―Gracias Óscar.
Después colgué el teléfono móvil y lo dejé a un lado.
Me cambié al pijama de seda y escuché el pitido de mis mensajes. Pero ni siquiera me paré a abrirlo y leerlo.
Me tumbé encima de la cama y me puse a pensar de nuevo en el pasado. Uno que parecía perseguirme hasta que pagase de nuevo algo que no debía.
Al terminar de pensar en Axel, comencé a pensar en lo que había hecho Adriel. Y no me gustaba quedar una cena a medias cuando estaba siendo la noche muy agradable.
Después, cerré mis ojos y dejé que el sueño me envolviese para olvidar la llamada que había recibido. Aunque sabía que me costaría si aún seguía pensando en ese pasado que me atormentaba. Algo que haría hasta que resolviese mis asuntos con el pasado que tenía junto a Axel. Cosa que jamás quería arreglar. Pues mi pasado era algo que no quería recordar y resolver para nada.
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Enséñame a Ser Tuya (Pasos De Acero #1)
Любовные романыMellea Campbell es una mujer que lleva su día a día trabajando en la empresa de publicidad de su padre. Una chica trabajadora que salió de una relación en la que ya no había amor. Tras dejar su relación, continuó con su vida fuera de estas. Solo tra...