Capítulo Dieciocho

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Me desperté y vi que había salido la luz del sol. Por lo que me pregunté cuanto había dormido.
Volví a notarme inmovilizada y eso me hizo forcejear.
―No vas a soltarte jamás ―escuché―. Y más después de lo que me hiciste ayer.
―Axel, déjame marchar. Lo nuestro es imposible.
―Yo haré que sea posible.
Él me levantó y me llevó en brazos hasta la silla junto a la mesa. Donde había puesto los desayunos.
Él me entregó una de las tostadas y le di un bocado.
―Nos iremos del país a lo largo del día.
―No voy a ir a ningún lado ―dije con el bocado en la boca.
―Lo harás o haré que maten a tus padres.
―Como les hagas daño, te mataré con mis manos.
Él me cogió por el cuello y un ruido me sacó de mi temor.
La sirena de la policía lo puso nervioso y me desató los pies.
Seguido me puso en pie y me llevó al centro de la casa.
―No voy a permitir ir de nuevo a la cárcel.
―Pues suéltame y escapa ―le dije.
―No voy a hacerlo. Tú te vienes conmigo, aunque tenga que matar a todos los maderos que entren en la casa.
No se cuánto tiempo estuvimos en pie, pero cogió un cuchillo de la mesa.
El silencio se hizo en nosotros, mientras que las sirenas seguían sonando.
―Suéltala Axel ―escuchamos en pocos minutos.
―No lo haré ―dijo―. Por qué no sales y das la cara mi querido Óscar.
―Sabes que no voy a poner en riesgo mi vida y la de Mellie. Suelta el cuchillo.
Pero Axel se resistió.
De pronto, la silueta de Adriel apareció. Por lo que me obligó a decir:
―¿Qué haces tú aquí?
―¿Quién coño es este Mellie? ―me preguntó.
―Encantado. Soy Adriel Giuliani y si no sueltas a esa mujer, te voy a matar con mis propias manos.
―Tú a mí no me amenazas ―dijo señalándole con el cuchillo―. En este caso, lo haría yo.
Oí un disparo y eso me asustó. Fue cuando me sentí y corrí hasta Adriel.
Cuando miré de nuevo a Axel, estaba herido en el suelo y Óscar intervino para detenerlo.
―¡Estás bien! ―exclamó Adriel mientras que me quitaba las cuerdas de las manos y la cinta americana.
―Sí.
Miré a Óscar y le dije:
―Gracias.
―No hay de que. Ya me ocuparé que este hombre pasa más de su tiempo entre las rejas.
Asentí.
―Gracias por todo Giuliani ―le dijo Óscar a Adriel.
Eso me extrañó.
Después, Adriel me cogió en brazos y me llevó hasta el coche.
Después, nos marchamos de aquel terrible lugar en el cual había vivido dos días de infierno. Uno del cual intenté escapar y Axel volvió a raptarme para conseguir los propósitos que tenía en mente.
Me quedé dormida de camino a casa. Al menos sabía que estaba a salvo al lado de Adriel.

Me desperté. No sabía cuánto tiempo había dormido, pero me había sentido un poco mejor que en estos dos días de secuestro.
Cuando me ubiqué, me di cuenta que estaba en la habitación de Adriel. Eso me alivió más que mi rescate.
―Me alegra saber que estas bien nena.
―¿Cómo habéis sabido donde estaba? ―le pregunté.
―La pulsera que te regalé tiene puesto un localizador. Óscar supo de mi existencia hace un poco más de quince días y solo me dijo que estabas en peligro sin decirme el motivo.
Tragué saliva.
―¿Quién diablos era ese tipo Mellie? ―me preguntó.
―Axel fue mi primera relación.
Hice una breve pausa.
―Ha estado en la cárcel por los malos tratos en nuestra relación. Fue Óscar quien lo detuvo.
―¿Por qué no me lo dijiste cuando nos conocimos?
―Sabes que no cuento mi vida privada a nadie. Incluso cuando salí del restaurante era porque me había llamado ―le dije mientras me ponía en pie.
Adriel se acercó a mí y me abrazó.
―Tranquila. Haré que ese tipo pague lo que te ha intentado hacer.
―Gracias Adriel. No sabes cuanto había deseado que me rescataras.
―¿Habías deseado que fuera yo quien te rescatara?
Asentí.
―Me gusta eso.
Después me dio un beso en los labios y me dejé llevar.
Él me arrastró hacia la cama de nuevo.
Al estar tumbada, comencé a notar sus besos en mi cuello muy lentamente. Donde el deseo se desató en mí.
Adriel me quitó la ropa rápidamente y me dejó con ropa interior.
Él fue besándome muy lentamente y me quitó las bragas.
Yo no tardé ningún segundo en quitarme el sujetador.
Adriel se quitó la camisa y mientras comenzaba a lamer mi clítoris, se quitó los pantalones.
Él comenzó a hundir más su boca con mi clítoris y eso me hizo gemir.
Tras excitarse, se puso encima de mí. Y estaba tan excitado que noté su erección muy hinchada.
En segundos, él me giró y metiendo su pene en mi ano, me hizo sentir un poco de dolor.
En breve, comenzó a embestirme.
Gemí. El placer junto a él era exquisito. Algo que no me quería perder nunca.
Adriel me cogió por los brazos y aprisionó muy fuerte mientras que continuaba embistiendo.
Me incorporé mientras que él continuaba penetrando. Eso me hizo gemir más cuando me cogió por los pechos para excitarme más.
Después me tumbó de nuevo encima de la cama y cambió el ano por la vagina. Donde embistió aún más rápido y más fuerte. Como si de verdad le hiciera falta y no salir de mí nunca. Sin embargo, fueron sus choques en mi sexo, lo que me puso más cachonda.
Lo saqué de mi interior y en breve, lo tumbé y me puse encima de él, mientras que metía su polla en mi interior.
Comencé a moverme muy deprisa.
Adriel emitió un gemido y eso me llenó de satisfacción. Ya que sabía que me estaba deseando.
Me moví aún más rápido para llegar al orgasmo. Ya que había llegado al clímax. Y por lo que noté, Adriel también había llegado.
Me moví un poco más despacio y comencé a recorrer su cuello muy lentamente.
Después, me volví a mover aún más rápido y fue cuando noté que mi orgasmo había llegado. Como también él lo había conseguido.
Adriel volvió a tumbarme encima de la cama y nos miramos a los ojos.
―Lista para el siguiente orgasmo ―me dijo.
―Sí.
―Pídemelo.
―Por favor Adriel. Dame otro orgasmo.
―Sera un placer.
Entonces él comenzó a besar mi cuello con mucha más lujuria y yo me deje llevar por aquella pasión que me ofrecía.
Fue cuando demostramos en aquella noche que no teníamos limites enseñarnos aquella pasión que nos envolvía.

Enséñame a Ser Tuya (Pasos De Acero #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora