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aki | diez meses de edad.

Sanzu cerró la puerta del coche y tomó las llaves para poner la alarma en él. Acomodo el pequeño regalo que llevaba para su hijo, un peluche de vaca que había comprado en una de las tiendas cercanas a su casa.

Soltó un suspiro y camino con tranquilidad hacia su hogar, pero se detuvo en seco al observar cómo la puerta de la entrada estaba semi abierta.

La sangre dentro de su cuerpo dejó de oxigenar.

El peluche cayó de su brazo y entró rápidamente al lugar donde su mente había hecho muchas memorias. Un sentimiento de miedo inundó su ser al darse cuenta del desastre que había dentro de ese lugar.

Se habían metido a robar.

— ¡¿Natsu?! — el pelirosa comenzó a buscar en los espacios del primer piso — ¡NATSU!

'Mikey tenía razón'

'¿Por qué no le hice caso?'

— ¡NATSU!

Sanzu subió con velocidad hacia al primer piso y entró en la habitación que compartía contigo, esta estaba vacía y sin alguna señal de haber sido hurtada por otra persona. Salió de la habitación y en cuestión de segundos se dirigió a la habitación de su hijo, encontrándose con la peor escena que sus ojos pudieron ver en ese momento.

El hombre estaba acostumbrado a ver a la gente sufrir, pedir por su vida y las expresiones que tenían cuando sabían que iban a morir. La sangre recorrer por su cuerpo y fallecer lentamente mientras balbuceaban algunas palabras.

Pero su mente no estaba preparada para ver a su mujer en ese estado.

— N... n-natsuki...

Sanzu dejó caer sus rodillas en el suelo, su cuerpo se había debilitado y elevó su mano para retirar el cabello oscuro que yacía en el rostro de la mujer.

— ¿Natsu?

Las piernas de Haruchiyo se arrastraron hasta tu cuerpo y lo tomo entre sus brazos para recargarte en él. Su mandíbula empezó a temblar al notar la frialdad de tu cuerpo y no dudo en juntarte con el para intentar darte calor.

Sanzu sabía que con el calor corporal de su cuerpo podría revivirte. Pero la desesperación se adueñó de él.

Sus ojos se desviaron hacia una esquina, un pequeño cuerpo se encontraba recostado y este estaba tapado
completamente con una sábana. Una sábana con la que solía dormir Aki.

Los dos estaban muertos.

El hombre comenzó a temblar, sus pensamientos de culpa comenzaron a carcomer su interior y sus ojos iban a ponerse nublados. Pero sus ojos se abrieron con sorpresa al sentir una mano en su cuello.

— Todo esto es tu culpa — la respiración de Sanzu se agito al verte tan de cerca — ¡TU HIJO Y YO ESTAMOS MUERTOS POR TÚ CULPA!

— No... no es cierto...

— Nos hicieron daño y no pudiste salvarnos — el hombre se alejó de inmediato se tu cuerpo — Eres un miserable... toda tu vida has sido un completo inútil.

Sanzu tapó sus oídos cuando un chillido de un bebé inundó la habitación, este no dudó en pararse del lugar y salir corriendo. Intentando salir de ese sueño.

Más bien, una pesadilla.

El cuerpo del pelirosa se sentó abruptamente haciendo que de inmediato te levantaras

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El cuerpo del pelirosa se sentó abruptamente haciendo que de inmediato te levantaras. Parpadeaste tus ojos algo asustada y observaste cómo Sanzu respiraba sin poder controlarse.

— Haru... — ibas a tomar su rostro entre tu mano, pero este de inmediato se alejó — Hey, ¿que pasa?

'Solo fue un sueño'

El hombre no dijo ni una palabra más y se puso de pie causándote confusión. Quitaste las cobijas de tu cuerpo y lo seguiste, este se dirigió hacia la habitación de su hijo y abrió la puerta quedándose parado. El pequeño Aki dormía con tranquilidad mientras abrazaba a un peluche de león que le había obsequiado Kakucho.

'Todo esta bien'

— Haru.

El nombrado giró a verte cuando lo llamaste, este solo parpadeo algunas veces y dejó caer su cuerpo para que lo abrazases.

En todo el tiempo que llevaban juntos, nunca habías visto a Sanzu en ese estado. Un estado de debilidad.

Aunque eso a él, no le importaba. No le importaba en que estado se viera en ese momento, si lucia como un niño o pareciera demasiado inmaduro para su edad. Se sentía mal y eso no iba a ocultártelo.

Estaba harto de ocultar aquella faceta de debilidad.

— Todo está bien... tranquilo.

El pelirosa cerró sus ojos y te abrazó por completo sintiéndose seguro después de un episodio de inseguridad. Su mente había jugado con el esa noche. Había pasado más del mes desde la plática con Mikey acerca de sus vacaciones y este simplemente no hizo caso a lo que dijo el ni mucho menos a lo que le habías dicho tu.

Lo había tomado como algo sin importancia.

Nunca creyó atormentarse de tal manera, de soñar con la imagen de su hijo y de su mujer muertos. Definitivamente se había sentido tan real para Sanzu.

'¿Era una señal?'

'Esas cosas no existen'

— ¿Tuviste un mal sueño? — te alejaste de su cuerpo para mirarlo — Solo fue eso, un mal sueño.

Elevaste tus manos hacia su rostro y este solo te miro, perdiéndose un cierto rato en tus ojos, los cuales se veían más brillosos por la tenue luz de la pequeña lámpara de la habitación de Aki.

'Estoy dispuesto a todo con tal de que estes bien'

Un pensamiento qué tal vez nunca te diría.

'¿Lo mejor será dejarlos?'

Sabía que su respuesta era no, porque el los necesitaba más que ustedes a él. No podría vivir.

— Vamos a dormir.

— Mañana hablaré con Mikey.

— ¿Huh?

Sanzu volvió a abrazarte sin responderte. Frunciste el ceño un tanto confundida por la aparición de Mikey en esa situación pero decidiste quedarte callada mientras aceptabas su abrazo.

El hombre acomodó su mentón en tu cabeza y cerró sus ojos. Probablemente la decisión que había tomado en ese momento había sido por mero impulso por la pesadilla que había tenido. Pero también sabía que esa decisión era uno de los grandes pasos para mejorar como hombre y como padre.

Desatarse de todo lo que no le hacía bien.

being a dad | sanzu haruchiyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora