Capítulo 4

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Alessandra volteó a ver a Kaz después de ese descubrimiento, Kaz notó la mirada y se la regresó

—Qué pasa Kirigan? —Le cuestionó

—Nada... Pensaba

—En?

—Ikaris —Mintió

Conforme seguían caminando se acercaban cada vez más al centro, Alessandra invocó a las sombras y se movió por ellas, a sabiendas de que su presencia en Novokribirsk no sería bienvenida y no quería levantar sospechas por el momento. Seguramente su guardia llegaría esa misma noche al lugar y se encontrarían con el General, si llegaban vivos al momento del sarpamiento de esquife podría considerarse una victoria

Ese mismo día había un mitin y ahí estaba el general, despotricando contra los Kirigan, los grisha y Ravka

—Vas a acercarte? —Cuestionó Kaz que aunque no la veía, sabía que estaba ahí

—No, queremos ver qué tan lejos llega, si se vuelve muy peligroso, el corte hará el trabajo. Si quieres ve tú

Kaz cargó a la cabra y se acercó, al verlo moverse Alessandra apreció su figura. Ya no le sorprendía lo fácil que podía amar a las personas, como a su mejor amigo Nikolai, había pasado cinco minutos con él y lo amaba. A Alessandra nunca se le dificultó amar, si no saber si esa persona merecía conocer a la verdadera Alessandra, porque a pesar de que su hermano no le contó mucho del amor, le dejó algo muy en claro, querer te puede hacer débil si no sabes controlarlo y no siempre te enamoras de las personas adecuadas, así que no les puedes compartir todo hasta saber que es mutuo, pues podría ser tu destrucción

Cuando el mitin se disipó, Kaz fue de nuevo a su encuentro

—Vámonos Kirigan

Ella lo siguió sin rechistar, preguntándose qué pasaba por la particular mente de Kaz Brekker

—Qué haces en Kerch? —Le preguntó ella

—Dirijo el club cuervo y tomo cualquier trabajo que me traiga dinero. Qué hacías tú en Kerch?

Ella contó un poco, tanteando terreno, averiguando si podía confiar, contando una verdad a medias, un talento que había desarrollado con la ayuda de su hermano

—Fui a comprar un cuadro de la sombra hecho especialmente para mi y mis gustos. De DiKappel, lo conoces?

—Vagamente —Dijo él, pero ella notó algo extraño en su mirada, aún así siguió hablando

—DiKappel se ofreció a enviarlo en un esquife, en el que sale en unos días, pero me negué, porque de todas maneras tenía cosas que hacer en Ketterdam y personas que ver, como sea, lo envió con un mercader de ahí y al estúpido se lo robaron

Esta vez pudo ver una mirada de orgullo en Kaz y un atisbo de sonrisa

—Yo tengo tu cuadro —Le informó— Esta colgado en mi oficina, te lo podría vender si pagas buen precio

—Me sorprende tu buen gusto en arte. Tienes buenos gustos

—También tú

—Los mejores —Aseguró ella dándole una mirada intensa

Había visto a Kaz y ese no parecía tan Kaz, no era frío y parecía estar disfrutando la conversación, no supo porque, pero se sintió especial

Kaz no sabía qué le pasaba, tal vez era porque al fin había encontrado a alguien con la misma agudeza mental y labia que él, pero le gustaba intercambiar batallas intelectuales con la grisha

Siguieron caminando y vieron a Inej ver fijamente la pared con los nombres de aquellos muertos en la Sombra. Fuera de los volcra, Alessandra no tenía nada contra la Sombra, después de todo, uno de sus antepasados la había creado y ella era parte vital de Alessandra, así que se sintió culpable de la Sombra por primera vez en su vida. Inej seguramente había perdido a alguien y ella solo pensaba en cómo la era de los grisha llegaba a su fin y que no lo haría mientras ellos fueran su única manera de cruzar la Sombra a salvo

—Tengo que ir a apurarla —Dijo Kaz— Lo esperé de Jesper, pero no de ella

—No seas tan duro —Le pidió Alessandra y Kaz se sorprendió ante el tono tan suave que utilizó— Me imagino que no es fácil perder a alguien y no tener idea de qué fue de ese alguien

Kaz asintió y se encaminó a ella. Alessandra le había mentido, en realidad lo sabía, lo sentía cada vez que recordaba a Nikolai y sabía que no estaba en Ketterdam, porque las cartas afirmando que estaba bien no bastaban, necesitaba verlo

Alessandra vio a Kaz hablando con Inej, la grisha no sabría decir si estaba regañandola o simplemente era su cara normal. Entonces decidió apartar la mirada cuando algo más la golpeó. Y si una vez que estaban en Ravka Oriental el Conductor escapaba. Se reclamó a sí misma el hecho de enfocarse demasiado en Kaz, si el Conductor huía, su hermano no le gritaría, o la lastimaría físicamente, haría algo peor, le dedicaría esa mirada de decepción y le dejaría de hablar, ella no podía tolerar eso, solo había pasado una vez, cuando tenía 8 y ella se había negado a matar a alguien con su recién descubierto dominio del Corte

Alessandra nunca volvió a decepcionar a Aleksander

Casi como un imán buscó a Kaz, lo vio comenzar a alejarse de Inej, le dedicó un moviento de cabeza para que lo siguiera y eso hizo

Comenzaron a caminar lado a lado, la calle no se encontraba en las mejores condiciones, así que el bastón de Kaz quedó sobre una roca, que lo hizo tambalearse ligeramente y rozar hombros con Alessandra

—Perdón, perdón —Dijo ella apartándose de inmediato

—No... No te preocupes —Dijo él, sintiéndose extraño ante el mínimo contacto, que había durado tan poco que no le había permitido sentirse incómodo

Sin embargo, aunque no se había sentido incómodo, sí había sentido algo que no pudo describir, se quedó callado el resto del camino, analizandose a sí mismo y la sonrisa con la que Alessandra le contaba cosas del Pequeño Palacio a Inej que se les había unido poco después

Esa sonrisa tenía algo en particular y le preocupaba. Kaz, como siempre corriendo sus interminables hipótesis pensó que tal vez la chica no fuera solo invocadora de sombras, tal vez también era una mortificadora, porque sentía le necesidad de ponerse de rodillas ante ella cada vez que la veía sonreír, de ponerse de rodillas y entregarle lo que le pidiera

Aunque Kaz peleaba contra esa sensación y lo haría mientras pudiera




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Collide | Kaz Brekker | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora