Ninja Taxi. [Hatake Kakashi X Tu]

Desconocido

Narra Kakashi

Unos fuertes gritos me despertaron. Provenian del salón. Medio dormido agarré mi kunai y salí de mi habitación. Lo solté inmediatamente al ver el panorama.

- ¿Se puede saber que haces aquí?

- ¡Mi eterno rival! - Gai saltó hacia mi y me abrazó.

- Enserio ¿Como has entrado?

- ¡ Te he echado mucho de menos! - dijo con lágrimas en los ojos.

- Si si... Yo también Gai. - me lo quité de encima.

Mi amigo se quedó de pie, sobre una pierna, mientras me miraba con una sonrisa de lado a lado. Sentí una sensación de felicidad, añoraba mucho a mi amigo. Y tenerlo aquí me hacía mucho bien. Después de mirarme y revisarme de arriba abajo, empezó a inspeccionar mi apartamento. Cada rincón, armario o esquina.

- Tienes un bonito piso Kakashi. Podría mudarme aquí contigo.

- ¿A qué has venido Gai? - dije mientras me sentaba en el sofá.

Gai de un ágil salto de sentó a mi lado.

- Vengo a ver cómo está mi amigo. - dijo mientras arreglaba mi cabello.

- ¿Solo eso? - lo miré sospechoso.

Gai me miró fijamente. Sabía que no sólo venia para ver cómo estaba. Entrecerré los ojos, esperando su confesión.

- ¡Esta bien! - sonreí triunfante. - Naruto quiere que vuelvas.

- Gai...

- No para quedarte - me interrumpió. - todos hemos entendido que necesitabas un cambio de aires. Y lo respetamos...

- ¿Entonces?

- Es una misión

- ¿Qué clase de misión? - lo miré serio.

- Naruto quiere que investigues más a fondo aquella inmobiliaria.

- Gai, ya lo estoy haciendo. - lo miré con cansancio.

- Cree que en Konoha harás un mejor trabajo. - se encogió de hombros. - Vamos Kakashi, allí hay ninjas experimentados que te ayudarán, tienes las herramientas necesarias.

Pasé mi mano por mi barbilla, realmente Gai tenía razón. En Konoha me sentiría más cómodo realizando la investigación...

- Esta bien Gai... Sólo dame unas semanas para dejar todo listo.

- ¡Perfecto Kakashi!

Le dediqué una sonrisa cálida. Volver a Konoha me causaba felicidad y angustia a la vez. ¿Y si no puedo salir del bucle de la soledad? ¿Volvería a la ciudad? ¿O debo dejar de hacer tonterías y quedarme en la aldea? Me froté los ojos queriendo borrar todos mis pensamientos intrusivos. Decidí levantarme para servirle algo de comer a mi amigo. En el camino a la cocina vi una maleta en el pasillo.

- ¿Cuanto tiempo piensas quedarte? - dije mientras sacaba unas bebidas.

- Unos pocos días. Podríamos salir a algún sitio.

- Claro - regresé de nuevo al sofá. - pero por las noches estoy ocupado. - mi yo interior rezó para que Gai no hiciera más preguntas.

Y gracias a Dios, miró el reloj de la pared y luego a mi.

- Salgamos ahora.

No puedo evitar poner un semblante de sorpresa. Sin embargo accedí. Gai era así, impredecible e impulsivo. Sin miedo al fracaso, sin miedo a equivocarse. El simplemente se dejaba llevar.