Viejos huesos en llamas

10 : La quinta noche

Kohan levanta la vista de la barra del bar que está limpiando. Sus ojos se estrechan en un estrabismo. "Hama, eres tú".

Se lleva un dedo a los labios. "No hagas una escena de eso". Ella se calla. "No les gusto como les gustas tú".

“No me alejé de la gente, para que nunca más me vieran y supieran de mí”.

“Sí, les dejas…” Ella se muerde la lengua. “No estoy aquí para discutir lo bueno y lo malo. Estoy aquí porque necesito una curación que va más allá de lo que puedo hacer con mis hierbas”.

"¿Por qué debería hacer eso, Hama?" pregunta Kohan. Después de lo que le hiciste a mi familia.

"¿Familia?" Ella hace un sonido, algo así como un resoplido, en la parte posterior de su garganta. “Yo era tu familia, yo mismo y el resto de nuestra tribu. Esa gente…"

“Me dio un trabajo y un hogar”. El responde.

“Después de que te pusieran en una celda de prisión”.

“ No me metieron en una celda. Eran solo un par de personas empobrecidas que llegaron con el dinero suficiente para…”

Hama levanta una mano silenciadora. “Deberías ayudarme porque la ayuda no es para mí. Hay una chica, una chica de la Nación del Fuego, si eso hace una diferencia para ti. Ella se está muriendo, tal vez. En el mejor de los casos, podría perder una mano para cuando volvamos. 

"¿Estás ayudando a un maestro fuego?" Frunce el ceño calvo.

Hama asiente.

"No me esperaba eso". Su voz se suaviza. Ella piensa que puede escuchar una sonrisa.

“No te hagas una idea equivocada. Yo tampoco me lo esperaba.” Ella hace una pausa. “Tan pronto como esté mejor, se irá. La traeré aquí, comprará mi antigua posada y tal vez pueda trabajar aquí dependiendo de cuántas manos le queden”. 

“¿Qué tan grave es la infección?”

“Estaba séptico cuando me fui hace tres días”. 

Kohan hace una mueca. 

“Tu… familia,” ella sisea la palabra, “no tendría un carruaje o un lagarto mangosta disponible por casualidad, ¿verdad?

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Azula se muerde el labio inferior, las lágrimas arden en sus ojos.