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ARIES no resultó ser tan fastidioso a como lo relato Cáncer en un principio. Era bromista y gozaba molestar a Cáncer. Tauro dedujo que Cáncer encontraba a todo aquel que le molestaba fastidioso.

Era sábado, casi medio día. Y Tauro, después de decepcionarse con el universo porque su equipo había perdido, se dedicó a jugar cartas con Aries en la sala del departamento.

Virgo y Cáncer conversaban en la cocina mientras hacían algo para el almuerzo. Y antes de que comenten algo de Tauro siento un oportunista y además vago, ha de recalcar que se ofreció a ayudar. Porque claro, había aprendido que todo tiene un precio. Pero Cáncer le comentó, de la forma más pasivo-agresiva que había escuchado, si Virgo lo veía cerca de su cocina metiendo la nariz en sus especias con nombres raros, se iba a ganar un vaso volador en la cara.

Y gracias, pero Tauro apreciaba su vida e integridad.

— Aries, ¿puedes llamar al electricista? —era la voz demandante de Virgo que sonaba dulce por solo ser dirigida a su novio.

El tipo de cabello rojizo dejó las cartas mirando hacia abajo en la mesa, antes de levantarse sin despegar su mirada acusativa de Tauro.

— Estoy yendo. ¿Por qué es esta vez? —cuestionó al tiempo que tomaba un pequeño cuadernillo de notas.

Contrario a lo que Aries pensaba, por haber ganado todas las partidas anteriores, Tauro no era un tramposo. Así que dejó sus cartas de igual forma en la mesa y se estiró acalambrado.

— Es la cafetera. Cáncer quiere café justo al medio día.

En ese momento Tauro recordó que en su casa había aprendido a reparar cosas sencillas como lo era una cafetera. Porque su papá era quisquilloso, en ocasiones, y prefería el café de la cafetera sin razón aparente.

— Yo sé hacerlo —se levantó de su lugar, diciéndolo alto para que se pudiera escuchar.

Aries le miró con desconfianza, pero era su oportunidad para ahorrarse un par de billetes, así que dejó el teléfono fijo de lado.

— ¿En serio? —cuando entró a la cocina Virgo le miró con una ceja enmarcada.

— Claro que no —era sarcasmo, obviamente. Cáncer ya lo identificaba bien— solo quería invadir tu cocina porque soy malévolo.

Virgo frunció la nariz, pero, acostumbrada a la actitud de alguien parecido, le señalo el aparato averiado en cuestión.

— Si descompones mi cafetera aún más te...

— Tiraré por la ventana —completó—. Ah no, espera, esa es la frase de Cans.

Y Cáncer chasqueo la lengua a la distancia.

Tauro pidió, en un comentario casual y divertido que hizo reír a Aries, un destornillador de paleta, cinta adhesiva negra y un cuchillo con filo. Posteriormente se dispuso a demostrar lo fabuloso que era reparando cosas. Dijo algo como «voy a repararlo», referencia la cual solo Cáncer entendió por ser amante de videojuegos ochenteros.

De fondo Tauro escuchaba a Cáncer tararear.

Virgo era una persona seria y se mantenía callada mientras cocinaba. Se lo tomaba demasiado en serio para su gusto. Pero Cáncer era otro cuento, entre que movía el cuerpo a un ritmo invisible y cantaba entre dientes Tauro se distrajo más de una vez.

Ese repentino flechazo hacia un tipo bonito estaba ganando terreno a una velocidad espantosa. Porque eso de imaginarse a Cáncer y él compartiendo una situación parecida, pero donde ellos estuvieran solos no era normal. Tampoco el hecho de que en ese escenario hipotético Tauro lo abrazaba por la espalda y dejaba un beso en su cuello, posteriormente...

— ¿Me estas escuchando? —era Cáncer, el dueño de su fantasía momentánea.

Tauro le miró con cejas juntas y confundidas

— ¿Eh?

— ¿Que si ya terminaste o debemos llamar al electricista?

Tauro parpadeó procesando, hasta que abrió la boca y negó continuando con lo suyo.

— Solo un minuto.

Cáncer era un tipo bonito, que en su momento había tenido comida, fácil de hacer sonreír, con un buen repertorio de películas clásicas memorizadas, sabía ubicarse en lugares que Tauro consideraba remotos, y ahora también lo hacía alucinar con escenarios no exóticos, sino que dulces y hasta cursis.

Era una locura, Tauro lo consideraba. Pero entre que era bonito y tranquilo le resultaba su tipo ideal, y no solo físicamente.

El flechazo ya solamente no era de cuerpo, estaba empezando a jugar con su mente.

Y Tauro no sabía cómo detenerlo.

» — Termine. —aunque lo dijo con toda la seguridad del mundo Virgo le miró desconfiada— Se lo que piensas. Pero no soy ese tipo de persona —habló mientras tomaba la cafetera y la conectaba— No es por presumir, pero soy bueno en esto —aclaró la garganta y, enterando todos esos escenarios donde sus intentos de reparar terminaban fatales, puso a andar la cafetera—. Wuala.

Quizás el universo era un asco y Tauro ya no le tenía tanta fe, pero cuando esa cafetera funcionó y Cáncer sonrió, Tauro se prometió agradecer a cualquier cosa que haya estado con él en ese momento.

Era una persona libre ahora, que no quería contenerse, que sabía de lo que era o no capaz y se mostraba como alguien que no necesitará aprobación. Pero cuando Cáncer le miró con asombro y con una pizca de orgullo Tauro olvidó el lugar donde estaba parado, quién era y qué hacía ahí. Olvidó que ya no tenía casa porque esa mueca que disimulaba una sonrisa se sintió como estar en una.

Ese flechazo repentino que Tauro no sabía detener, pues ahora se resumía a no querer detenerlo.

Ese tipo a pesar de ser bonito físicamente, también lo era en su interior y Tauro solo era una persona reprimida que guardaba deseos de fantasías y amor.

— Gracias, Tauro. —la voz de la chica lo trajo a la realidad. Tauro supo que Virgo tenía ese efecto— Ahora puedes irte de mí cocina.

Abrió la boca para protestar, decir algo a su favor o comentar. Pero no pudo porque ya había sido empujado con violencia ante aquella mirada de advertencia.

...

© 𝗦αƭµɾɳᦱ

l' amour sur la route | CantauDonde viven las historias. Descúbrelo ahora