[8] Los amantes

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Al entrar a su habitación ambos nos quedamos incómodos viéndonos, sin saber muy bien qué hacer o qué decir. Me senté sobre su cama y estuve mirando hacia cualquier lugar que no fuera él.

-¿No vas a mirarme nunca?- dijo con un tono algo serio

-Y-yo, mmm... lo siento hyung, me dejé llevar, no quiero que pienses mal ni que te incomodes- señalé con la voz algo quebrada.

Tenía muchas ganas de huir porque me sentía absolutamente confundido, no tenía idea de qué hacer con todo lo que sentía.

Él se sentó a mi lado y puso una de sus manos sobre mi pierna.

-No tienes por qué disculparte, yo fui el que empezó todo- dijo mientras su cara se tornaba rojiza

-Hyung, es que me siento fuera de control cuando estoy contigo, no lo entiendo, me gustas demasiado- dije ya sin nada que perder.

Suga no es una persona de muchas palabras, pero lo que hizo después para mí fue la respuesta perfecta a mi confesión.

Sin saber muy bien cómo, de nuevo tomó mi rostro entre sus manos y comenzó a besarme de forma muy intensa, sentí la calidez de su saliva y de su lengua adentrándose en mi boca. Con sus dedos empezó a acariciar suavemente mi cuello.

Yo lo atraje hacia mí tocando con fuerza su espalda, recorriendo su abdomen por debajo de la playera que llevaba puesta.

Él me tomó de la cintura y en un movimiento rápido me levantó y me puso encima de sus piernas, sentí que estaba tan excitado como yo cuando me senté sobre él.

Era una sensación que no podría comparar con nada, había estado con algunas personas antes, por su puesto que había tenido sexo con otras chicas, pero esto sobrepasaba por mucho el nivel de deseo que hubiera sentido por alguien.

Poco a poco fue despojándome de mi ropa, cuando miró mi torso desnudo sonrió amenazante, me sentía como una presa mientras su depredador la mira con deseo.

De pronto metió su mano dentro de mi ropa interior y comenzó a acariciarme, sujetó mi miembro entre su mano y empezó a subirla y bajarla, yo quería gritar de placer, pero ahogaba mis gemidos por temor a que alguien fuera a descubrirnos.

Lo empujé para que se recostara sobre la cama y fui besándolo desde su cuello, recorrí cada espacio de su pálido torso con mi lengua, de forma rápida desabotoné su pantalón y pude ver lo delicioso que lucía su sexo. Lo miré a los ojos y con mis labios comencé a besarlo poco a poco, lo introduje sobre mi boca mientras observaba como él arqueaba su cuerpo y como echaba su cabeza hacía atrás cerrando los ojos.

-¡Oh,Jimin!- gemía desesperado

Yo deseaba que nunca se terminara ese momento, era tan perfecto, jamás había imaginado lo mucho que me gustaba, era sumamente atractivo.

De pronto sentí que su cuerpo se estremecía y pude sentir el sabor de su semen dentro de mi boca, había tenido un orgasmo que jamás podría olvidar.

Aunque estaba cansado, se incorporó y me subió hacía la cama recostándome boca abajó, su cuerpo desnudo sobre mí era todo lo que yo quería sentir para siempre.

Me besó la espalda mientras sentía como todos mis nervios se encendían y yo solamente alcanzaba a repetir una y otra vez su nombre.

Pude ver como lamía sus dedos despacio y sentí cómo los introducía en mí lenta y deliciosamente, era algo que jamás creí experimentar. Estuvo haciéndolo durante algunos minutos hasta que por fin tuve un orgasmo y sentí como si con mis manos hubiera alcanzado el firmamento.

Cayó extenuado a un lado de mí, ambos estábamos llenos de sudor y me encantaba ver su cabello color menta pegado a su frente, ver sus mejillas encendidas con el calor y su boca entreabierta por el placer y el cansancio que nos invadía a ambos en ese momento.

Me levanté un poco y puse mis labios sobre los suyos, para sellar con un beso una de las mejores experiencias en mi vida.

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