bad boy ─ minjin

O4.

Hyunjin sintió su cuerpo temblar ¿Había escuchado bien? ¿Lee Minho? ¿El era el mismísimo Lee Minho? No había forma de creerlo. Siempre se imaginó a Lee como un hombre de mayor edad, gordo y podrido en dinero con una apariencia física no deseable similar a lo que veía en las películas en la televisión de su cuarto.

Pero no, ahí estaba justo enfrente de un chico con apariencia de super modelo de una revista de categoría. Hyunjin por unos segundos se olvidó de que estaba secuestrado y siendo usado como rehén.

Miraba a el chico embobado admirando cada facción de su rostro, desde sus labios gruesos y su piercing, hasta su piel pálida y manos grandes. Cada detalle por más mínimo que fuera, Hyunjin lo estaba analizando detenidamente.

- ¿Tú eres Hyunjin?-. Minho volvió a hablar al notar la mirada perdida del rubio. El chico dió un salto siendo sacado de su mundo.

- S-si.

Respondió en un susurró bajando su cabeza mientras jugaba con sus manos tratando de disimular sus nervios.

Minho sonrió. Hyunjin se le hacía muy similar a "él", su corazón se sintió oprimido al recordar su sonrisa y se preguntó interiormente si el rubio también sonreía igual.

- ¿Qué me harás?- el de menor se atrevió a preguntar haciendo que Lee sonriera levemente.

- No te haré daño, solo quiero que tú padre abandoné el caso- se encogió de hombros bajo la confusa mirada de Hyunjin - eso es todo.

- ¿No me harás daño?- preguntó el más alto sorprendido haciendo una semi "O" con sus labios después de terminar la frase.

Minho negó.

- Pero a cambio, tendrás que hacer algo por mí.

- ¿Qué?

Minho extendió su mano hacia Hyunjin, este dirigió su vista a ella con temor.

- Confía en mi, no te haré daño.

"Prometo ir a casa pronto, papá".

Con el mismo temor, acercó su mano hasta la del contrario y cerrando sus ojos en menos de un segundo, la tomo.

Felix esperaba afuera de la casa de los Hwang, impaciente bajo su paraguas debido a la escasa pero notable lluvia que caía del cielo gris y sin vida. A los pocos minutos, salió la madre de Hyunjin abriéndole la puerta al chico de pecas.

- Lo siento Felix, pero Hyunjin no se encuentra bien de salud y prefiere no ver a nadie.

La mujer estaba mintiendo, estaba muy claro, más que el agua embotellada que bebía todos los días en la clase de física.

- Volveré cuando se mejore- Felix hizo una reverencia seguida de su despedida, la mujer cerró la puerta y el chico se alejó unos cuantos pasos de la casa de los Hwang.

Sin que nadie lo notará, se quedó parado de espaldas, teniendo justo atrás suyo, la puerta de la casa donde su amigo vivía.

- Él... ¿Está bien cierto?- preguntó el chico.

- ¿No confías en mí? Ya te lo dije Felix, el se encuentra bien, está con el jefe.

- ¿Minho no le hará nada?

Sintió un peso apoyarse en su espalda, al parecer su novio se encontraba viendo hacia la casa de los Hwang, mientras el observaba la solitaria calle del vecindario. Ambos apoyados en la espalda del otro.

- Confía en mi, bebé.

Felix sintió sus mejillas calentarse. Se sentía un pésimo amigo por estar disfrutando de la compañía de su novio en lugar de ayudar a los padres de Hyunjin a dar con su paradero. Sintió unas frías manos acariciar sus mejillas calientes. Se dejó llevar por el tacto buscando más de este como si fuera un gatito -lo único que le hacía falta era ronronear-, el chico de máscara de conejo tomo la mano del chico a su espalda, sintiéndose dichoso de tenerlo a su lado.

- Te acompañaré a casa.

Hyunjin miraba las paredes teñidas de un rosa pálido a su alrededor, sentado sobre una acolchonada cama con sabanas del mismo color.

Sintió a alguien tocar la puerta de la que ahora -Minho decía- sería su habitación. Murmuró un leve "pasé" entrando a el lugar, el chico de la máscara púrpura que anteriormente había conocido.

En sus manos llevaba una pequeña bandeja llena de diferentes tipos de alimentos tales como: frutas, golosinas, vegetales, postres, etc.

- ¿Qué es?- preguntó Hwang curioso.

- Tu cena.

- ¿Por qué son así conmigo?- preguntó el de hebras rubias confundido por la actitud que todos tenían hacia el.

- Órdenes de jefe.

- ¿Minho?

- Si, el jefe.

- ¿Puedo saber tu nombre?- preguntó ya con más calma el rubio.

- Poppy. Dime Poppy.

espero que les este gustando esta historia, agradecería mucho si votan y comentan, me animaría a seguir.