Las sirvientas del castillo siempre se han caracterizado por ser mujeres muy comunicativas, su segunda actividad del día era pasar de boca en boca las cosas que sus agudos ojos veían, como el que la Viuda Lewis había abofeteado a su ex nuera por haber abandonado a su retoño o que la solterona hija de Sir Zaragoza por fin se iba a casar. Ellas sabían cosas, pero si le preguntaras a alguien dentro o fuera del palacio que conociera todos los sucesos del momento, nadie dudaría en asegurar que esa persona era Sir Gwaine. El noble caballero de la mesa redonda y amigo cercano del monarca, era un orejas de primera y su facilidad para persuadir a las personas, disfrazada de charlatanería, era su punto más fuerte, claro, aparte de saber blandir una espada.
—¿Has visto a Sir Gwaine últimamente?, no te parece que esta actuando un poco raro. Incluso los demás caballeros y reclutas estan así, y evitan a toda costa al Sir.
Fue una pregunta realizada por la joven Luisa, una nueva ayudante en la cocina, que hizo que todos se pusieran a pensar. Ciertamente, el hombre había estado muy callado últimamente, parecía cuidar cada uno de sus pasos y no había momento en que no mirara tras su espalda repentinamente.
—¡Oh!, ¿No saben lo que pasó hace días en el campo de entrenamiento?
—¡No, señora Dolores!, Recuerde que el rey dijo que no hablaramos de eso.
—¿Cómo?, ¿A qué se refiere, el pequeño Lucas?, ¿Que pasó?
La mujer anciana miró a todos las personas dentro de la cocina y con un ademán de cerrar la puerta, que fue acatada, todos se acercaron para escuchar mejor.
—Bueno, todo pasó hace 3 días, durante la preparación del banquete de cosecha...
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Debido a los últimos disturbios en la frontera con el Reino de Zendat, la mayoría de caballeros se encontraban atentos en todo momento y los consejeros reales se reunían más seguidos con su Rey, una posible guerra parecía más cerca de lo que les gustaría. Gracias a eso varió reclutas estuvieron llegando a la capital para unirse a los caballeros y servir a su reino, claro para ello tenían que recibir un exhaustivo entrenamiento y quien mejor para hacerlo que aquellos que estaban capacitados.Desde hace 1 semana los campos de entrenamiento podían ocuparse desde el amanecer hasta el anochecer, con excepción de aquel día, con la llegada de la fiesta de cosecha, el rey había ordenado solo un tiempo de entrenamiento antes de dejarlos ir a todos para que celebrarán el festival o en lo contrario, asistieran al banquete real.
Así que el día parecía ir relativamente normal, dentro de lo que cabía, tal vez el único signo de extrañeza era que, el siempre ocupado, sirviente Merlín paseaba por los pasillos con tranquilidad, sin nada que hacer, aparentemente. Saludaba y solicitaba algo debes en cuando, pero hasta ahí, suponían que el monarca había dejado descansar por un día al joven muchacho.
Fue en un momento, a la mitad del entrenamiento en el campo que Merlín se acercó tranquilamente a los caballeros de la mesa redonda quienes charlaba animadamente mientras se reían de los jóvenes reclutas que sudaban a mares después de 4 horas. La servidumbre a veces se detenía a verlos, mucho más las jóvenes sirvientas o doncellas.
Nadie, más que ellos sabían de que se hablaba, pero se les veían alegres, como reían, sonreían y algunas veces se empujaban. De repente, se vio como el sirviente le entregaba a cada uno unas galletas, seguramente robadas de la cocina, no hubo ninguno de ellos que no exclamaran por el regalo.
—Oh, pero nuestro querido Merlín es un ángel caído del cielo.
Exclamó en alto Sir Gwaine, mientras tomaba el escuálido cuerpo del más bajo y lo apretaba contra el suyo en un abrazo asfixiante, los demás rieron por eso, sin intervenir de algún modo, aún cuando el muchacho parecía desesperado por soltarse, para los espectadores, y también muy nervioso por el hecho. Y aquello aumentó cuando de repente el caballero comenzó a llenar su rostro de besos fortuitos, que lo sonrojaron.
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Las Reglas del Rey
RastgeleLa servidumbre, los caballeros y los nobles que habitan o frecuentan el castillo real tiene muy grabadas en su mente reglas indispensables que se van pasando en boca en boca para quienes llegan a entrar nuevo al palacio. 1. Si escuchas las fuertes p...