Locura en Australia

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"Las personas necesitamos de la locura, de lo contrario nunca se es libre"∆•∆

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"Las personas necesitamos de la locura, de lo contrario nunca se es libre"
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Nos encontrábamos desayunando en una de las tantas cafeterías de la ciudad.

— ¿Con quién dejaste al perro? – Le pregunté a Lewis quien tomaba un poco de café.

— Su nombre es Roscoe, no perro – blanquee los ojos ante su respuesta – Y lo deje con Ángela.

Asentí y comí un poco de mi torta de vainilla.

— No sabia que ella estaba en Australia – hablé refiriéndome a su entrenadora.

— Si, llego como quince minutos antes de que saliéramos – Dijo robándome un poquito de torta.

Luego de terminar nuestro "desayuno" y de pagar todo, fuimos a caminar mientras hablábamos de cosas tribales hasta que llegamos a un centro comercial enorme.

Entramos y fuimos directo al área de ropa.

— Mira eso – Dijo Lewis señalando unos zapatos de la tienda que estaba al lado derecho del pasillo.

— Son muy extravagantes – Hablé viendo el modelo del zapato.

— Exacto – Hablo el moreno para posteriormente tomarme del brazo y arrastrarme dentro de la tienda.

Lewis se probó zapatos de todos los modelos y de todos los colores. Creo que la señora que le tocó atenderlo estaba cansada de tanto ir y venir. Después de probarse media tienda decidió llevarse dos nada más.

— Mira, por allá – Dije cuando salimos de la tienda y a lo lejos vi una que era de ropa solamente de mujer.

— Bien, veamos qué tan bueno soy escogiéndote ropa – volvió a agarrar mi brazo y llevarme hasta la tienda que señalé.

Estuvimos como veinte minutos en los cuales Lewis me llevaba todo estilo de ropa a los probadores, después salía a modelarla y él tomaba el papel de crítico.

— Ya escogí las que mejor te quedaron – Dijo Lewis mientras me ayudaba atar las trenzas de mis zapatos.

— Bueno, déjame ir a pagar – hablé yendo a la recepción pero el moreno me detuvo.

— Ya pagué – iba a reclamar pero hablo primero – Es mi regalo por no haberte dado nada en tu cumpleaños.

Le sonreí y le agradecí, pero mi sonrisa se borró al ver muchas bolsas.

— Está bien Lewis, ¿Pero no crees que es mucho? – El simplemente me hizo señas para que guardara silencio.

— No es nada a comparación de lo que te mereces – Me tomo por los hombros y me dio la vuelta para seguir caminando hacia la salida donde nos esperaban cuatro empleados con las bolsas.

[Recuerdos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora