Un joven apuesto, con gafas de sol, pelinegro y muy alto, quién se le calculaba estar en sus veinte, paseaba por las calurosas calles de Roma junto su perro, un volpino italiano de color negro; su denso pelaje hacía que cualquiera quisiese tocarlo.
También al hombre que lo acompañaba.
Eso, desde la perspectiva de un hombre llamado Paolo.
Desde que ese joven se apareció no dejó de fijar su mirada en él, quién lo observaba desde lejos sentado en una banca.Habría salido de paseo con uno de sus mejores amigos a tomar un helado y charlar un poco, sus días no habrían sido los mejores y necesitaba calmarse.
- Bro, ¿qué miras tanto? -Su amigo, mucho más bajito que él notó la actitud de Paolo, no lo escuchaba y parecía concentrado en algo.
O alguien.
No recibió respuesta alguna, ante la desesperación le propinó un zape en la frente.
- ¡Ay! ¿¡qué pasa!?
- ¿Qué pasa? ¡me estás ignorando Paolo! eso es lo que pasa, pasa un tornado, me lleva y tú sigues ignorándome. -Lloriqueó e hizo un puchero, su amigo podía ser dramático a veces, debería ser actor, pensó.
- Oh, perdón es sólo qu-
- No, ya sé que te ocurre. -Sonrió perverso.- Miras a las chicas, ¿no? estás enamoradín. -Le dió un codazo.
"Bipolar." pensó.
- Ahm, no.
- ¡Mentir no vale! -Habló como si de un niño tratase.
- Alex no pasa nada, sólo me distraje pero todo norm-
- O... -Fijó su mirada en el joven con el perro a lado- Lo miras a él.
Paolo bufó asintiendo a lo que dijo su amigo.
- Ve hablarle, ¡harían linda pareja!
- ¿Qué mosca te picó o cómo porqué te volviste loco? -Lo fulminó completamente con la mirada incrédulo de lo que escuchó.
- No estoy loco, sólo digo que deberías entablarle conversación, además un novio no te haría nada mal.
- Ni siquiera lo conozco y ya asumes que es gay. -Rodó los ojos.
- ¡Sí no le hablas lo haré yo! -Se paró enseguida y corrió hasta el joven pelinegro.
- ¡Ey! ¡VEN ACÁ! ¡NO! -A regañadientes, Paolo no le quedó de otra más que perseguir a su amigo Alessandro, no quería pasar otra de las muchas vergüenzas que ya había pasado.- Alessandro, n-
- ¡Hola! -Vio como su alegre amigo saludaba al atractivo pelinegro, este se volteó para observarlo de pies a cabeza, notó qué este le alzó una ceja.
- ¿Hola? -Contestó con una sonrisa incrédula, se notaba lo confundido que estaba.
Para Paolo esa fue la sonrisa más caliente que había hasta el momento.
- Soy Alessandro, mucho gusto. -Sonrió cálidamente y le extendió una mano que no fue correspondida.
- ¿Apellido?
- Del Piero. -Quitó rápidamente su mano.
Paolo sólo tragó saliva por lo incómodo de la escena.
El pelinegro sólo se mantuvo estático con la correa en mano.- Ahm... ¿Y tú? -Preguntó con incomodidad.
- Alessandro Nesta.
- ¡Oye tenemos el mismo nombre! -Rió el más pequeño.
- Cómo casi toda Italia. -Rió con sarcasmo.
- Alex tenemos que irnos. -Interrumpió Paolo tomándolo de los hombros, ya no aguantaba ver tanta incomodidad junta.
- De hecho... -Del Piero quitó las manos del contrario.- Te hablé porque mi amigo Paolo quiere hacerte compañía, y creo que le interesas. -Dicho esto último recibió un pellizco de su amigo Paolo.- ¡Oye!
- ¿Quién? ¿él? -Señaló al mencionado.- ¿Cómo porqué suponen que soy gay?
- Luces ga-
- No estoy interesado en la amistad de nadie ni mucho menos en los hombres, gracias. -Con su voz seca y rasposa se fue de ahí con su amigo peludo y jadeante, se le vió algo nervioso por su expresión.
Paolo vió como ese chico se iba con su perro, sentía mucha vergüenza y molestia, especialmente con su amigo.
- ¡Carajo contigo! -Reclamó molesto, con ambas manos echó su cabello para atrás por la frustración- Me iré a casa.
- Te acompaño... -Como un cachorro regañado intentó seguirlo pero fue inútil.
- ¡NO! Déjame sólo y no lo arruines más. -Lo señaló con su dedo índice.- Hablar contigo es como hablarle a la pared, porfavor vete.
Al sentir la autoridad del más alto, Alessandro decidió irse cabizbajo, no a su casa, si no a un kiosco que estaba cerca del lugar para desahogar sus penas con algo de entretenimiento.
Paolo ya solo, volvió a la banca en la que anteriormente estaba sentado, se cruzó de brazos, cerró sus ojos y bajó su cabeza para meterse de a fondo en sus pensamientos.
Quedó centrado en ellos, en lo que había sucedido, de repente sintió como alguien tocó su brazo, un gesto sorpresivo puesto que cuando alzó la mirada no había nadie a su lado; unos segundos se tardó para darse cuenta de una pequeña nota que lo acompañaba a su izquierda, no dudó en leer.
"xx-xxxx-xxxx-x-xx
Llámame, perdón por lo que dije"Su faceta de impotencia a sorpresa no se hizo esperar.