(Así es, hice mi cb, este será pequeñito)
POV Narrador
Paolo Maldini, ahora excapitán del A.C Milan se habría retirado hace unos días del club que le dió todo, que lo vió crecer y que le dió renombre y éxito. Él sabía perfectamente que ese día tenía que llegar, lo que no sabía era la melancolía con la que tendría que lidiar.
Resulta y acontece que el fútbol era el arma, su herramienta para lidiar con una profunda depresión que lo perseguía desde hace casi diez años.
Irónicamente, la causa de esta depresión fue justamente el fútbol.
Sus fracasos a nivel de selección lo afectaron más de lo que se esperaba, su punto quiebre fue la Eurocopa del 2000, Francia les empató a 20 segundos de acabar el partido y posteriormente les clavaron un gol de oro en la prórroga.Esto en conjunto sus fracasos en su vida personal como su divorcio con la mujer que le dió tres hijos o sus constantes discusiones con su padre (también leyenda del Milan justamente). Aunque, una de las cosas que más le afectó fue su terrible mala suerte: un subcampeonato en la Champions 2005 y una Copa del Mundo que Italia ganó sin él un año después.
Era estúpido pero se sentía como una especie de mufa o amuleto de la mala suerte, pero muchos de sus amigos le decía que exageraba y que él ya había ganado casi todo, no es como que exista alguien tan salado como para que a sus más de 30 años no haya ganado un sólo título en su carrera.
Normalmente reprimía sus emociones y pensamientos, excepto a dos personas en específico.El primero era el presidente del club, Silvio Berlusconi a quien sí lo consideraba como una figura paterna a pesar de que Silvio prácticamente a veces le hacía bullying, lo molestaba pero siempre había esa línea entre confianza y respeto por su persona.
La otra persona no era nadie más que su compañero Alessandro Nesta, su mejor amigo en el que le confiaba casi todo. Eran el uno para el otro. Esto se derrumbó recientemente, al menos por un tiempo cuando tuvieron una fuerte discusión aparentemente por celos, son amigos pero ambos se celaban entre sí, o bueno Alessandro era el que hacía drama normalmente, ante los ojos de los demás siempre fue demasiado extraño pero ellos lo tenían normalizado, tan profunda era esa "amistad".
Pero Paolo ya no soportaba sentirse sólo, estaba por explotar y para evitar eso debía hablar con Silvio o Alessandro.
Hablar con Silvio era recibir insultos y chistes de mal gusto a veces, no se sentía en las condiciones para entablar una plática de esa manera así que se armó de valor y decidió hablar con su excompañero.
Paolo tomó su teléfono de casa y marcó al número del pelinegro, se sentía ansioso y nervioso por esto.
- ¿Hola?
- Sandro? soy yo, Paolo...
Se mordió el labio reprimiendo cualquier síntoma de nerviosismo, le era imposible ya que la línea se quedó en silencio por unos incómodos segundos.
- Mmm... hola Paolo, ¿qué tal todo?
Esa voz, esa grave pero linda voz que lo tranquilizaba le estaba hablando justo ahora, con eso sentía que mejoraba su estado anímico.
- Sí sobre eso... ¿puedo ir a tu casa? quiero hablar contigo si me lo permites.
- Sí, sabes que no hay problema.
A Paolo se le hinchó el corazón de calidez y afecto de solo intercambiar unas palabras con Alessandro, porque a pesar de los malos entendidos el cariño nunca se esfumaba.
Luego de esa pequeña plática, Paolo se puso algo decente, se echó perfume y salió de la casa en camino a la de su mejor amigo.