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Una extraña sensación se apoderaba de Paolo Maldini, un adolescente de recién cumplidos dieciocho años de edad; esa sensación no era algo nuevo, lo acompañaba cuando entró a la pubertad.

Aunque la negación era fuerte durante todos estos años, al fin y al cabo no podía seguir viviendo una mentira en su cabeza.
Era homosexual.

Lamentablemente su problema no era tener una orientación sexual distinta a la de los demás; su "maldición" era estar enamorado de su mejor amigo, aparentemente heterosexual.
Entre lágrimas, acostado en su cama mirando al techo, por ahí de las tres de la madrugada recuerda como fue la mayor vergüenza que ha pasado.

Sucedió hace dos días y era suficiente para sucumbir a Maldini en una terrible crisis de negación.
Un día corriente, en casa de su mejor amigo Alessandro que venía de su entrenamiento con las inferiores de la Lazio, Paolo siempre lo veía jugar, no le gustaba el fútbol pero ver a su "Sandro" jugar era un deleite.

A cada práctica, acostumbraba a llevar un cartel gigante hecho por el mismo, con el nombre de "Sandro". Al menor de cierta manera le avergonzaba eso, pero él era igual de meloso, por cada gol o jugada le lanzaba besitos a Paolo.

Lo acompañó hasta su casa, mientras Alessandro claramente le dijo que esperara en la sala, necesitaba una ducha.

Paolo perfectamente podía quedarse a jugar al PES o tener una linda charla con la madre de Alessandro.
Pero a final de cuentas se cansó de esperar, Alessandro tardaba en 40 y 50 minutos en la ducha, un desperdicio total.
Prefirió ir a la habitación a ver qué tal, como si de una película o un fanfic de Wattpad se tratase, Alessandro dejó la puerta entreabierta, al ver esto Paolo supuso que se estaba cambiando.

Sin pensarlo, Paolo decidió mirar sigilosamente para confirmar sus dudas, aunque por obvias razones sabía que estaba mal.
No tuvo palabras para describir.

Estaba totalmente desnudo mientras se secaba con una toalla blanca. Era la escena más jodidamente sexy que había visto en su vida.

Y tal fue su sorpresa lo dotado que estaba su amigo.

Su corazón palpitaba a mil por hora, sus pupilas se dilataron y como se fuera poco, sintió un pequeño calor en su entrepierna.
Era una mala señal.

No pudo contenerse y llevó una de sus manos a su entrepierna, hacía movimientos leves al borde de tener una erección.
Joder que conocía a Alessandro desde que eran niños pero gracias a él comenzó a dudar de su sexualidad entrando a la pubertad.

Su gran altura, su fuerte pero esbelto cuerpo, su profunda mirada y el color levemente oscuro de su piel poco a poco lo terminó conquistando por completo; eso sumenle su personalidad tranquila pero sarcástica a la vez le sumó puntos extras.

Sin duda lo que más le gustaba de su Sandro, era lo marcado que estaba, como consecuencia atrayendo varias chicas detrás suyo que para su desgracia, habría salido con varias de ellas.

Paolo seguía observando, lo cual para su sorpresa Alessandro no se habría dado cuenta de su presencia o eso creía.
Seguía mirando como se colocaba su ropa interior y no podía quitar el ojo, para peor Alessandro tardaba mil años en cometer alguna acción; Paolo pasó de manosearse a directamente meter su mano debajo del boxer.

Su miembro ardía, estaba caliente.
Mordió su labio y empezó a mover su mano de a poco, tirando algunos suspiros de placer tratando de ser inaudible. Sudaba gota fría.

One shots • Maldini & NestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora