VI

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Al llegar a la casa, dudó en golpear la puerta. Solo era otra visita más como las que solía hacer a menudo, pero al mismo tiempo, Shikamaru sabía que en esta ocasión sería diferente. Lo percibía desde antes de decidirse a llamar.

Con el cigarrillo encendido bailoteando en los labios, retrocedió un paso y se llevó las manos a la nuca.

En perpetuos dilemas lo ponía Naruto.

Lo peor del asunto era que la culpa era enteramente suya por haber accedido a ayudarle en primer lugar.

Recordó su incipiente y deslumbrante sonrisa, sus ojos emitiendo un brillo sin igual, y su cabello dorado meciendose por la ventisca vespertina mientras se encontraban en el prado. Shikamaru se había sentido más cerca del cielo que nunca con su sola presencia. Pero ahora...

Siempre tenía que haber alguien por delante. Alguien acaparando del todo el interes amoroso del Uzumaki. Con Sasuke fuera de la ecuación, quedaba Sakura. E incluso entonces Shikamaru estaba convencido que, de no ser ella, habría sido alguien más quien lograra atraer de lleno la atención de Naruto.

Más tranquilo, dejó caer los hombros. Tiró el cigarrillo con un movimiento experto del índice y el pulgar y miró hacia los lados para desentumecerse.

Odiaba ser un incordio, pero quizá podría sacar provecho de esta visita.

Kurenai abrió tan pronto Shikamaru se ánimo a dar los primeros golpes. Lo recibió con una sonrisa cordial que anticipaba la espera de cada día y lo invitó a pasar a la sala. Shikamaru no lo pensó mucho. Tomó asiento en el sofá y aguardó a que ella llegara de la cocina con la tetera, el azucarero y dos tazas.

Era lo usual. La rutina entre ellos desde la muerte de Asuma.

Shikamaru desvió la mirada del retrato sobre la chimenea, sintiendose culpable por haber olvidado aunque fuera un momento la muerte de su mentor. Cuando estaba junto a Naruto, la pena y el dolor amargo se diluían como las volutas de humo que expiraba tras liarse un cigarrillo.

—Escuché que han retrasado los examenes Chunnin de este año— comentó Kurenai al sentarse del otro lado de la mesilla de centro. Shikamaru asintió al inicio del monologo mientras la veía verter el té humeante en las tazas.

—Fue decisión de la quinta—. Expuso con calma, removiendo una cucharada de azúcar en el té—. Piensa que lo mejor es esperar unas semanas más para reunir un mayor número de candidatos. Asi los novatos se preparan y dan tiempo a los extranjeros de sumarse.

—¿Ocurre algo, Shikamaru?— Kurenai dejó su taza sobre el plato de cristal esmerilado, posando con suspicacia sus ojos carmesí en el susodicho—. Te noto muy pensativo desde que llegaste. Parece que algo te preocupa.

—¿Ah?, no es asi— negó avergonzado de saberse pillado. Quizá debería ser más directo al respecto. Se supone que iba a ayudar a Naruto y no hacía más que darle vueltas a un asunto que escapaba a su comprensión—. En realidad estoy asi porque quería pedirle un consejo. Usualmente se lo pediría a Asuma, pero...

El comentario quedó suspendido en el aire. Shikamaru se mordió el labio y agachó la cabeza, maldiciendo su poco tacto al momento de expresarse. Sin embargo Kurenai le regaló una sonrisa resignada y tranquila. Un gesto dulce y nada forzado.

—Comprendo. ¿Quieres decirme de qué se trata?

Ese era el problema.

¿Por dónde y cómo empezar?

En menudo embrollo se había ido a meter. Naruto le pedía consejo y él pedía consejo a alguien más.

—Se trata de...digamos que intento seducir a una persona— suspiró, sintiendo el sudor brotar de sus manos por el nerviosismo. La piel de su rostro también ardía, pero no había forma de controlar esas emociones—. ¿Cuál sería el primer paso a seguir?

La suave risilla de Kurenai lo hizo sonrojarse aún más, si tal cosa era posible. Ella se excusó poco después y dio un corto sorbo a su bebida antes de aclararse al respecto.

—Estás siendo demasiado racional, Shikamaru. El amor no funciona de esa forma. Es un sentimiento que surge y se desarrolla con el tiempo. Es tan simple como eso. Si te gusta una persona, te acercas a ella, haces conversación o la invitas a salir.

—Pero...— Shikamaru se rascó la nuca y reprimió un suspiro de reproche ante su propia actitud—. ¿Qué ocurre si hay más obstaculos?, ¿Qué se hace si la persona no está interesada o malinterpreta la situación?, ¿Qué hay si se trata de dos amigos de hace años?

La sonrisa se esfumó de los labios de Kurenai para volver a emerger con más brío.

—Si la persona de la que hablas posee cabello rubio y ojos azules, estoy segura que lo comprendera al instante.

—¿Cómo?— la sorpresa en la expresión de Shikamaru fue mayuscula. Se sintió enrojecer cada vez más, incluso se había puesto de pie. Kurenai se levantó igualmente para extenderle una servilleta pues ni siquiera entonces Shikamaru se dio por enterado de haber derramado su té.

—Estoy diciendo que es muy probable que Ino sienta lo mismo.

Poco a poco el tono rojizo desapareció de su faz. La serenidad volvió a su cuerpo.

—Si. Comprendo. Muchas gracias— decidió dar por finalizada la visita y optó por recurrir a sus propios medios. También podría pedirle alguna que otra sugerencia a su padre o a Chouji. Lo importante era ser de ayuda a Naruto.

Aún si ello le dolía horrores.

Intenciones ocultas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora