Final.

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Los últimos tres días Shikamaru se quedó hasta tarde anexando las pruebas médicas en los formularios de inscripción de los examenes.

Para él que continuamente era tildado de haragan u holgazan, tanto por sus compañeros de la academia como por su familia, había sido una labor titanica desperdiciar sus valiosas horas de sueño ultimando y repasando datos que se sabía casi de memoria.

Al terminar de revisar la última hoja, se levantó del escritorio y estiró los brazos por encima de su cabeza. Sus articulaciones crujieron a la par que el cansancio se expandía por su cuerpo como una sombra sigilosa pero internamente palpable.

¿Qué estaba haciendo?

¿Acaso importaba?

Su propio padre le había aconsejado mantenerse ocupado luego de la muerte de Asuma. Pues bien, eso hacía Shikamaru ahora, distraerse, ocupar su mente en trivialidades llanas que, en realidad, si eran de relevancia.

Sumaría una ganancia extra a su bolsillo además. Y quizá lo primordial consistía en abstraerse y evadir.

Borrar de sus pensamientos la lapida de Asuma que día a día iría erosionandose y cuyas flores frescas dejadas sobre el prado se marchitarían.

Olvidarse un poco de Kurenai, de su expresión alegre y cansina que no reflejaba el mismo sentimiento que yacía velado en sus ojos carmesí.

Quería sacar además de su subconsciente aquella eterna sonrisa diafana que lo perseguía hasta en sueños.

Naruto.

Naruto y Sai.

Juntos.

Y la emoción de saberlo era tan irritante que Shikamaru había preferido sosegarse acatando a pies juntillas las dos semanas de trabajo acumulado. Solo que para esas alturas ya había adelantado su parte y la de Temari.

Casi podía escuchar la queja de aquella mujer tan temperamental, increpandole por no esperar a que ella estuviera presente y por inmiscuirse en sus labores.

Bueno, ya se las arreglaría despues. Por ahora necesitaba irse a descansar. Por la mañana se daría un baño, tomaría un desayuno insípido y jugaría al shogi. Solo una partida para despejarse. Y luego...de vuelta a la torre hokage.

Ya había bajado la escalinata cuando le pareció que alguien le observaba desde los árboles frontales. Al reparar en quien se trataba, Shikamaru experimentó el repentino impulso de querer alejarse.

Correr. Huir a refugiarse.

Como un cobarde.

Como un...

"Bebé llorón"

...Inútil que no pudo proteger a su sensei.

-Naruto- pero ya era tarde para fingirse indiferente. Naruto le sostenía la mirada, incipientes y firmes ojos azules destellando a medida que se acercaba hacia él.

Que fácil habría sido devolverse a la torre y quedarse allí hasta el amanecer, sin embargo, era infantil e inmaduro de su parte. Asi como lo había sido huir de sus sentimientos recientemente descubiertos y aceptados.

¿De qué le servía conocer lo que sentía cuando debía desplazar toda emoción mundana?

Sai.

Era el contratiempo, la rémora surgida desde que lo vio andar junto a Naruto aquella primera vez, y después extrayendo el conocido libro de la biblioteca para luego finalizar el amargo recorrido emocional en la visión de Sai aguardando a altas horas de la noche frente al apartamento de Naruto.

Intenciones ocultas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora