La diosa sella el pacto

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A los catorce años Hoseok se mudó a Tokio, Japón con su padre y su madre, sin embargo un año después su madre muere en un accidente automovilístico. Continuó su vida sintiendo que algo faltaba en ella, solo Jimin su amigo le brindaba compañía. A los dieciséis se dio cuenta que su padre tenía muchas deudas de juego con los Yakuza y que posiblemente terminaría pagando él.

Hoseok, pese a todo, conservaba su sonrisa y ánimo trabajando medio tiempo donde pudiese y estudiando para ser un gran bailarín. Ahora con veinte años agradecía a Dios por  no dejarle sin hogar y padre, pues con las deudas que su padre adquiría era un milagro que no fuese expulsado de todo. Era veinticinco de diciembre e iba al templo para agradecer por todo lo que poseía, él y Jimin subían los grandes escalones hasta el templo principal cuando llegaron Jimin corrió hacia la misma escultura.

— ¿De nuevo con lo mismo? —  Pregunto Hoseok mientras Jimin ponía la ofrenda cerca del dios del trueno Takemikazuchi. Jimin tenía un fuerte crush con el dios que se veía magnifico y gallardo con su espada y el trueno, siempre le llevaba una ofrenda y rezaba. 

— Takemikazuchi  es el dios más hermoso de los japoneses ¿No crees?

— Prefiero a los demonios Zorros o lobos.

— Eres muy corrientón, solo mira esas manos y ese rostro de fuckboy que tiene.

— ¿Seguro que no es tu imaginación?— dijo Hoseok acercándose a la parte central para dejar su plegaria. Hecho la moneda en la caja de ofrenda, tomó el incienso lo encendió y luego apagó, junto sus manos colocando el incienso y elevó su plegaria. "¡Hey Dios! Tú sabes bien como soy, vivo buscando una respuesta a todo lo que ha pasado en mi vida, te pido que pueda salir de toda esta locura y que si lo logro jamás dejaré de venir a este templo a darte las gracias. Por los novios aún no me preocupa, así que solo ayúdame con mi vida."

Jimin hizo lo mismo juntó sus manos y empezó su plegaria. "¡Hey Dios! Sabes que soy un poco loco, pero te pido que pueda conocer a Takemikazuchi y que se enamore de mi. Ah también te pido por el tonto de Hobi para que encuentre un demonio que lo haga dejar el celibato."

Los dos salieron del templo y se despidieron para ir cada quien a su casa, Jimin vivía en un apartamento que a penas cabía él. Hoseok corrió y al llegar a su casa se encontró con la gran sorpresa de que una maleta lo esperaba con una nota. 

Hobi

Lo siento mucho, pero las deudas son muchas, debo irme porque nos quitaron la casa y ahora estás solo en el mundo. Bye.

— ¿Lo siento mucho? ¡Maldito viejo hijo de puta! — gritó, sin embargo dos hombres cubiertos de tatuajes se acercaron a él. Contuvo la respiración y al ver que sacaban navajas corrió lo más rápido que pudo. Sus piernas lo llevaron con su amigo quien estaba sacando unas cajas con basura. — Jimin, necesito tu ayuda.

— Si es dinero sabes que estoy más limpio que el cloro...

— No, déjame quedarme en tu casa... Mi padre me dejó y la casa es de los yakuza. 

— Hobi sabes que mi apartamento es miniatura y a penas quepo yo, si hasta estoy buscando otro sitio... Ve a uno de esos hoteles para la noche. — le dijo tendiéndole un dólar.  Hoseok se resignó y fue al parque más cercano, se sentó en una banca y gritó.

"¡Cierra la boca mocoso de mierda!" — Se escuchó en a lo lejos, Hoseok se cubrió la boca e hizo una reverencia en señal de disculpas. — El mundo es una completa mierda... ¿Qué hice para merecer esto?

¡Hey Dios!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora