Capitulo 10

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Los patios y jardines en Receso de las Nubes ya se encontraban desiertos en el Hai-shi, debido a la estricta regla que dictaba que todo discípulo debería dormir a las nueve.

Incluso si eran los discípulos de sectas externas, en esta hora, todos se obligaron a encerrarse en sus dormitorios para dormir, ya que deberían despertar muy temprano para entrenamientos el doble de rigurosos.

Jiang Cheng siempre procuró seguir esta regla, porque no quería ser castigado por alguno de esos discípulos de Gusu Lan que patrullaban los pasillos y patios; vigilando que las reglas se cumpliesen. Sobre todo Lan WangJi, aquel hermano menor de Lan XiChen, quien castigó muchas veces a Wei WuXian en sus escapadas nocturnas.

Sin embargo, en ésta noche en particular, la vigilancia era muy poca. Jiang Cheng aprendió un poco de las habilidades de escabullida de Wei WuXian, logrando salir del área de los dormitorios con éxito.

No quería estar en la habitación, el silencio ahora era una mayor tortura, porque constantemente recordaba las advertencias de su madre y la indiferencia de su padre. Sentía que se sofocaba en esas cuatro paredes, hecho un ovillo en la cama, como solía hacerlo en sus días de niñez más sombríos.

Necesitaba respirar el aire fresco, ir hacia cualquier lugar que distraiga su mente de todos los sucesos que le han ocurrido últimamente. 

Más allá de la Primavera Helada, sobre este estrecho camino cubierto por bambúes en ambos costados en una pendiente ascendente, en los límites de Receso de las nubes; encontró una especie de jardín con púrpuras gencianas. Este pequeño paraíso secreto, fue tan agradable, que incluso el aire alrededor resultó ser más frío. Parece el pequeño espacio reservado para el inicio de un ameno invierno.

Se sentó lentamente, cuidando de no aplastar aquellas flores de tonos fríos, cuyos pétalos parecían tener una leve capa de escarcha. Jiang Cheng observó por un tiempo el paisaje nocturno a su alrededor, por allá donde se visualizan los altos pinos que eran mecidos por el viento silbante tras la barrera.

Su mente vaciada de pensamientos, se adormeció en esa contemplación silenciosa, hasta que un repentino sonido acabó con toda la calma nocturna: eran las agradables notas de una flauta. Tan suaves como el remanso de paz donde se cultiva el espíritu más calmo, la caricia a los oídos después de una tormenta. Fue ese preciso sonido el que logró calmar el corazón de Jiang Cheng, hasta que casi estuvo a punto de esbozar una sonrisa.

El joven loto persiguió aquel sonido, con una repentina curiosidad y llegó hasta un secreto desvío, donde las flores púrpuras abundaban con un brillante tono bajo la luz de la luna, parecen perladas en capas de escarcha. Y entre aquel jardín, había una varonil figura de blanco, resaltando como el centro de toda esa belleza natural.

Se encontraba de perfil, aunque ni de esa manera minimizaba su excepcional atractivo.

Este hombre mantuvo sus ojos cerrados, permitiendo que las caricias del viento se convirtieran en su inspiración; sujetaba el xiao* de jade blanco, reluciente ante la luz lunar; mientras que soplaba suavemente para emitir aquellas notas que calmaban el corazón.

Con una simple mirada, Jiang Chen lo reconoció.

Su rostro se calentó de manera inevitable, por algo más que una fiebre pasajera. Todos los sentimientos que le despierta este primer jade; de pronto emergieron como si estuviesen en un letargo muy en el fondo de su corazón.

Pero también recordó la advertencia que le había dado su madre, sobre no acercarse a este supuesto hombre comprometido.

Jiang Cheng sentía como si le hubiesen desgarrado por dentro, apuñalado en el pecho por esa desagradable nueva información. No puede creer que Lan XiChen estuvo besándolo, cuando ya tiene a una mujer a la que se debe.

Me convertí en Omega [XiCheng]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora