Capítulo 4

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— ¡Mierda! —se quejó una pequeña rubia.

— No seas grosera —regañó Ymir.

— No eres la indicada para decirme eso —reclamó Annie.

— Dejen de pelear —pidió Mikasa con indiferencia mientras limpiaba la herida que tenía Annie en la pierna.

En su huida, y debido a la renuencia de la rubia a irse, una bala impactó por su pierna, entrando por la parte posterior y, con suerte, saliendo por la parte anterior. Que la de ojos azules fuese una titán cambiante, no significaba que las heridas no doliesen, sobretodo cuando debía controlar su regeneración para que no se activase y descubriesen su identidad.

— Tienes suerte que no dañó ningún vaso importante o no habríamos podido detener el sangrado tan rápido —comentó la azabache, terminando de cubrir la herida con una gasa limpia.

No era que no fuese seria la lesión, solo que al menos Annie podía permitirse regenerar su arteria femoral ya que no lo notarían. Si bien ahora la zona afectada estaba cubierta, no podría regenerarse pronto, pues Mikasa había dicho que se encargaría ella misma de limpiar la herida hasta que se curase. No quería resaltar lo que había notado, pero la Ackerman era muy amable; quizás en otras circunstancias, hasta la habría considerado una santa, que claramente no era, pues cometía actos ilegales.

— Ya estaría —dijo Mikasa, dando un golpe sobre la herida.

— ¡Hija de...! —se quejó Annie, pero se contuvo de continuar.

— Quédate a descansar —sugirió la de ojos grises.

— ¡Mira qué suerte! —comentó Ymir con ironía— La princesa puede descansar pese a que no nos trajo nada de valor.

Annie le lanzó una mirada fulminante, aunque luego se giró para evitarla, después de todo, tenía razón, ella no llegó a robar nada para conseguir dinero. Se apresuró en intentar conseguir información antes que otra cosa así que le tocaba aguantar los comentarios sarcásticos de Ymir.

— No la molestes —regañó Mikasa, aunque con desinterés.

— ¿Desde cuando la quieres más que a mí? —se quejó Ymir.

— No las quiero a ninguna de las dos —respondió la ojigris, aunque no es que fuese del todo cierto.

— Eso dolió —la castaña se hizo la ofendida—. Toma —dijo dándole una pequeña bolsa—, ve a comprar las medicinas para la princesita —parecía que ese sería el apodo de Annie a partir de ahora.

Mikasa se sorprendió cuando vio lo que contenía la bolsa. Sabía lo sumamente extraño que era que Ymir soltase dinero, peor aún si Annie no había sido de provecho para ellas en esta ocasión. ¿Quizás la de pecas era consciente que el bienestar era antes que la ambición? Sea lo que fuese, era lindo de su parte preocuparse a su manera.

***

Debió suponer que su día no sería tranquilo en cuanto le dijeron que saldría con alguien más a hacer unas compras. Un enojado pelinegro usaba todo su autocontrol para no darse vuelta y volver al Cuartel, sin cumplir la obligación que le dieron para ese día.

— ¡Oh vamos Levi! Cambia de cara. Que tengas que venir conmigo no es tan malo —se quejó una castaña de lentes mientras veía con detenimiento unas vasijas de vidrio en el mercado—. Para que sepas, a mí tampoco me agrada tener que gastar mi tiempo aquí cuando podría seguir en mi laboratorio estudiando las muestras de mis preciados titanes —se lamentó.

— Erwin te envió a hacer las compras porque quería que salieses de esa pocilga al menos un rato —justificó Levi.

— Que odioso —protestó Hange—, ¿y tú que hiciste para que te castigara acompañándome?

Parallel  [EreMika]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora