Un entorno de oscuridad era lo único que veía a su alrededor. Una escasa luz proveniente del suelo ayudó a visualizar levemente el lugar: las afueras de un pequeño bosque. ¿Por qué venía la luz del suelo? Descendió la mirada y un escenario de muerte la golpeó de improviso. Tres hombres llenos de heridas mortales estaban alrededor de ella, y debajo de ellos, reconoció a sus padres, inertes como las piedras decorativas del camino.
Se asustó. Quiso retroceder, pero sus piernas no reaccionaron. Se percató, recién, que había estado desplomada sobre el frío suelo, y no le quedó de otra más que arrastrarse hacia atrás. Sintió la superficie húmeda, y sus manos resbalar con un líquido desconocido. La luz parecía seguirla, y los cadáveres también. Levantó su mano para limpiarse, y manchó la tela de su frágil vestido.
Un rojizo oscuro e intenso. No solo su mano estaba así, su propio aspecto era de terror. En sus manos apareció un cuchillo que le pedía más sangre. Las siluetas que antes habían estado en el suelo, ahora estaban de pie y la llamaban a matar de nuevo.
Mikasa despertó muy agitada. Su primera reacción fue verse a sí misma y notó que en su vestimenta no habían manchas que no fuesen de barro y suciedad. Tembló levemente. Se encontraba en el mismo callejón en dónde llevaba quedándose los últimos días. Pronto se cumpliría un año desde que fue secuestrada y escapó.
Vivía sola en las calles, robando comida y teniendo ese tipo de pesadillas a menudo. Hacía frío y su delgado vestido solo era cubierto por otra delgada tela que logró arrebatarle a una mujer la tarde previa. Estaba cansada de vivir así, siempre huyendo; su estilo de vida la había hecho adentrarse mucho dentro de la muralla Rose, probablemente se adentraría por el distrito de Stohess para empezar a robar dentro de Sina.
Volvió a acostarse sobre el frío suelo de piedras. Aún era muy temprano y debía estar activa para su nuevo día de rutina.
***
Era increíble la cantidad de gente que se movilizaba. Se suponía que se adentraría por Stohess, pero las calles estaban abarrotadas. Al parecer, la muralla María había caído y miles de refugiados empezaban a venir a la muralla Rose y eso implicaba un gran problema. De por sí, los alimentos eran escasos, por eso le era muy difícil robarlos; ahora la gente cuidaría más sus cosas.
La noche ya caía, helada como ya la conocía, y aun así, no se atrevió a entrar a la plaza donde se acostaban los refugiados sobre mantas para aumentar un poco la temperatura. Decidió volver al callejón apartado, no había conseguido alimentos ese día, así que tocaría dormir sin comer.
Sus pasos desganados la llevaron a su escondite pero tembló levemente al ver a alguien más ahí. Una persona se encontraba semi recostada en su rincón, apoyada en la pared, parecía estar sentada pero con aspecto cansado. Se agachó para recoger un trozo de concreto del piso, había mucho de ello en esa zona abandonada. Se iba acercando con pasos lentos y en silencio. Mientras más se adentraba, se daba cuenta de que aquella persona no era una adulta como pensaba, parecía ser mayor que ella, pero no una adulta. Eso era ventajoso.
No tenía intención de lastimarla, su precaria arma solo era por si lo necesitaba, no podía confiar en nadie estando sola en las calles.
— ¿Quién es? —habló aquella persona, lo que logró asustarla un poco— ¿Una niña? —se cuestionó al verla.
El aspecto de aquella chica en el suelo era totalmente extraño, bueno, al menos para Mikasa. Como ya había notado, no era una persona adulta pero si se veía mayor. Parecía muy agitada, como si hubiese realizado mucho ejercicio, estaba apenas cubierta con aquella prenda que usaba para cubrirse en las noches y, aunque estaba algo oscuro por la hora, pudo visualizar extrañas marcas en el rostro de aquella joven.
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Parallel [EreMika]
Fiksi Penggemar- ¿Eres Jaeger? -recordó- Por casualidad, ¿conoces a un doctor de apellido Jaeger? -preguntó la azabache con mucha curiosidad. - Sí... es mi padre -respondió el castaño aunque parecía haber un sentimiento de culpa e incomodidad en su voz y ella no...