Daba lentos pasos por aquel bosque oscuro del cual apenas podía distinguir el estrecho camino gracias a una tenue luz lunar. Mikasa caminaba por aquel lugar que se le hacía tan familiar pero que le causaba un poco de temor, a fin y al cabo, no era normal que una niña de nueve años caminase sola de noche fuera de casa.
No supo que tanto logró avanzar en su camino, ni siquiera sabía hacía donde iba pero se detuvo involuntariamente al sentir sus pies tropezar con algo. Cayó hacia adelante colocando sus manos al frente para evitar el golpe, pero lejos de tocar la tierra con sus palmas, sintió una calidez que se desvanecía conforme se recomponía de la caída.
Un grito se ahogó en su garganta al levantar sus parpados y solo para ver una escena horrible ante ella. Tres hombres estaban llenos de sangre, con diferentes heridas cada uno. Le llamó la atención, al mismo tiempo que la aterrorizó, ver el rostro desfigurado de uno de ellos, otro con un largo corte en el cuello, y el último con un cuchillo atravesado en el pecho desde atrás.
Lo peor del momento fue cuando reconoció aquellos cuerpos inertes y, sobre todo, la perpetradora de la escena oscura. Ello la espantó al punto de vulnerar su mente y forzar a su inconsciente a despertar de tal pesadilla.
Como pudo, la azabache se incorporó sobre su cama, con una respiración agitada y sin ser capaz de ver nada a su alrededor por las lágrimas que empezaban a inundar sus parpados.
Al cabo de un rato, logró regularizar las inhalaciones que hacía; y ya con las lágrimas secas, volvió a acostarse porque aún era muy temprano. Ya estaba más tranquila pero aun sentía su corazón latir muy rápido, y no precisamente de emoción.
Hace mucho que no tenía esas pesadillas; ahora que lo pensaba, no desde que entró a la milicia, ¿por qué le tuvo que pasar justo el día en que se graduaban? Esperaba que no fuese señal de algo malo, suficiente tenía su consciencia con tener sus manos manchadas.
***
— ¿Qué sucede, Mikasa? —preguntó Hannah, preocupada por el semblante que tenía la Ackerman.
— ¿Eh? —la aludida salió de su ensimismamiento cuando escuchó su nombre.
Había tenido un mal despertar ese día, el temblor en las manos fue evidente hasta poco antes de entrar al comedor donde, ahora, consumía su desayuno.
— ¿Es por lo que te dijo el idiota de Eren ayer, cierto? —intuyó Ruth con una expresión de fastidio— Que ni se le ocurra acercarse o lo golpearemos —dirigió una mirada fulminante hacia la mesa donde se encontraban Eren y Armin.
— No mencionen a Jaeger mientras comemos —sugirió Ymir, quien estaba sentada al lado de Mikasa, mientras se llevaba un pan a la boca—, ¿verdad, Annie?
Annie levantó el rostro para mirar a la castaña. Hacía mucho que no le dirigía la palabra, pero eso no le importaba mucho, aun así, estaba feliz porque Mikasa obtuvo lo que tanto quería, la atención de la mayor, así que se daba por satisfecha.
— ¿Qué tienes? —preguntó la rubia directamente.
— Nada... —respondió la ojigris aunque no se veía muy segura de su respuesta y tampoco convenció de ello a la rubia.
— Ya la oyeron, no le pasa nada —dijo Annie para que se callaran de una vez y pudiese terminar su desayuno en paz, pero si llegó a preocuparse un poco por la chica, aun así, no preguntaría, debía dejar de mostrar interés en estas personas.
— ¿A ti te pasa algo? —preguntó un poco preocupada la azabache.
Annie levantó la mirada algo agotada. Su día previo había sido horrible, a excepción del show que hicieron Eren y Mikasa que logró divertirla un poco. Aun así, no logró quitarse el estrés que le había ocasionado su encuentro con ese tal Kenny el día previo. Lo peor de todo es que no consiguió nada y ya se estaba hartando, quería poder regresar pronto a Liberio.
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Parallel [EreMika]
Fiksi Penggemar- ¿Eres Jaeger? -recordó- Por casualidad, ¿conoces a un doctor de apellido Jaeger? -preguntó la azabache con mucha curiosidad. - Sí... es mi padre -respondió el castaño aunque parecía haber un sentimiento de culpa e incomodidad en su voz y ella no...