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¡Advertencia! Mención de suicidio.

Aquel día sería, hasta el momento, el más importante para ambas jóvenes. Era el día donde Mina manejaría nuevamente por la calle donde se le había arrebatado la vida hace ya casi un año. Nuevamente iba en compañía de Nayeon.

Aunque ya había pasado ciertos meses donde la rubia había vuelto a manejar, esta solo manejaba a los sitios cercanos y menos transitados. En todos esos meses, nunca se atrevió a caminar, menos manejar, otra vez por esa calle central.

El motor se prendió, la radio sonó y el auto comenzó a avanzar al momento en que Mina empezó a manejar.

Myoui apretaba el volante fuertemente, enterrando sus cortas uñas en el proceso. Por otro lado, su copiloto apretaba aquella pelota anti estrés amarilla, ocultándola bajo sus brazos cruzados.

Las primeras calles fueron tranquilas, apenas pasaban algún que otro auto. Pero al momento de doblar en la sexta calle, los nervios y tensión aumentaron.

El auto se detuvo por el semáforo rojo junto a muchos otros autos. Veían pasar camiones, buses y otros vehículos moverse frente a ellas, aprovechando el semáforo en verde de la dirección contraria.

El color del semáforo cambió a amarrillo. Mina aguantó la respiración y apretó más fuerte el volante con una de sus manos y la palanca de cambio con la otra.

— Mina. —Nombró aquella voz que le tranquilizaba siempre. Miró a Nayeon con claros nervios. — Puedes hacerlo, tranquila. —La mencionada asintió y volvió su vista a la calle frente a ella.

El semáforo cambió a verde.

Los autos empezaron a avanzar.

El sonido de la radio se volvió bajo ante los oídos de Mina. Ahora solo podía escuchar sus latidos. Las bocinas de algunos vehículos de atrás, y el del motor de los demás.

El auto se movió por la calle, pasando justo por el lugar donde aquel camión chocó contra esos jóvenes que iban felices conversando, esperando dirigirse a casa como cada noche luego de sus jornadas de trabajo.

La voz del locutor de la radio volvió a escucharse, anunciando la hora una vez más. Las bocinas se disiparon y los latidos se calmaron al momento de cruzar aquella calle y seguir el camino sin interrupción.

Habían logrado pasar. Habían logrado cruzar la calle donde dejaron sus antiguos cuerpos, donde habían dejado atrás sus anteriores vidas únicamente por la irresponsabilidad de otra persona.

No soltaron suspiros aliviados, no todavía.

No fue hasta que llegaron al departamento que se permitieron sonreír y suspirar aliviadas.

— ¡Lo hiciste! —Exclamó emocionada Nayeon, sonriendo feliz, soltando su pelotita anti estrés en el auto para abrazar a la rubia.

— Lo hicimos. —Dijo Mina, mirando sonriente a la copiloto, correspondiendo el abrazo.

Ambas se miraron con sonrisas, separándose solo unos centímetros.

Y en el momento que Nayeon pensaba volver a esconder su cara en el hombro de la menor, la rubia no se lo permitió al haberle tomado de la cara con una de sus tiernas manos.

La pelinegra le miró confundida, cerrándolos cuando Myoui acercó sus labios a los suyos. Lo que tanto ansiaban por fin ocurrió: Sus labios encajaron con los contrarios, uniéndose perfectamente como dos piezas de rompecabezas que encajaban juntas.

Se permitieron mover los labios de manera lenta y delicada, con el miedo de que ese momento terminara.

Pero todo tiene un final.

¡Este no es mi cuerpo! [Adaptación Minayeon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora