Irina
Camino desastrosamente, dando grandes zancadas por culpa de la fuerza que está empleando Marina para tirar de mí como si fuera un carrito.
—Marina, no —reitero mi, según yo, sensata decisión—. Es viernes, vale. Pero yo prefiero hacer los deberes a ir a esa fiesta en casa de quién sabe quién. Me conozco y sé que si no los hago hoy, los acabaré haciendo el domingo. Y no me da la gana.
Frena en seco, corto mis pasos yo también.
—Irina, escúchame, no puedes ser tan responsable porque...
—Ya, pero en Islandia...
—En Islandia, en Islandia, bla, bla, bla —se burla de mí con un tono de voz muy agudo—. Irina, por favor. Viernes. Fiesta. No necesitas más información —mira a los lados, como si le faltara inspiración para seguir convenciéndome—. Marchita —canturrea mientras hace un baile muy extraño balanceando sus caderas y moviendo sus brazos flexionados.
Muerdo el interior de mi boca con indecisión... Una fiesta. Nunca he estado en una. Hace unos días quería ir, sí, pero ahora que está tan cerca, no lo veo tan claro.
—Mira, vamos a hacer una cosa, vamos. Nos quedamos un rato, y si no nos gusta, volvemos y hacemos una noche de pijamas improvisada —me sonríe con malicia—. Como cuando éramos niñas.
Hago un sonido de queja con mi garganta y acabo inclinando la cabeza.
—Está bien —digo con resignación—. Pero tú ve trayendo un pijama a mi casa, porque te digo que es lo que va a pasar. Nada más interesante nos espera esta noche —le advierto.
Marina suelta un gritito de alegría y me abraza como una niña pequeña a la que le acaban de conceder su mayor capricho temporal.
—¡Gracias, gracias! —Exclama emocionada.
Tuerzo el gesto, nos espera un largo tramo de noche aburrido.
Siendo Marina, lo más probable es que sea toda la noche.
Gracias conciencia por los ánimos.
Muerdo el interior de mi boca cuando me doy cuenta de que he de llamar a mi madre para comunicarle que si no aparezco por casa es que he salido con Marina, no es que me haya secuestrado una banda organizada.
Mi madre y sus películas mentales.
Palpo el bolsillo delantero de mis vaqueros y siento un vacío enorme en el estómago cuando me doy cuenta de que mi tacto no localiza el dispositivo.
Cálmate, seguro que...
—¡¿Y mi móvil?! —Grito presa del pánico.
Marina frena en seco al oírme. Hace un movimiento de brazo para colocar su mochila justo delante de ella. La abre y comienza a rebuscar en ella.
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POR TI © (NUEVA VERSIÓN EN EDICIÓN)
RomanceEl instituto siempre ha sido una etapa complicada... Llena de relaciones. Llena de contradicciones. Y sobre todo, llena de problemas. ¿Es huir la mejor solución para disolverlos? ¿O merece la pena resistir para sentir por primera vez? ¿Qué pasa cuan...