10.Hasta que mi alma se consuma en llamas.

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Mark

Nuestras bocas se funden de una forma voraz, como si se nos fuera la vida y no pudiéramos besarnos en otra ocasión nunca más. Ambos sabemos porque lo hacemos, y cada uno tenemos nuestras distintas razones.

De cualquier modo, jamás pensé que íbamos a acabar así, y yo suelo saberlo nada más veo a la chica en cuestión, pero en este caso nunca se me habría pasado por la cabeza hacerlo con ella, con la que se hace llamar "su mejor amiga".

Ambos luchamos con una enorme intensidad en lo que yo trato de alargar el beso tomando su cabello y atrayéndola más si cabe a mi rostro, algo de lo que no ella no se queja, sino que responde más que encantada.

No es que sienta amor por ella ni nada de eso. A ver, la chica tiene su punto de belleza, y no se puede decir que no es guapa... De haberla visto en otra situación, me la habría llevado a mi casa o a cualquier baño público cercana para sofocar la atracción sexual que habría provocado en mí. Pero en esta ocasión es diferente.

Es diferente porque esa no es mi intención, sino tratar de oír ese sonido que nunca me ha gustado oír pero que esta vez lo necesito, ya que he perjudicado a alguien y debo solucionarlo.

—Mark, por dios —se separa jadeando— dame un momento para respirar.

Hago un esfuerzo por no perder la paciencia, ¿dondé se supone que está Becca en estos momentos? Joder, siempre está cuando menos la quiero y ahora que la necesito no aparece.

Paso mi pulgar por los labios de la exhausta chica que no deja de mirarme con deseo, que pena que yo ahora no esté sonriendo lo mismo, ya que de hacerlo, me la tiraría aquí mismo, debajo de este abandonado puente con vistas a uno de los tantos prados verdes de la ciudad. De hecho, ahora que lo pienso en Shoreline hay demasiados sitios que no tienen la importancia que merecen, la gente de aquí no se esmera en parar y apreciar el lugar tan bonito en el que vivimos, y eso es una lástima.

—Discúlpame, es que besas demasiado bien —digo para volver a atraerla hacia mí, pero me lo impide mirándome con cierta inseguridad.

—¿Mejor que Diana?

—Mejor, mucho mejor sin duda —le ofrezco una sonrisa ladina y le vuelvo a estampar contra mis labios, notando la convicción con la que me besa en este momento. ¿Cómo no? El afán de muchas aquí es superar a la reina llamada Diana Boyd.

Menuda panda de inútiles insulsas sin personalidad.

Mis labios se curvan en una sonrisa cuando escucho ese "clic" que tanto ansiaba oír. Suelto sus labios casi de inmediato, fingiendo que me he acordado de algo demasiado importante como para dejarlo pasar de lado.

—¿Qué pasa? ¿He hecho algo mal? —Pregunta con un deje de preocupación y niego.

—No, es solo que me acabo de acordar de algo que debo hacer de inmediato... Lo siento mucho, pero he de marcharme.

—¿Entonces no me vas a follar? —Se muerde el labio con algo de decepción. Se nota su amistad con mi "novia" por su única intención final, que, ¿para qué engañarnos?, casi siempre es la mía también.

—No, pero te tengo pendiente, y más después de descubrir cómo se mueven tus labios —le suelto guiñándole un ojo y se sonroja.

Pauline se despide de mí anotando con un boli que se ha sacado del escote su número en mi mano izquierda, algo que ya sé que ni siquiera me voy a molestar ni en apuntar.

Le doy la espalda y emprendo el rumbo al destino que tengo en mente mientras suelto alguna carcajada por lo ocurrido. Menos mal que Pauline es la mejor amiga de Diana, viva el poder de la amistad, claro que sí.

POR TI © (NUEVA VERSIÓN EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora