╰─►❁ཻུ۪۪𝓤𝓷𝓸

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Hace muchos, muchos años, existió la historia de un bosque mágico, lleno de maravillas y paz. En dicha leyenda se mencionaba una gran guerra, surgida de aquellos que deseaban imponer sus propias leyes dentro de aquel maravilloso territorio bendito.

Sin embargo, aquello simplemente era una historia, una leyenda utilizada para asustar a los niños; un hombre de apariencia cansada y descuidada les contaba esta historia a sus queridos hijos, uno de preciosa cabellera azul, brillante y bien cuidada, bastante similar a la de su padre, el otro niño, tenía un cabello rosado, algo grasoso debido al poco cuidado que mantenía su cuerpo, había heredado aquel característico tono de su madre.

Ambos niños, gemelos además, eran en extremo diferentes, casi opuestos en todos los aspectos.

Gordi, el gemelo mayor, era un niño gordito y amable, siempre le gustaba ayudar en todo lo que pudiera, en especial en el jardín con su adorada madre, sensible y dulce, siempre había sido intimidado por su apariencia y su débil físico lo que lo llevo a ser una persona extremadamente tímida y sumisa.

Azulin, el gemelo menor, un niño de buen aspecto y bastante activo, aunque generalmente actuaba como alguien retraído, tenía una personalidad más extrovertida pero eso no le quitaba su ego, que había estado acumulando gracias a los constantes elogios que recibió de su padre, aunque todo aquello siempre fue una máscara que cubría sus inseguridades. En el fondo, sentía envidia.

Los hermanos, sin embargo, siempre fueron de alguna manera unidos, muy en el fondo se querían y apreciaban como una familia.

Azulin. – Dijo el pequeño niño mientras veía a su hermano en el marco de la puerta de su cuarto – ¿qué estás haciendo ahí, hermano? ¿Tienes miedo? – al fondo se pudo escuchar un trueno, el pequeño cuerpo del niño tembló y en un reflejo corrió hacia la cama de su hermano mayor.

Gordi vio aquel gesto con cierta ternura, aunque él siempre había sido un niño asustadizo no le tenía miedo a las tormentas, al menos no tanto como su hermano.

Papá y mamá están peleando de nuevo, asi que no tuve de otra que venir aquí. – contesto, envuelto completamente en la sabana, Gordi dio una suave caricia sobre la tela.

No tienes nada de que temer hermano, tu y yo siempre vamos a estar juntos... - Azulin dejo de taparse con la sabana lentamente, observando a su hermano a su lado, las esferas azules lo miraron con algunas lagrimas deslizándose por sus mejillas, aunque Gordi no sabía si era por la lluvia o por sus padres.

Hermano... por favor, no me dejes solo jamás.

Y con eso, ambos niños durmieron en esa tempestuosa noche.

[...]

El recuerdo lo golpeo, una vez que abrió sus ojos pudo divisar el lunar en el que se encontraba, se levanto perezosamente de aquella cama, divisando desde el ventanal la enorme cuidad en la que se alojaba, a Azulin no le gustaba para nada, pero prefería vivir rodeado de lujos sacrificando un poco de la belleza natural que alguna vez su hogar le brindo en sus años de infancia. Ahora, era un político con dinero de sobra y bellezas que siempre le rogaban porque se las llevara a la cama. Aunque nunca era suficiente.

Miro a su lado, solo para encontrarse una melena castaña que no reconoció, la muchacha (de unos 25 años aproximadamente) no mostraba señales de querer despertar.

El chico se levanto con pereza y se aseo, con aquella rutina matutina que nuca le faltaba, porque bueno, esa apariencia de hombre perfecto debía de mantenerla cueste lo que cueste. Mientras tanto, la chica se fue despertando poco a poco, y una vez estuvo completamente animada se levanto y acomodo un poco la cama, justo a tiempo para que un Azulin recién duchado se apareciera por el pasillo.

Pena Por TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora