XVI

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╬ Campo ╬

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╬ Campo ╬


—Mas te vale que esto no sea un intento para alejarme del pueblo y así esconder mi cuerpo en algún lugar donde nadie pueda encontrarlo. —Empujó algunas ramas bajas de los arbustos que se atravesaban en su camino para no perder de vista al erizo que caminaba varios metros delante de ella.

"Cálmate Amy, de haber querido hacerlo ya estarías diez metros bajo el suelo en alguna dimensión desconocida"

Continuaron caminando en línea recta y en un profundo silencio por varios minutos hasta que finalmente el erizo detuvo sus pasos, sin avisar obviamente, haciendo que Amy chocara directamente contra su espalda.

— ¿Puedes al menos decir que ya llegamos? —Sobó su nariz luego de impactarse contra el cuerpo ajeno— ¿Dónde estamos? En todo caso... Auch.

—Sin distracción, ningún idiota para interrumpir, mucho menos al inútil doctor para desperdiciar el tiempo. —No se movió de donde estaba, esperando a que la chica detrás de el caminara al frente— Este lugar será de utilidad.

El pudo simplemente haber dado media vuelta e irse por donde vino sin importarle la jovencita de púas rosas. Pudo salir de aquella casa ignorando a la chica y ya. Irse sin mirar atrás, como siempre.

¿Por qué hacer esto ahora? ¿Por qué tomarse esas malditas molestias?

— ¡Es hermoso! 

Tal vez, por eso.

La sonrisa entusiasmada de la jovencita, ese estúpido brillo en la mirada esmeralda mientras admiraba aquel campo de flores que había encontrado casualmente en una de sus tantas misiones. Fue una casualidad que el pensara que a esa mujer podría gustarle ese lugar.

—Es un buen campo de entrenamiento. —Dijo como si nada mientras la ajena seguía con la mirada perdida entre las flores ahí plantadas— Solo hay que quitar esas estorbosas plantas del lugar. Hazte cargo.

Amy ignoro el tono de orden en la ultima frase que Shadow uso con ella. ¡Ese lugar era tan hermoso! Cada una de las flores era preciosa, había rosas, margaritas, girasoles, incluso alcanzo a vislumbrar algunas violetas y varias azaleas. ¡Un magnifico cuadro de colores y aromas! El sueño de cualquier florista.

— ¡Son preciosas!

El solo observo como la chica seguía apreciando aquellas plantas. 


Podría tomarlo como una disculpa que el nunca diría en voz alta.


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