Capítulo: 11 A tus pies.

1.2K 235 158
                                    

Mew fue recibido por una sirvienta quien no lo dejaba de mirar embobado, él sonríe sin sorprenderse, tenía ese encanto irresistible que ninguna persona podía resistirse

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mew fue recibido por una sirvienta quien no lo dejaba de mirar embobado, él sonríe sin sorprenderse, tenía ese encanto irresistible que ninguna persona podía resistirse.

—Usted es el pirata Kimmaf el despiadado.

—Como Kimmaf es más que suficiente.

—Mi princesa lo espera en el jardín.

Mew asiente y sigue a la doncella, al llegar al jardín encuentra a una joven mujer rubia de cabello largo hasta los hombros de mirada perdida y algo fría.

—Buenos días, princesa.

—Deberías inclinarte y mostrar tu respeto.

Mew se sienta sin que se lo pida.

—Princesa, yo solo me arrodillo a una sola cosa y comúnmente estoy desnudo cuando lo hago, así que díganme ¿a quién hay que matar?

La joven chica, la cual iba a cumplir 23 años, se escandalizó por lo vulgar y descarado que era aquel pirata de ropa de segunda y rostro de un semi dios.

—No vamos a matar a nadie, eso es horrible, solo quiero darle una lección a esa maldita bruja que se hizo pasar por mi amiga.

—No vamos a matar a nadie, eso es horrible, solo quiero darle una lección a esa maldita bruja que se hizo pasar por mi amiga

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mew pudo notar cómo su expresión fría y ausente se transformó en una de odio y dolor.

—Yo la amaba cómo a una hermana y me quitó al amor de mi vida.

Mew odiaba trabajar para mujeres, eran muy sentimentales y siempre querían contar sus penas, y él por la jugosa recompensa tenía que aguantar aquella parte tortuosa.

—Creo que ella ganó porque mis pechos son pequeños y los de ella grandes y mi maldito cabello siempre encuentra la manera de no mantenerse en su lugar—se levanta y toca su estrecha cintura—¡parezco un esqueleto alvino!, ¡¿quién demonio quiere llevarse puros huesos a la cama?!—grita de manera histérica.

Mew estaba algo incómodo, se suponía que vino a ser contratado para hacer un trabajo delictivo. No para asustarse con aquellos gritos.

—Primeramente, cálmese—se levanta y se
acerca a ella, la toma de sus hombros y
Jamisha se sienta nuevamente, Mew por igual lo hace, esta vez a su lado—oiga para usted llamar a alguien amigo y entregarse por completo, tienen que pasar por cosas juntos, mientras tanto son conocidos, no entregue su amistad a cualquiera, así que un conocido no  merece que su lindo rostro se empape de lágrimas.

Amores Que Matan. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora