29 - ¿Secuestro?

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Carla:

En estos momentos estoy sentada en los asientos bajo al árbol de atrás de la escuela, esperando a ver Haise, el chico que me tiene loca por él, literalmente.

¿Por qué demonios demorará tanto?

¿Estará con otra?

¡Uyyyyy, que celos!

Bueno, así es cómo funciona el amor, te tratas de asegurar de que a tu pareja no le pase nada malo, o tal vez…

Un momento, esos que están corriendo hacía mi son Albert y Leo, se ven preocupados. ¿De qué?

—¡¡Carla!! —gritan ambos, juro que casi revientan mis tímpanos.

—Menuda forma de saludar ¿eh?

—No hay tiempo para eso. Tenemos que preguntarte algo sobre Haise.

¿De Haise? ¿Qué le…?

—¿Qué pasa? —pregunté sin vacilar ni un segundo.

—¿El volvió a tu casa cuándo nos fuimos o algo así?

—¿Ehhh? No, no volvió a mi casa.

—¡Mierda mierda mierda, recontra mierda! —grita Albert frustrado— Anoche no fue a casa. Cuándo pasamos a recogerlo para venir juntos a la escuela, sus abuelos estaban muy preocupados, dijeron que no fue a pasar la noche en casa, y no saben de su paradero. Intentamos llamarlo al móvil pero… No lo coje.

Estoy en shock…, ese estado se mezcla con el miedo de que le hubiese ocurrido algo.

—A lo mejor… debió quedarse en casa de esas amistades que dijo, a lo mejor continúe dormido —agrega Leo en vano, intentando calmarse.

—¡Haise no es de los que no avisan, piensa Leo, nosotros conocemos a nuestro mejor amigo desde la infancia! —grita Albert maldiciendo todo a su alrededor, incluso a sí mismo.

—Carla, avisemosle a nuestra profesora guía. ¡También a la policia!

—¡V-vamos! —me motivo a gritar y salir corriendo en busca de la profesora.

***

Haise:

Mierda, ¿dónde estoy?

¿Qué me ocurrió?

De repente recuerdo al sujeto que tapó la boca con aquél pañuelo. Todo se vuelve tan obvio, pero eso no responde a mi primera pregunta.

—Oh, ya despertaste.

¿Qué, quién es?

¿Por qué no puedo moverme?

Sin embargo, en cuestión de segundos de doy cuenta que estoy atado a una silla con unas cadenas. La persona que oí detrás de mi me da un toque en el hombro, y revela su rostro.

Dios, que grotesco, está desfigurado.

—Bienvenido a la casa de los Dark Angels.

¿Qué demonios? ¿Esto lo hizo esa maldita banda de asesinos?

—¿Qué quieren de mi? —fue lo primero que pregunté, como siempre, voy directo al grano.

—Tranquilo joven, cómo tu en estos momentos hubieron muchos, y lograron sobrevivir. Espero que tu también lo hagas… Haise.

—Cómo demonios sabes mi nombre? —dije con amargura.

El sujeto solamente me dedica una mirada fría y escalofriante, pero habla.

—Se nota que tienes amnesia—

—¿Qué?, ¿cómo sabes eso? —pregunte interrumpiéndolo, estoy sorprendido.

Entre mis recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora