Capítulo 8

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Sus labios se movieron, quería que la soltara pero no iba a dejar que corriera peligro. Rodeé su cintura con mis brazos mientras pensaba en una manera de hacerle entender. Si alguien iba a ver qué era aquello, ese alguien debía ser yo. 

En eso ambos oímos algo más, eran como los sonidos fuentes que ella hacía. Aunque se oían varios al mismo tiempo. ¿Más humanos? ¿Acaso la estaban buscando? Ella me miró y lentamente alejé mis manos, entendía de que tal vez quería ver a otros humanos. Entonces ella se alejó, sus pasos eran torpes mientras siguió los sonidos hacia el otro extremo de la cueva, donde se encontraba el agua de cielo. Ahora había un gran hueco en el techo de la cueva.

Desde las sombras vi a más humanos, ellos se parecían a ella y usaban diferentes pieles falsas. Observé con atención cómo se comunicaban con sonidos e inconsciente llevé una mano a mi cuello. Deseaba poder hacer lo mismo, ya había hecho sonidos imitando su lenguaje pero quería comunicarme con ella de verdad. Le hablaría del arrecife, de mis padres, de las historias de los humanos que aprendí, para saber si todas eran reales, y también le hablaría sobre mi colección de algas brillantes. Me gustan esas algas y las plantaba en orden tal que sus colores seguían una gama, azules, verdes, moradas, etc.

 Al salir de mis pensamientos me acerqué a la luz, viendo que ahora solo había un humano arriba. Éste me sonrió y luego mi humano chilló al notar mi presencia. ¿Acaso no quería que los demás me vieran?, me pregunté confundido.

Continuaron hablando, mi humana parecía preocupada. Su rostro no mostraba alegría y no entendía lo que pasaba, ¿los recién llegados iban a lastimarla? ¡No iba a permitirlo! No teníamos permitido lastimar a los humanos pero si ellos planeaban hacerle daño a mi humana, yo no dudaría en enfrentarlos.

No percibí ninguna respuesta negativa, en cambio vi que ellos bajaban unas cosas dentro de la cueva. Mi humano puso algo bajo el agua de cielo y los otros habían bajado un bulto negro extraño con una cuerda.

¡Un intercambio!, pensé al entender lo que estaba pasando. Realmente estaban negociando. Eso también lo hacíamos nosotros. Los humanos de arriba festejaban por haber conseguido agua de cielo. Tal vez habían pasado mucho tiempo buscándola, mi humana era muy generosa y fue agradable ver que los humanos se ayudaban en los momentos difíciles.

Por mi parte me estaba preguntando cómo llegaron esos humanos a tierra. Yo había recorrido la zona y no había nada más cerca, sólo océano.

No llegaron nadando, eso es imposible, pensé para luego salir silenciosamente por el pozo. Debía investigar ya que la duda no me dejaría tranquilo.

¡¿Qué es eso?!, me dije al momento de salir del pasadizo. Quedé sorprendido al ver un gran objeto flotando cerca de la tierra. Era enorme y una gran parte estaba sumergida en el agua. Al acercarme con cautela, me animé a golpear la cosa y resonó un sonido metálico, era imposible, el metal no flota en el agua.

Las sorpresas no habían terminado pues habían más de mi raza nadando alrededor de la cosa gigante de metal flotante.

—Hola, me llamo Arán —saludé alegremente cuando un de ellos nadó hacia mí, pero él y los demás se mostraban muy preocupados.

—Hola, soy Elay. Vives en esta zona, ¿no? —me preguntó otro hombre, él parecía tener mi edad pero no lo había visto antes. 

—Si. Cuido a un humano que está en tierra —señalé el lugar que estaba detrás de nosotros.

—¿En tierra hay agua de cielo? Nuestros humanos ya bebieron todas sus reservas —me explicó cabizbajo—. Creímos que podríamos encontrar agua de cielo en tierra, buscamos y buscamos hasta llegar aquí.

Fantasma Azul Editando*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora