Capítulo 11

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Los días pasaron mientras seguíamos una rutina, yo iba por los peces Llo para el desayuno, almuerzo y cena. También comíamos algunos postres terrestres que encontré flotando, así como las cosas rojas dulces, sabían diferentes pero eran deliciosos. Por otro lado la herida de Lilian ya había sanado completamente, pero yo me encontraba muy nervioso mientras veía como cortaba los puntos que yo había hecho. Lo hacía despacio y al terminar se puso de pie.

—¿Lili bien? —pregunté ladeando la cabeza. Una gran cicatriz había quedado en su piel, de un tono rosado que resaltaba. A ella no parecía importarle la cicatriz como le importaría a nuestras mujeres, quienes cuidaban mucho de su apariencia.

Lilian asintió para luego sonreír, estaba tan feliz de verla sana y de pie nuevamente. Ella hizo unos ejercicios para poner sus piernas en forma nuevamente, entonces tomó las cosas que los otros humanos dejaron para lanzarla con fuerza fuera del hueco de la cueva, quedando en tierra firme. Ella era muy hábil y yo aprendí más sonidos para comunicarnos, los sonidos se llamaban "palabras", hacer esos sonidos se llamaba "hablar", yo estaba aprendiendo a hablar. Lilian también aprendió el significado de muchas señas en mi lenguaje, le había enseñado lo básico como "mar", "familia", "tierra", "pez dorado Llo", entre otras señas simples y fáciles de recordar.

Gracias a que comenzamos a comunicarnos más, ella me explicó que quería ir a la tierra sobre la cueva, a la cual llamó "isla", para construir su refugio. La cueva era muy fría y oscura para ella, no estaba seguro de que fuera una buena idea. Pero además me propuso "plantar" las cositas que sacó de los postres terrestres rojos. Me explicó que se llamaban "semillas" de las cuales crecían plantas terrestres que nos darían más postres. Accedí a llevarla a tierra a pesar de que por ello estaríamos fuera del agua. Lilian lanzó sus cosas porque quería vivir en la isla, no estaba feliz dentro de la pequeña cueva. Ella era muy lista y sabía que me gustaba el postre, así fue cómo me convenció para llevarla a la superficie. Entendía bien que quiera cuidar de las plantas ya que yo hacía lo mismo con mis algas brillantes.

—¿Puedes ayudarme? —preguntó al mirarme.

—Mmm... ¡si! —recordé esa palabra para las afirmaciones. Lilian asintió con una sonrisa, entonces yo me dejé caer dentro del pozo de agua, ella dio un salto un segundo después y se sujetó de mí, rodeando mis hombros con sus brazos. Dio una profunda respiración para llenar sus pulmones y luego indicó que estaba lista.

Nos sumergimos y nadé por el pasadizo hacia la salida de la cueva. En todo momento Lilian estaba aferrada a mí, se veía tierna con sus mejillas levemente hinchadas por el aire y con los rayos de luz sobre su cuerpo. La llevé rápidamente a la superficie y al salir ella respiró un poco agitada al principio mientras la acercaba a la orilla.

Lilian se recuperó y comenzó a nadar, movía sus piernas para impulsarse, también hasta que se puso de pie y comenzó a caminar junto a mí mientras nos acercábamos más a la isla, se veía tan feliz y no me importaba arrastrarme, yo la acompañaría a la tierra en todo momento. Además todo lo que veía era nuevo para mí, sentía mucha curiosidad.

Ella en un momento se inclinó para estar a mi altura, sabía qué quería decirme, así que tomé su mano para continuar avanzando. El agua quedó atrás y me estaba cubriendo de arena con cada movimiento. Vi a Lilian detenerse y sacudir un poco la arena de la orilla, bajo la misma había una cosa verde. Una planta terrestre pequeña tal vez.

Parecen algas pero son terrestres, pensé, todo lo que había bajo agua lo era y sólo esta parte de tierra había quedado en la superficie al menos en esta zona del océano. No pude entender lo que Lilian dijo, tal vez se lamentaba lo que sucedió, todo su mundo había cambiado de repente. Tomé su rostro para que me mirara a los ojos.

Fantasma Azul Editando*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora