Museo

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Sus ojos verdes se abrieron despues de un largo bostezo. La cama aun estaba tibia pero no habia nadie a su lado.

¿Acaso todo habia sido un sueño?...
Uno de esos sueños que parecen tan reales... un maldito sueño!

Golpeó la cama con su puño, estaba decepcionada y se cubrió el rostro con la frazada mientras un suspiroinvadiósus pulmones.
En la oscuridad de las sabanas notó tonos y manchas distintas en su piel. Se descobijó al instante para descubrir que los trazos de pintura que hizo Mildred aún estaban presentes en su piel. Se tallo los ojos y lanzó a un lado las cobijas observando que la habitación en la que estaba no era la suya.
Una sonrisa le iluminó el rostro y se extendió más en cuanto escucho a la mujer pelirroja cantar desde abajo en el salón.

Sin perder tiempo busco una bata en el armario y se la puso. Bajó rápido las escaleras encontrandose con la figura mas bonita que vió en su vida y en ese momento sintió que el corazón se le detendría.

Mildred aun despeinada, su cabello cobrizo elevado en una coleta que dejaba escapar algunos mechones,
tarareaba "Fly me to the moon"
Movía sus caderas al ritmo de la música y acomodaba girasoles en un florero.

Natasha se quedó en silencio admirando a detalle cada movimiento... le parecia un sueño otra vez, pero de esos en los que no quieres despertar.

—Buenos días bella durmiente!
La saludo con la voz melodiosa, más de lo normal, había detenido sus movimientos y ahora sólo sus ojos acúa la observaban fijamente.
—Descansaste bien?

La joven asintió con media sonrisa antes de bostezar.
—Bueno, aun estoy muuuy cansada.
Se talló los ojos a modo de cubrir un sonrojo que le abarco las mejillas al recordar lo que pasó.

—Claro es que eras la más necesitada...
Murmuró burlesca mientras terminaba de colocar hogaza de pan en un plato.

Ese comentario desató una sensación de cosquilleo desde la boca del estómago e impacto directamente en su vientre, sonrió y sintió el calor de sus mejillas. Joder... es que recordaba muy bien la noche anterior y Mildred tenía la razón una vez más.

—Oyeee, que no fui la única, lo recuerdo bien!
Protesto riendo, atrayendo más recuerdos para ambas y caminó hacia los cajones para tomar cubiertos.

—Ya, pero si eras la más impaciente...

Una vez más sintió el calor en sus mejillas anunciando un notable sonrojo, si seguían hablando de ese tema no habría marcha atrás.

—Pongo los platos en el comedor?
Preguntó intentando cambiar el rumbo de la conversación, estaba agachada con la cabeza entre las puertas de la alacena y distraida.
La pelirroja se acercó sigilosa después de analizar cada detalle de su cuerpo.
Poso una mano sobre su cadera y con la otra movió movió cabello castaño para despejar su cuello. Se acercó sutilmente y en un suspiro respiro el aroma de su cabello, continuó con un camino de besos hasta llegar a su oreja donde susurró.

—Estas muy guapa...

Natasha sintió la respuesta de todo su cuerpo como si de un imán se tratara, un escalofrío la invadió erizado su piel y su corazón retumbó con fuerza.
—J-joder... hay que desayunar y después lo que quieras

Se levantó y coloco los platos sobre la mesa arrancando una risa a Mildred quien se acercó y la abrazo por la cintura.

—Tienes razón cariño, primero hay que recobrar energía

Desayunaron y hablaron como si se conociesen de años. Natasha se sentía comprendida y amada de verdad, era algo que jamás había sentido... nisiquiera su ex novio con el cual había estado por cuatro años y ahora se encontraba frente a una mujer que spedar del poco tiempo de conocerla la amaba de la misma forma o incluso más... bastaba con ver esos ojos claros perdidos en la belleza de la chica atentos a cada movimiento de forma sutil y esa necesidad de buscar su bienestar por sobre todas las cosas.

Para Mildred también era algo nuevo porque jamás se había enamorado de una mujer, ella siempre se imagino casada de por vida con su ex marido en una vida infeliz que quizás les brindaría un par de niños que correrían por la casa de la cual ella tendría que encargarse sola... más por obligación que por gusto y dejar de lado su carrera como artista... sin embargo ahora el panorama era irreal y eso le encantaba, estaba experimentado un sentimiento tan puro que iba más allá de el sexo o el género, estaba amando a otro ser humano y de verdad... como nunca lo había hecho y eso era suficiente.

No pudo evitarlo y la beso de nuevo perdiendo el control de sus pensamientos caminaron hasta las escaleras intentando subir sin romper el beso. Fue inútil. Mildred la más impaciente ahora la tomó de la cintura y la pego a la pared empezando a besarle el cuello de forma seductora y provocando que jadeos de la castaña le pusieran mucho más. La tomó del cabello despacio y habló a su oído.

—Vamos a tomar una ducha.

°°°

Pasaron dos meses en los que todo fue muy rápido y parecía que la vida les había recompensado cada lágrima del pasado. Mildred empezó a dar clases en una escuela de arte cerca del Newyork times y a Natasha le quedaba en su ruta para escuela por eso fue que Mildred se ofreció a revojerla después de clases. Todo el panorama era perfecto pero es claro que siempre ocurre algo, una pequeña fisura eso que no se puede controlar. Empezaron los disgustos y los celos. Una mañana Natasha aprovecho sus dos horas libres para ir a la escuela donde Mildred daba clases, pensó que sería un buen detalle llevarle el desayuno y que comieran juntas. Cuando entro y se dirigió hacia el cubículo de la ahora profesora, sintió un presentimiento extraño pero no detuvo el paso. Dio vuelta a la esquina y frente a ella estaba Mildred recibiendo un ramo de flores de parte de un alumno, un chico de unos 23 años parecía mayor que Natasha. La pelirroja volteó a verla al instante sorprendida despidió al chico un poco cortante y se acercó a ella.

—Que haces aqui?

—No puedo venir a ver a mi novia?

—Claro que puedes Natasha, solo pregunto por que a esta hora siempre tienes clases, no?

—Hoy no.

Mildred le dio un beso suave en la boca a lo que Natasha no respondió del mismo modo solo se sentó en una silla frente al escritorio.

—Me alegra que hayas venido...

—Te traje algo para desayunar... pero supongo que no tienes hambre, no?

—Claro que si, sabes que nunca me da tiempo de desayunar antes de venir a clase.

La chica sacó los alimentos y se dispusieron a comer en silencio hasta que la castaña no aguanto más y preguntó
—Quien era ese chico?...

Mildred bebió un sorbo de café antes de responderle seca

—Mi alumno.

—Ya... tus alumnos acostumbran a darte flores?

—él si... pero fue porque lo apoye con una tarea...

—Que agradecido no? También es el el que te llamó anoche?

—Natasha... sabes que yo no le haría caso a nadie. Solo tengo ojos para ti.

—No te creo.

¤¤¤

Continuará...

SuspiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora