Trazos

18 4 8
                                    

"El arte sirve para consolar a aquellos que están rotos por la vida"

°°°

Volvió entre tropezones al camerino capturando miradas de todos sus compañeros quienes aún se preguntaban el motivo de su huida minutos antes.

Algunas preguntas y felicitaciones quedaron al aire, porque ella solo entró por su maleta, se encerró en el baño y enseguida salió con un vestido casual de color negro que le remarcaba la silueta a la perfección, su cabello café recogido en un moño algo desarreglado y un pañuelo de seda adornaba su cuello.

Ignoró por completo algunas propuestas de profesores y amigos que la esperaban fuera del foro deseando hablar con ella... los dejó con la palabra en la boca después de decir un distraido "Debo irme, lo siento". Tarde o temprano se arrepentiría de no escuchar aquellas oportunidades pero ese no era el momento, ahora solo tenía una sola cosa en mente; ver a Mildred.

Salió de la escuela a paso veloz y cruzó la calle mientras pedía un taxi alzando la mano. En cuanto subió y le dijo la dirección al chófer, no dejó de mirar impaciente hacia la ventana, las de gotas de lluvia aún permanecían decorando el cristal, y el frío se sentía en la ciudad y iba a tener una cita con la mujer en la que más pensaba esos últimos días.
En esa tarde todo era perfecto.

° ° °

El taxi se detuvo frente a un restaurante muy caro para su gusto. No se creía que ese era el lugar al que la había citado, nadie entraba sin reservación y dado por su atuendo no la dejarían pasar. Pagó al chófer y bajo muy indecisa... se acercó a la puerta de cristal y el portero la miró con un poco de desprecio.
Ella solo buscaba con la mirada a la mujer que robaba sus latidos una hora antes y la vió, claramente notó la cabellera pelirroja en la última mesa, parecía distraida buscando algo en su bolso y Natasaha no iba a esperar a que toda la fila de gente que se formaba para pasar, la hicieran tardar aún más.

—Señorita, lamento decirle que no puede entrar en esas condiciones...

—¿Qué condiciones?

—Solo admitimos ropa adecuada para el lugar, es decir... hay un protocolo de marcas y colores... Le debo pedir que se retire.

Ella analizó su vestido, porsupuesto que le había dolido ese comentario porque en realidad era el único vestido "elegante" que poseía y casualmente tenía en su casillero de la universidad...

¿Que clase de normas eran esas?

—Tiene reservacion?

Estaba un poco enojada y ella no era la clase de personas que tienen mucha paciencia, no iba a hacer que llamaran a Mildred y hacerla pasar la vergüenza de que le volviesen a mencionar lo del vestido ahora frente a ella.

—Claro... bueno no yo... pero...

De pronto se hartó de tener que dar explicaciones a todo el mundo. Y su característica impulsividad la controló.
No espero más y cruzó la puerta ignorando las llamadas de los meseros y guardias. Caminó con paso decidido hacia la mesa de Mildred.
Sentía las miradas puestas sobre ella y los llamados de los guardias gritando que la detuvieran. Ahí supo que había hecho algo peor.

—Deténgase! No puede entrar sin reservacion!

En cuanto la pelirroja alzó la vista y se encontró a la castaña plantada frente a la silla, asustada y sonrojada como un tomate, se levantó. Se notaba su molestia.

—Viene conmigo, es mi acompañante.

Todos los guardias se detuvieron en seco antes de tocarla. Parecían confundidos e incluso algo avergonzados.

SuspiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora